La Vanguardia

Una fiesta de blanco

La inauguraci­ón de Trump reúne a sus fieles y provoca protestas y disturbios sin parangón en la época reciente

- FRANCESC PEIRÓN Washington. Correspons­al

Cambio de poder, otra demografía.

De cuatro años para acá, el Mall de Washington que celebró con un variado colorido humano el segundo mandato de Barack Obama –por citar el más reciente–, de pronto ayer lució blanqueado. En este extenso parque que conecta el Capitolio con el memorial de Lincoln, la gran fiesta oficial del trumpismo, tuvo una marcada tendencia al blanco.

Parecía que a los convocados les hubieran dado una mano de cal y así realzar el rojo de las gorras con el lema del “Make America great again” que ha aupado a la cumbre a Donald Trump.

Punto de desencuent­ro. La división de Estados Unidos se hizo más que patente ayer en la capital. Unos al lado de los otros, aunque sin hablarse. A veces con evidencias de mala convivenci­a.

Los hermanos gemelos James y Jonathan Code, de 45 años, uno residente en Maine y otro en Nueva York, sus esposas y sus cinco hijos en total, se citaron con la excusa de la toma de posesión. “Trump ha secuestrad­o lo que realmente es este país, no nos representa y hemos de hacerlo saber al mundo”, subraya James.

El doctor Kasez, procedente de Chicago, afirma que ahora “recuperare­mos el esplendor perdido”. Sostiene que “el último presidente ha ido contra el cristianis­mo y el nuevo nos lo traerá de regreso, son nuestras raíces”. No sólo eso, se felicita porque “acabará con los subsidios que premian a los que no quieren trabajar”.

En una de las inaugurati­ons más anómalas y conflictiv­as que se recuerdan, ese color blanco quedó empañado por los graves y caóticos disturbios en el centro del DC. Hubo coches dañados, escaparate­s rotos, enfrentami­entos con la policía, gases lacrimógen­os y, al menos, un centenar de detenidos.

Eso sucedió una vez que ya había jurado el 45.º presidente de Estados Unidos, entre ovaciones y más que audibles abucheos en el Mall. Surge la ira al ver aparecer a Hillary Clinton. Unos aplauden a Obama, otros corean la consigna “construye el muro” que ha acompañado al magnate.

“Él no tiene problemas con las mujeres, no más que cualquier otro hombre. Lo que dice de nosotras es lo que dice cualquier hombre. Todo esto no es más que una creación de los medios”.

Entre no pocos disfrazado­s de barras y estrellas, música de Elvis Presley o carteles en los que se describe al protagonis­ta principal de “ladrón, mentiroso y acosador”, quien habla es Patricia Nana, médico de 45 años que ha viajado desde Florida para no perderse esta jornada histórica. Su estampa llama la atención porque además de mujer, es negra.

Sólo le falta lo de latina para cuadrar la corona de espinas que acompaña la trayectori­a del ya inquilino de la Casa Blanca.

Los reporteros, a los que más de uno les dedica unas palabras de afectuoso cariño –“fake news” (noticias falsas)–, se van a por Patricia, que pedía la atención de la prensa a partir de su gorro azul ilustrado con letras mayúsculas: TRUMP. “Ni ataca a las mujeres –añade– ni es racista. Es un empresario y los negocios no distinguen razas o sexos”.

Pero se prodigan carteles como “No Trump, no KKK, no fascist USA” o, de verbo más directo: “Trump es un cerdo fascista”. Los de un bando y los de otro se intercambi­an reproches.

Tras esta inauguraci­ón polémica, hoy el D.C. se llenará de mujeres en la que se prevé sea la mayor de las marchas de protesta. “No lo entiendo”, replica Salit Zeleko-

vitz. “Creo –prosigue– que es una pérdida de tiempo y de dinero. ¡Podrían esperar a que haga algo mal y no al primer día!”. Salit, con su marido Yisrael y sus dos hijos, Yael ( cinco años) y David (dos y medio), se han levantado a las tres de la mañana en Queens, en la Gran Manzana, para ponerse al volante y participar en la fiesta.

Hace 29 años que Ingrid Cisneros, profesora de 64 años, hizo un viaje aún más largo. Dejó Bolivia y se instaló en Virginia, donde continúa, casada con Luis, emigrante peruano y padres de dos hijas. Ingrid votaba demócrata, hasta noviembre del 2016. “Este señor es empresario y tiene otra mentalidad”, se justifica. “Fíjate si estoy feliz que es la primera vez que vengo a una inaugurati­on”.

Sabe que muchos hispanos estan asustados, temerosos de la deportació­n. “Pienso que hará como Reagan y ofrecerá documentos a todos lo que trabajan, no les puede echar. Otra cosas son los que vienen con malas intencione­s y saben quienes son”.

Sherif Mattar, artista de 25 años, luce una de las camisetas más originales de las detectadas. “Que se jodan los políticos”, dice la leyenda. “Este país está más dividido que nunca –explica–, el poder ha de volver a la gente”.

UNA FIESTA DIFERENTE Un centenar de detenidos, coches dañados, cristales rotos y choques con la policía

CAMBIO DEMOGRÁFIC­O A diferencia de las inauguraci­ones del presidente saliente, los blancos coparon el Mall

EL RESPETO La aparición de Obama provocó gritos de admiración y la de Hillary, de rechazo

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STAFF / REUTERS A la izquierda, la explanada del Capitolio ayer, durante la toma de posesión de Trump; a la derecha, en el 2009, durante la primera de Obama
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