Palmira queda en manos del Estado Islámico
Los yihadistas prosiguen la destrucción del yacimiento, que Siria no puede reconquistar
Siria lanza una nueva llamada a la comunidad internacional. Los milicianos de Estado Islámico que hace un mes reconquistaron el yacimiento arqueológico de Palmira han empezado a destruirlo de nuevo, repitiendo las acciones que ya perpetraron entre mayo de 2015 y marzo de 2016, cuando lo tuvieron controlado.
Unas imágenes vía satélite de los servicios secretos sirios demuestran que los yihadistas han dinamitado parte del tetrápilo, el conjunto de columnas levantado en el extremo de la monumental columnata existente detrás del teatro romano; la fachada de éste también se ha ido al suelo. La destrucción tuvo lugar entre el 26 de diciembre y el 10 de enero, según denota la comparación entre imágenes tomadas en ambas fechas.
Esta destrucción casi que no es lo más grave: lo más grave es que, según fuentes de la máxima solvencia cercanas a los servicios secretos sirios, el lugar quedará al menos hasta la próxima primavera en manos del Estado Islámico, dado que tanto las fuerzas gubernamentales de Bashar el Asad como sus aliados rusos han debido concentrarse en la reconquista de Alepo y en la protección del aeropuerto (y base aérea) de Palmira, situado a unos sesenta kilómetros, distrayendo las tropas que protegían el yacimiento de Palmira.
Este movimiento, además de haber permitido que el EI reocupara el sitio arqueológico (ya estuvieron allí entre el 20 de mayo de 2015 y el 27 de marzo de 2016), impide cualquier ofensiva si se quiezona, re asegurar la estabilidad de Alepo, una ciudad clave por su tamaño, ubicación y simbolismo.
El director general de Antigüedades del Gobierno sirio, Maamoun Abdulkarim, calcula, pese a que no es su área de trabajo, que en el yacimiento se han atrincherado “entre 3.000 y 4.000 milicianos”.
Sucede que el acercamiento de tropas del EI hacia la zona de Palmira ya fue advertido por los servicios secretos y el ejército sirios en octubre. Procedían de Mosul, ciudad que el ejército iraquí, con apoyo internacional, había logrado liberar del dominio del EI de los meses anteriores.
El desvío de tropas hacia Alepo provocó la destitución del máximo responsable militar ruso en la
según dichas fuentes.
Ahora, Siria se resiste de alguna manera a sacrificar Palmira, explican dichas fuentes, ante la incapacidad de atender dos frentes tan importantes al mismo tiempo. El director general de Antigüedades de Siria hacía una llamada ayer, en conversación telefónica con este diario, a que “la comunidad internacional entienda que la protección de Palmira no es una cuestión política, sino cultural, y nos atañe a todos”.
Contra lo que ocurrió en la anterior fase, esta vez ha sido el Gobierno sirio el que ha difundido la imagen que demuestra la destrucción de elementos emblemáticos del maravilloso yacimiento sirio, declarado patrimonio de la humanidad en 1980.
En agosto de 2015, el EI dinamitó el templo de Bel, tal como había hecho días antes con el de Baalshamin. Luego destruyó tres importantes tumbas-torre, entre ellas la de Elahbel, joya irreemplazable que fue construida en el año 103 a. C., de cuatro plantas y un piso subterráneo; en octubre destruyó el arco de triunfo. En su campaña de propagación del horror, los milicianos del Estado Islámico difundieron imágenes con sus acciones.
¿Por qué no ahora? Abdulkarim ignora “qué tienen en la cabeza, si es que tienen algo”. “Estoy seguro de que esto es sólo el principio”, alertaba ayer, “profundamente triste”. “Si tienen medios y les damos tiempo, estoy convencido de que continuarán”, grita Abdulkarim.
En las semanas que dominaron el sitio, las autoridades sirias evacuaron algunos bienes que aún había en la zona.
Ahora, el Aga Khan Trust for Culture, que dirige el barcelonés Luis Monreal y que trabajaba con la Administración siria en un plan de trabajo para la reconstrucción de Palmira, está organizando una exposición en Toronto con alrededor de cuarenta piezas arqueológicas del yacimiento. Por fortuna, la mayor parte de los bienes muebles ya fueron trasladados a lugar seguro en Damasco.
Siria debe centrar sus fuerzas en Alepo y no puede contraatacar a los islamistas
“Palmira no es una cuestión política, sino cultural, y nos atañe a todos”