La Vanguardia

La lupa, cada vez mayor

Estén seguros de que, tras el James Bond no fumador, llegará el James Bond abstemio

- Quim Monzó

Hace décadas, a Lucky Luke le quitaron el pitillo de la boca y lo sustituyer­on por una brizna de hierba. Con motivo de un ciclo de películas de Jacques Tati en la Cinemateca Francesa, en los grandes carteles que en París lo anunciaban, pusieron una foto del actor de la que –gracias a Photoshop– le habían suprimido la pipa que siempre le acompañaba. Desde entonces, la lupa censora se aplica a todo tipo de historieta­s y pelis. Con las novelas no se meten mucho, quizá porque consideran que los adolescent­es ya no leen, o leen poco, y los modelos de comportami­ento que les influencia­n son siempre audiovisua­les.

Ahora han aplicado la lupa a las pelis de James Bond, veinticuat­ro en total. Lo ha hecho el Departamen­to de Salud Pública de la Universida­d de Otago, en Nueva Zelanda. Nunca se había hecho un estudio tan detallado del comportami­ento nicotínico del espía británico. La primera conclusión es que sólo en un filme, Casino Royale, del 2006, no aparece nadie fumando. Que en el último,

Spectre, del 2015, ninguno de los buenos –Bond y los que están a su lado– fuma, pero sí lo hacen los otros. Bond dejó de fumar en el 2002. En todas sus pelis anteriores –desde la primera, Agente

007 contra el Dr. No, de 1962– lo hacía siempre. Antes de los primeros veinte minutos de todos esos filmes ya encendía el primer cigarrillo. La década en que más fumó fue la de los sesenta.

Han detectado también que, aunque Bond haga ya quince años que no fuma, de hecho lo hace porque muchas de las señoras con las que se va a la cama siguen con este hábito, y no dejan de hacerlo en el dormitorio. Ha pasado, pues, a la categoría de fumador pasivo. Los investigad­ores tienen el detalle irónico de concluir que “la naturaleza típicament­e breve de sus relaciones romántico-sentimenta­les” habría frenado al menos parte del impacto de ese humo de segunda mano. Concluyen que el hecho de fumar está en desacuerdo con la necesidad que un hombre de acción como él tiene de mantener siempre una aptitud física óptima. Por eso lo dejó hace quince años, evidenteme­nte. La parte más preocupant­e es cuando dicen que haber dejado de fumar no encaja con otros riesgos para su salud que todavía mantiene, como beber mucho alcohol y conducir muy rápido. Eso quiere decir que pronto alguna universida­d fabricará otro informe que nos detallará, una por una, todas las veces que ha superado la velocidad límite. Y todos los vinos, champanes, whiskies y dry martinis que ha bebido a lo largo de sus veinticuat­ro películas.

Me imagino que el propósito de ese estudio –inminente, preveo– será conciencia­r a la productora de que, igual que dejó el tabaco en el 2002, tendría ya que conducir con prudencia y dejar de lado el alcohol. El día que en un filme James Bond vaya al bar y pida una Fanta en vez de su vodka martini –“shaken, not stirred”– invitaré a una a todos los lectores que me traigan este artículo recortado.

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