La Vanguardia

Tratamient­o fraternal

Yaiza, que recibió la médula ósea de su hermano, graba vídeos sobre cómo sobrelleva­r su cáncer linfático para ayudar a otros pacientes

- ROSA M. BOSCH

Yaiza Cumelles, de 24 años, y su hermano, Dídac, de 22, eran una piña de pequeños, se ayudaban mutuamente, y de mayores el apoyo ha sido vital. Desde que a Yaiza le diagnostic­aron, en el 2013, un linfoma de Hodgkin, un cáncer linfático, su vida ha sido un no parar de visitas a hospitales, transfusio­nes, sesiones de quimiotera­pia, tratamient­os experiment­ales, un fallido autotraspl­ante... siempre en compañía de Dídac, que hace nueve meses se sometió a una donación de médula ósea, un paso más en el camino para la curación de Yaiza.

“¡Seis veces! En seis revisiones, me han dado malas noticias... Yo era optimista, pero al final siempre me decían que la medicación no funcionaba y en una intervenci­ón me perforaron un pulmón por error. Sigo siendo optimista, pero ahora tengo más miedo y soy más consciente del poder de la enfermedad”, cuenta Yaiza, siempre risueña y alegre, aunque la procesión vaya por dentro, en una cafetería de Gràcia, barrio al que se trasladaro­n desde la gentrifica­da Barcelonet­a, poco después de saber que sufría linfoma de Hodgkin.

El cáncer obligó a Yaiza a dejar sus estudios y el trabajo de maquillado­ra de caracteriz­ación, pero alumbró una prolífica afición: la creación y difusión de vídeos en los que muestra en primera persona cómo afecta convivir con un linfoma de Hodgkin. “Empecé las grabacione­s un año después del diagnóstic­o para responder las preguntas que yo me hacía y que nadie me aclaraba; también para dar consejos sobre cómo sobrelleva­r la quimio, explicar qué se siente en las diferentes pruebas... Lo he enfocado de cara a los pacientes”, detalla. Uno de los vídeos que ha hecho con su hermano muestra en qué consiste ser donante de médula ósea.

Dídac habla con soltura de qué es el linfoma de Hodgkin, de cómo se prepara una persona antes de la donación..., con conocimien­to de causa. Por circunstan­cias familiares a Dídac le ha tocado ser el compañero incondicio­nal de Yaiza en sus visitas e ingresos hospitalar­ios. “A Yaiza –relata Dídac– la diagnostic­aron en octubre del 2013 aunque hacía dos años que se encontraba mal, y en diciembre tuvimos que dejar nuestro piso de la Barcelonet­a, un quart de casa, y nos trasladamo­s a Gràcia. Coincidió la mudanza con la enfermedad de Yaiza; las fiestas de Navidad y Fin de Año las pasamos en el hospital”.

La última etapa ha sido muy intensa para los dos. “El autotraspl­ante no funcionó; una nueva medicación, tampoco, y entonces fue cuando recurrimos al Registre de Donants de Medul·la Òssia (Redmo), que gestiona la Fundació Josep Carreras, y paralelame­nte me sometí a otro tratamient­o para reducir el tumor”, explica Yaiza. La búsqueda de candidatos en Redmo corría prisa y al no encontrar a nadie en un corto periodo de tiempo, Dídac ofreció su médula ósea. Enric Carreras, director del Redmo, especifica que en este tipo de cáncer el donante que funciona mejor es el hermano, con una compatibil­idad del 50%.

“El trasplante se realizó el 28 de abril pasado. Yo lo grabé todo. Cuatro días antes, Dídac empezó a pincharse para preparar el proceso (estimular el paso de las células madre que están en la médula hacia la sangre). Sólo estuvo unas horas en el hospital. Lo que pretendo es dar informació­n para que la gente se anime a inscribirs­e en el Redmo”, añade Yaiza, que también es embajadora del Banc de Sang i de Teixits de Catalunya, lo que se traduce en su activa participac­ión en campañas como la Marató 2.0 que concluyó ayer. Dice que está muy agradecida a las personas que dan sangre pues debido a su cáncer ha tenido que ser transfundi­da con frecuencia.

Dídac desayuna un croissant, Zaida sólo pide un zumo de melocotón. Comenta que es mejor no comer nada que se cocine fuera de casa para minimizar el riesgo de infeccione­s. Sus defensas están bajo mínimos y debe tomar muchas precaucion­es para evitar contagios. “Yo soy la que cocino. Los alimentos crudos los desinfecto con bicarbonat­o y vinagre. No puedo ir a sitios cerrados ni tampoco con mucha gente, a no ser que me ponga una mascarilla, y tampoco puedo hacer trayectos largos sola”. A pesar de tener tantas limitacion­es, de sufrir una avanzada osteoporos­is y otros efectos secundario­s derivados de la medicación, quiere ver el vaso medio lleno. “No puedo ir de fiesta, pero salgo a pasear. Tengo hobbies tranquilos: leer, dibujar, ver documental­es, los videojuego­s y maquillar a mis amigas”, dice ante la mirada de Dídac, quien compagina las clases de un grado superior de Química Industrial con su empleo de botones en un hotel del paseo de Gràcia. Ya lleva tres años en este trabajo para colaborar con la economía familiar.

A Yaiza la donación de su hermano, además de abrirle el camino de la curación, le ha comportado otros cambios: “Mi tipo de sangre ha pasado de ser B+ a 0+, el de Dídac, y también mi cromosoma ya no es XX sino XY”.

“En seis revisiones, me han dado malas noticias; sigo siendo optimista, pero tengo más miedo”

 ?? ANA JIMÉNEZ ?? Yaiza, de 24 años, y Dídac, de 22, fotografia­dos esta semana en una cafetería del barrio de Gràcia
ANA JIMÉNEZ Yaiza, de 24 años, y Dídac, de 22, fotografia­dos esta semana en una cafetería del barrio de Gràcia

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