Arquitecturas soñadas
MAURICI PLA 1959-2017 Profesor de arquitectura, escritor, pintor
En Barcelona hay una red casi secreta de creadores y pensadores, eruditos, inteligentes, de los que sólo de tanto en tanto vemos su brillo, al abrir las páginas de una revista, un diario o un libro, o cuando encendemos el televisor o el ordenador. Sabemos así que existen, porque prefieren la discreción y sumergirse en el trabajo. Uno de ellos era Maurici Pla que, como buen amante de la cultura, no se contentaba con aplicarse sólo a su oficio de profesor de arquitectura, sino a relatar historias fantásticas, pero muy reales, o pintar cuadros y acuarelas en los que se visualiza su mundo, como en su serie de interiores soñados o abandonados hace siglos por los habitantes que los habitaron.
A favor del suspens (1997) es su primer libro de relatos. (Quaderns Crema), Narrativa de creación de atmósferas más metafísicas que surrealistas, como si se reunieran Julien Gracq, Raymond Roussel y De Chirico para hablar de Borges junto a un edificio-guillotina, un reloj de arena que no cumple las leyes de la física o un túnel de tren por el que una niña atraviesa el tiempo. Un mundo cerrado en el que abre la ventana de la sátira como posibilidad de fuga.
A la calle del Diluvio se llega por la avenida de la Libertad en
Dissabte a les fosques (1999). Ahí se levanta no la Casa Transparente de Van Doesburg o la Casa Suspendida de Paul Nelson, diseñadas para buscar la felicidad, sino en una suerte de checa psicológica, con miles de tableros de ajedrez, 245 bombillas como las que tenía El hombre invisible de Ralph Ellison (el Kafka negro), y, una vez más, los inquietantes relojes. Allí vive voluntariamente un pintor para hacer largos monólogos ante una sala vacía y que se ducha con aguarrás para limpiarse las huellas que deja sobre su cuerpo la pintura que le separa de la vida. Fuera del cuadro en el que vive encerrado, allá fuera, en el mundo exterior o tal vez en sus sueños, aparece el deseo de ser otro. El retrato de un hombre de genio. Todo en seis días, casi el Génesis.
L’alquímia del mercat d’alquímies (2011) plantea cómo cualquier relación de amistad, de amor o laboral, entra en peligro en cuanto se entromete en ella la mercantilización, la competencia. Es una fábula realista, en la que combina el humor con la crueldad. Uno de sus hermanos murió de forma trágica y Pla se preguntaba hasta qué punto los seres humanos han interiorizado en sus comportamientos los valores y mecanismos del mercado. Él mismo comentaba su experiencia en psicotropos por un tratamiento de bipolaridad.
Con vocación literaria, Pla consideró que tres filólogos eran demasiados en una misma familai y estudió arquitectura. Era profesor del departamento de Teoria i Història de l’Arquitectura de l’Escola Tècnica Superior d’Arquitectura desde el 2001. En La arquitectura a través del lenguaje, reunió una selección de sus mejores artículos de arquitectura (Loos, Le Corbusier, Frank L. Wright, Louis I. Kahn, Aldo Rossi, Rem Koolhas) en el que mezcla opiniones técnicas con poemas, critica la frase de Coderch: “¡No son genios lo que necesitamos ahora!”, o reivindica al arquitecto que pidió abaratar costes de construcción eliminando plusvalías innecesarias y fue encarcelado.
Con Antonio Pizza analizó las ciudades de Chicago, Nueva York, Viena, Berlín, París y Londres.
Entre otros libros, tradujo Tentativa de agotamiento de un lugar parisino, de Georges Perec, publicó con Manuel Gausà la Guía de arquitectura moderna de Barcelona y escribió Sobre la imaginació analògica: Lautréamont, Breton, Roussel, tres de los
escritores que nutrieron su mundo.