La Vanguardia

“Ha perdido su chispa”

Jordi Arrese analiza la sorprenden­te derrota de Novak Djokovic ante Istomin

- SERGIO HEREDIA Barcelona

Novak Djokovic (29) parece haberse descomprim­ido. Como si se hubiera cansado de ganar. –Ha perdido la chispa, el instinto ganador –dice Jordi Arrese.

Arrese fue plata en Barcelona’92. Y en estos días comenta el Open de Australia para Eurosport.

–Ahora mismo, Djokovic apenas deambula sobre la pista –dice Arrese.

La cosa no viene de hace cuatro días. Desde hace siete meses, Djokovic es otro. Pongamos un punto de partido: junio. Entonces, el serbio aún se veía por encima del resto. En cuatro sets, había tumbado a Andy Murray en la final de Roland Garros. Nadie le tosía.

Djokovic, que ayer se desconfigu­ró ante el uzbeko Denis Istomin, lideraba el circuito ATP con mano dura. Nadal sufría ataques de ansiedad, mezclados con recurrente­s lesiones. Ahora una rodilla, luego una muñeca. Federer había levantado el pie del pistón. Es cinco años más viejo que el resto. Murray se mostraba inconsiste­nte, un punto acomplejad­o ante el serbio. Y el resto de jugadores del circuito apenas existía.

Pero luego, tras levantar el trofeo en París, la mirada de Djokovic se apagó.

En Wimbledon, transigió en tercera ronda ante Querrey. Quién lo hubiera dicho. Se sucedieron más derrotas inesperada­s, más sorpresas: ante Del Potro, en la primera ronda de los Juegos de Río. Ante Roberto Bautista, en Shanghai. Ante Cilic, en el Masters de París...

Djokovic no se dio por enterado. Decidió echar balones fuera. Despidió a su técnico, Boris Becker. Y este le puso en su sitio: le saltó con una respuesta fulminante:

–Djokovic no dedicó todo el tiempo que debería a entrenarse en los últimos seis meses. Y él lo sabe. Pero a veces uno tiene que experiment­ar lo que se siente al perder. Djokovic no había perdido casi nada en dos años y medio. Y ahora tiene que volver a la oficina, volver al trabajo, y entrenarse. –¿Es así? –le pregunto a Arrese. –Digamos que últimament­e sus declaracio­nes son demasiado relajadas para venir de alguien que pretende romper todos los récords.

–¿Tanto le sorprende su derrota de ayer en Melbourne?

–Es cierto que a Istomin no le correspond­e su posición actual (es el 117.º del mundo). Debería estar entre los cincuenta o los sesenta primeros. Pero Djokovic no debería perder nunca ante un jugador de este nivel. Más que otra cosa, el serbio está perdiendo competitiv­idad. Se encuentra en un proceso de la vida en el que ha perdido el instinto ganador. Volverá a recoger la pinza que se le ha caído. Pero tiene trabajo. La estadístic­a habla. Ante la estupefacc­ión del público aussie –en Melbourne Park le han visto levantar el trofeo en seis ocasiones–, Djokovic cometió ayer 72 errores no forzados.

Y así, fallo tras fallo, fue dándole vidilla a Istomin, cinta y gafas fosforitas, que asistía a un momento único, casi irrepetibl­e en su carrera.

“Me he sorprendid­o a mí mismo. Ahora ya veo que puedo pelear con todos estos astros”, alcanzó a decir Istomin, estupefact­o, mientras volvía la vista hacia la grada, donde le aplaudía Claudia Istomina, que es su madre y también su entrenador­a.

“Obviamente no me siento feliz con mi rendimient­o, pero debo felicitar a mi oponente. Cada vez que lo necesitaba, me respondía con un gran saque”, dijo Djokovic.

Su caída dio nuevas esperanzas a Rafael Nadal, que avanzaba por ese lado del cuadro. El balear atropelló en tres mangas a Marcos Baghdatis, finalista en Melbourne en el 2006, y avanzó otro paso en su proceso de recuperaci­ón. El problema con la muñeca ya es historia.

–He visitado a Nadal tres veces en su academia de Mallorca, y puedo decir que le veo capaz de regresar al número uno –dice Arrese–. Ha estado dos meses concentrad­o en su derecha. Ya cae con el cuerpo dentro de la pista tras golpear. Con ese trabajo, y la actuación conjunta de Toni Nadal, Francis Roig y Carlos Moyá, su derecha puede volver a ser decisiva.

Ahora, el prometedor Alexander Zverev (19 años) marca el punto de fuga. Si Nadal supera al alemán, los expertos empezarán a frotarse las manos.

¿Volvemos a los viejos tiempos?

LA DECEPCIÓN DEL NÚMERO DOS “Obviamente, no me siento feliz, pero debo felicitar a mi oponente; cuando lo necesitaba, sacaba un gran saque” NADAL, FIRME El balear arrolló a Baghdatis, aferrado a la mejora en su derecha, y se medirá con el prometedor Sasha Zverev

 ?? FILIP SINGER / EFE ?? Novak Djokovic saluda a Denis Istomin, el hombre que le tumbó ayer, en la segunda ronda, en el Melbourne Park
FILIP SINGER / EFE Novak Djokovic saluda a Denis Istomin, el hombre que le tumbó ayer, en la segunda ronda, en el Melbourne Park

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