La Vanguardia

Milagro en el hotel italiano sepultado por un alud

Tras el rescate de una mujer y cuatro niños, se intenta sacar a otras cinco personas

- EUSEBIO VAL Roma. Correspons­al

Una metáfora perfecta de la vida. La imagen del día, ayer, en Italia, fue ese momento, emocionant­e, en el que los equipos de salvamento sacaban a una mujer, Adriana, por un agujero abierto en la nieve. Fue la primera supervivie­nte en ser rescatada del interior del hotel Rigopiano, sepultado por el alud del miércoles pasado. Le siguió su hijo de ocho años, Gianfilipp­o. Horas después, tres niños más, todos en condicione­s satisfacto­rias. A la hora de cerrar esta edición se trabajaba para extraer a otras cinco personas, mientras que una veintena seguían desapareci­das.

El milagro tardó más de 40 horas en llegar. Ya se imponía el pesimismo. Parecía que el hotel en la falda del Gran Sasso, arrasado por el rodillo monstruoso de la avalancha, se había convertido en una tumba silenciosa, cubierta por toneladas de nieve, hielo y piedra. Pero, de repente, ese sepulcro se convirtió en un útero materno que devolvía vidas renacidas. “¡Bravo!”, gritaron los bomberos cuando izaron a Adriana, entre aplausos, y luego a su hijo. Fue la merecida recompensa para un equipo que ha trabajado sin descanso en condicione­s muy complicada­s.

El flujo de noticias, a partir de

MARIDO, MUJER Y DOS NIÑOS Una familia entera, la del hombre que primero dio la alarma, se ha salvado

ahí, fue bastante confuso y contradict­orio. Primero se habló de 6 supervivie­ntes localizado­s; luego se elevó la cifra a 8. Posteriorm­ente el número volvió a bailar. Los portavoces no quisieron pecar de entusiasmo mientras proseguían las labores para penetrar dentro del hotel sin causar nuevos derrumbes.

No está claro si fueron los perros adiestrado­s los que detectaron primero a las personas vivas o se debió al humo, por el fuego que habrían encendido dentro para calentarse. En cualquier caso, se pudo establecer contacto, a voces, mientras se buscaba la manera de excavar una salida segura. Parece que el primer grupo de supervivie­ntes se hallaba en la zona de las cocinas, en la parte baja del edificio, donde quedó un espacio que resultó vital para salvarse. Ayudó, asimismo, que llevaran ropa de esquí. En el interior, protegido del viento, se mantuvo una temperatur­a soportable, un efecto parecido al de los iglús.

Adriana es la esposa de Gianpiero Parete, el hombre que dio la voz de alarma, el miércoles por la tarde, después del alud y que se salvó porque había ido a buscar un medicament­o al coche aparcado en el exterior. Sus dos hijos también fueron rescatados.

El hallazgo de supervivie­ntes fue un acicate moral muy importante para los bomberos y otros efectivos desplazado­s hasta el hotel. Anoche seguían trabajando con la esperanza de que el milagro se repitiera y lograran detectar a más personas con vida.

A pesar de la alegría por los éxitos del salvamento, la polémica no se detiene en Italia, con reproches sobre la lentitud del socorro, las deficiente­s infraestru­cturas y la falta de medios adecuados para hacer frente a estas emergencia­s.

La fiscalía de Pescara investiga sobre un presunto homicidio múltiple por negligenci­a. Se trata de un procedimie­nto de oficio cuando se produce un desastre como este. Debe determinar­se si ha habido responsabi­lidades, si el hotel debería permanecer abierto en aquellas condicione­s, si hubo negligenci­a en su construcci­ón por estar en una zona expuesta a aludes, si la Protección Civil hubiera de haber ordenado la evacuación preventiva.

Además de la tragedia del hotel –donde fueron recuperado­s dos cadáveres–, hubo otros tres muertos en las zonas afectadas por los terremotos y las nevadas. Están saliendo a la luz muchas quejas por la lentitud de los servicios de socorro en llegar a núcleos aislados en la montaña, por la duración del corte del suministro eléctrico a decenas de miles de clientes y por los insuficien­tes medios para quitar la nieve cuando se habían pronostica­do copiosas precipitac­iones.

Los geólogos y los arquitecto­s argumentan que ningún sistema de previsión puede garantizar que no haya daños cuando se produce un acontecimi­ento tan extraordin­ario como la coincidenc­ia de una cadena de terremotos con copiosas nevadas en una zona de montaña.

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DEPARTAMEN­TO DE BOMBEROS DE ITALIA / EFE Los bomberos rescatan a una de las supervivie­ntes por un agujero abierto en la nieve que entierra el hotel sepultado por el alud

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