El dictador de Gambia acepta al fin ceder el poder a Barrow
Jammeh, presidente desde 1994, sucumbe ante la presión internacional
A las 19.47 h de ayer, un mensaje de Twitter dio inicio a una nueva era para Gambia. “Me gustaría informaros de que Yahya Jammeh ha aceptado ceder el poder”. Estaba firmado por Adam Barrow, el nuevo presidente del país africano. Si Jammeh cumple esas intenciones –la incertidumbre de los últimos días invita a ser cauto hasta que no salga definitivamente del país–, el dictador dejará su cargo después de 22 años al mando, tras varias semanas de resistencia en su palacio presidencial y en medio de una crisis política que ha llevado a tropas africanas a desplegarse en suelo gambiano para obligarle a abandonar el poder. Su rival, Barrow, quien juró su cargo el jueves en la embajada de Gambia en Dakar (Senegal), ha sido reconocido internacionalmente después de que se proclamara vencedor en las elecciones de diciembre. Aunque en un principio Jammeh aceptó la derrota en los comicios, días después rechazó los resultados y el país entró en una espiral de tensión e inseguridad política.
Hasta ayer. La mediación de varios países africanos, con los presidentes de Mauritania y Guinea a la cabeza, además de la presión internacional, especialmente de la Comunidad de Estados de África Occidental (Cedeao), han sido claves para la decisión final de dar un paso al lado de Jammeh. El tirano que durante sus gobiernos se jactaba de conocer un remedio tradicional para curar el sida, encarcelaba a opositores y perseguía a los homosexuales, dejará de ser de inmediato el jefe de Estado de este pequeño país de África del Oeste, de apenas dos millones de habitantes.
La salida de Jammeh cierra por ahora un torbellino de acontecimientos en Gambia. A principio de semana, el dictador decretó el estado de emergencia en un intento de perpetuarse en el poder ante el fin inminente de su mandato. Horas después, tropas bajo el mando de la Cedeao tomaron posiciones en la frontera y frente a la costa gambiana. El jueves, la situación se precipitó todavía más: mientras Barrow juraba el cargo en Senegal, el Consejo de Seguridad de la ONU respaldaba a Barrow y soldados senegaleses entraban en territorio gambiano para desalojar a Jammeh del palacio presidencial. Varios ministros y autoridades militares dimitieron o aseguraron que no iban a defender a su jefe. En el último momento, se optó por otro intento mediador y los soldados de la Cedeao detuvieron su marcha para permitir las negociaciones de ayer.
La atmósfera de incertidumbre de los últimos días ha provocado la huida a Senegal, el único país con el que Gambia es fronterizo, de miles de personas. Según el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) alrededor de 45.000 personas, la mayoría niños, han huido al país vecino desde el 1 de enero. Las autoridades senegalesas informaron que han preparado ayudas para atender a unos 100.000 gambianos.
A pesar de su buena imagen como destino turístico ideal, Gambia es un país sin oportunidades para sus habitantes. Alrededor del 85% de la población es pobre, el 38% de los jóvenes no tienen empleo y, según datos de la Acnur, Gambia es el quinto país del que más población sale rumbo a Europa.
Los países vecinos, con Senegal al frente, habían enviado tropas y las deserciones en el Gobierno crecían