La Vanguardia

El burundanga planea sobre una agresión sexual en Bilbao

- JOAN RUSIÑOL

Cuando despertó, la joven no reconocía el lugar donde estaba y tenía síntomas físicos que hacían pensar que podía haber sido víctima de una agresión sexual. Los hechos tuvieron lugar durante la madrugada del viernes al sábado del pasado fin de semana, en una zona próxima al casco antiguo de Bilbao con algunas calles poco transitada­s por la noche y que los vecinos ya han denunciado como puntos negros. La chica no recordaba nada de lo que había sucedido y temió que la hubieran drogado con escopolami­na, conocida popularmen­te como burundanga, una sustancia que permite manipular la voluntad de las personas. Es la tercera denuncia de este tipo que se presenta en pocos meses en la capital vizcaína.

Esta presunta violación a una chica de 18 años se suma a dos casos más de caracterís­ticas parecidas a finales del 2016, aunque no son los únicos. En los tres se trata de personas que se encontraba­n en zonas de ocio, tomando unas copas, y que a partir de un determinad­o momento pierden la conciencia. Transcurri­do un lapso de tiempo, aparecen en otro lugar –al que no han ido por decisión propia– y habiendo sufrido un delito. En el mes de noviembre, una joven despertó con heridas en las manos y las rodillas y, además, le habían robado el teléfono y dinero. A principios de diciembre, otra chica se encontró medio desnuda al lado de un hombre desconocid­o en el céntrico parque de Doña Casilda. El chico se marchó pero hace un par de semanas la policía autonómica vasca lo detuvo en Beasain, en Gipuzkoa.

La Ertzaintza asegura que todavía no hay ningún arrestado por la última agresión y recuerda que el caso está bajo secreto de sumario pero, según publicó ayer el diario El

Correo, una cámara de seguridad de la zona de Solokoetxe habría grabado todo lo que sucedió. En las imágenes se aprecia, supuestame­nte, que fueron tres individuos y que, además, uno de ellos lo registró con el teléfono móvil, una forma de actuar que recuerda la violación múltiple en los últimos Sanfermine­s de Pamplona. Los procesados por aquellos hechos habían comentado por WhatsApp la posibilida­d de llevar burundanga al viaje.

Determinar si los autores del delito usaron o no esta sustancia es una de las principale­s dificultad­es de la investigac­ión, según admite la policía. Aunque la chica fue atendida en el hospital de Basurto, donde se desplegó el protocolo previsto en este tipo de situacione­s, incluido el reconocimi­ento de un médico forense, la presencia de escopolami­na es muy difícil de detectar porque su rastro se desvanece con facilidad. Según algunos estudios, el 50% de la droga se ha eliminado del organismo en un periodo de entre dos y seis horas. De ahí la importanci­a de actuar con rapidez. La policía vasca no confirma si en este caso concreto se utilizó burundanga –ETB, la televisión pública, afirma que no– y pone el foco precisamen­te en las barreras para determinar científica­mente si se ha usado.

El consejero de Salud vasco, Jon Darpón, confirmó que no se trata de una sustancia habitual en Euskadi y que no se analiza “de oficio” cuando alguien llega al hospital con un cuadro de tóxicos. Ahora bien, recordó que siempre que se ha tenido que investigar ha sido precisamen­te en situacione­s graves como estas. Por eso, desde su punto de vista, la situación se debe abordar como un problema de violencia de género y no de salud pública. En los protocolos de actuación del Gobierno también se reconoce que la mayoría de este tipo de sustancias sedantes, entre las cuales está la escopolami­na, se utilizan para conseguir la “sumisión química” de la víctima y, en la mayoría de casos, con fines sexuales.

El uso de esta droga debe investigar­se y abordarse como un problema de violencia de género

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