La Vanguardia

Al alba, un laboratori­o en el desierto

La lucha por el récord del mundo de maratón se ha convertido en un proceso mercantili­zado y vertiginos­o

- SERGIO HEREDIA Barcelona

Suele haber dos libros sobre mi mesa. El primero se titula Dos Horas (Debate). Lo escribió Ed Caesar, periodista estadounid­ense. Tiene 35 años. A lo largo de 250 páginas, Caesar le da vueltas a un asunto muy recurrido últimament­e. ¿Llegaremos algún día a romper la barrera de las dos horas en el maratón?

Caesar opina que estamos vislumbran­do la cima.

El segundo es Corre como un etíope (La esfera de los libros). Marc Roig Tió, que es atleta y fisioterap­euta, y explorador en el mundo de los fondistas africanos, invierte 16 capítulos en contarnos cómo se entrena Kenenisa Bekele. Cómo se entrenan los etíopes, en general.

De fondo, Roig también se entretiene en el mismo punto. ¿Romperemos las dos horas?

Todo este movimiento sub 2h ha entrado en una fase de vértigo. Nike y Adidas se encuentran en campaña: ambas firmas están remodeland­o sus zapatillas. Buscan fórmulas de amortiguac­ión que economicen la zancada sin caer en la ilegalidad.

¿Qué llevan sus atletas en la planta del pie? ¿Una cámara de aire o una palanca?

También bucea Yanis Pitsiladis, científico, este con un presupuest­o relativame­nte modesto: en las alturas de Addis Abeba, su gente debe apañarse con 280.000 euros. Nike cuenta con un margen de 28 millones de euros.

Pitsiladis investiga con los hidratos de carbono. Anda detrás de la bebida energética milagrosa. El eje de su historia gira alrededor de Kenenisa Bekele (34).

No será Bekele quien rompa la barrera de las 2h (hoy el récord está en los 2h02m57s de Denis Kimetto, del 2014). Eso opinan todos. Pero sí es el conejillo de Indias. Explorando en sus límites, tal vez sepamos qué hay que hacer para alcanzar la cima. Parece lógico. Bekele es el fondista más fascinante, mejor dotado, de la historia. Le avalan trece títulos mundiales de cross. Y las plusmarcas mundiales de 5.000 y 10.000 m. Eso dice su palmarés. Otra cosa son los límites. Por ejemplo, ¿ya no se respetan los periodos de recuperaci­ón? En septiembre, Bekele rondaba el récord del mundo de Kimetto. En Berlín, registró 2h03m03s.

De eso hace apenas cuatro meses y medio. Casi nada, tratándose de un maratón. Y sin embargo, ahí estaba ayer Bekele. De nuevo, asaltando el récord del mundo. Los expertos insistían: –Su estado de forma es magnífico –decían–. Puede hacerlo. Y Bekele lo intentó. Lo hizo en Dubái, en uno de los maratones más extraños del mundo. Un laboratori­o en el desierto. Como Walter White y Jesse Pinkman cocinando en la caravana, en Nuevo México. Breaking bad.

¿A quién se le ocurre buscar el récord del mundo de maratón en el Golfo Pérsico...?

Habrá que disecciona­r las condicione­s de la carrera. 180.000 euros de premio al ganador. 90.000 euros más por el récord. Avenidas anchas, un secarral entre paseos destemplad­os, escasos de público. Un trote en la noche, sorteando de puntillas el sol ardiente de media mañana. El pistoletaz­o, a las seis y media. Al alba. Dos horas corriendo a 16ºC. Hay que llegar a meta antes de que amanezca.

La elite la compuso un puñado de corredores. Quien no podía seguir a las liebres principale­s no tendría ayudas adicionale­s. Así se hablaba en el briefing, en la víspera, al discutir los ritmos de paso.

¿A cuánto hay que cruzar el medio maratón? ¿a 61m? ¿A 61m30s?

Tanta historia, tanta ciencia, se

INTENTO FALLIDO En Berlín, en septiembre, Kenenisa Bekele rozaba la plusmarca; ayer se retiró en el kilómetro 23

PETRODÓLAR­ES El maratón de Dubái se disputa en circunstan­cias extrañas: de noche, entre largas avenidas, sin público

desparramó en la salida. Es literal. Al juez se le enganchó el gatillo. Bekele se quedó quieto. Los otros echaron a correr. La multitud lo arrolló.

Tras ponerse en pie, Bekele fue como un tiro a buscar la cabeza. Se vació en el empeño: por delante volaban. El grupo cruzaba el medio maratón en 61m33s. Iban seis y las liebres. Bekele resoplaba. Al kilómetro 23, ya descolgado, sintió que le explotaba un cuádriceps. Ahí se retiró. Ganó Adere Tola, en 2h04m10s.

Bekele se retrató luego, en el hotel. Mostró un codo y el muslo magullados. Luego lanzó otro aviso.

–Volveré en abril, en el maratón de Londres.

¿Nadie parará la máquina?

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STRINGER / AFP Bekele, en el centro de la imagen (zapatillas amarillas), poco antes de aterrizar sobre el asfalto

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