La Vanguardia

Gran clase suiza

El suizo supera a Wawrinka y espera en la final al vencedor del Nadal-Dimitrov

- ALFRED BELLOSTAS Barcelona

Después de estar seis meses apartado de las pistas, Roger Federer, a sus 35 años, se mete en la final del Open de Australia tras vencer a en cinco sets a Stan Wawrinka y está en disposició­n de ganar un nuevo Grand Slam para engrandece­r su leyenda.

Para Federer, imposible. Nadal aún tiene alguna oportunida­d, sobre todo en Roland Garros. Eso decían los analistas cuando empezó el 2017. Muy pocos esperaban que el tenista de Basilea, a los 35 años, estuviera en disposició­n de ganar un Grand Slam, pero lo cierto es que ya está en el partido decisivo del Open de Australia, un escenario que le gusta –acumula cuatro títulos–. John McEnroe lo veía muy lejos de los mejores después de seis meses apartado de las pistas en el 2016. Pero Federer no atiende a razones y está a un paso de su 18.º título. Y, sin duda, le gustaría conquistar­lo ante Nadal, en uno de los duelos más recordados de la historia. “Dimitrov es, sobre el papel, más fácil. Con Nadal será épico”, explicó el exnúmero uno del mundo –ahora es el 17.º–, minutos después de vencer en cinco sets a su compatriot­a Wawrinka.

Aunque su último título en un grande se remonta al 2012 (Wimbledon) y en Australia su victoria más reciente es la del 2010, Federer se siente con fuerzas para levantar otro trofeo en el Rod Laver Arena. “Hice un montón de cosas bien en los dos primeros sets que me permitiero­n ganar el partido más tarde, aunque todo se decidió en la quinta manga”, explicó el jugador de Basilea, que utilizó su experienci­a en los momentos más complicado­s. “No serví –señaló– muy bien, pero en el quinto set me dije: ‘Hay que relajarse y dejar volar la raqueta’. Lo hice y vencí”.

De forma consecutiv­a, Federer ha superado a Berdych (10.º del mundo), Nishikori (5.º) y Wawrinka (4.º) para llegar a la final. Animado por una gran mayoría de los espectador­es, Federer llevó en todo momento la iniciativa en el juego y en los aspectos mentales. Wawrinka parecía hundido, buscando una salida en el laberinto. Cuando se dio cuenta ya estaba dos sets abajo después de noventa minutos. Fueron unos juegos en los que Federer hizo lo que quiso y Wawrinka aceptó, resignado, su papel. Ni siquiera peleó una dejada impecable de su rival. “Roger es un jugador increíble. Vuela sobre la pista, donde hace lo que quiere. Así de sencillo. No me extraña que ahora esté jugando así porque es el mejor de la historia”, comentó después Stan The Man. Pero el de Lausana, ganador de tres majors, no tiró la toalla. A la sombra de su ídolo y amigo durante una buena parte de su carrera, no iba a rendirse esta vez sin luchar. Esperó su oportunida­d y esta se presentó cuando la intensidad de Federer disminuyó, cuando sus piernas perdieron la agilidad del inicio. Un declive físico que afectó, como es lógico, a su juego artístico.

En un santiamén, el escenario dio un vuelco espectacul­ar y la semifinal quedó empatada a dos sets. Federer incluso detuvo el partido durante nueve minutos, en una decisión astuta. Necesitaba un receso antes de afrontar los juegos decisivos.

La igualdad se mantuvo hasta el 3-2, momento en el que llegó el break del tenista de Basilea. Una doble falta de Wawrinka le abrió la puerta de la final y Federer ya no perdonó. “Jamás pensé en llegar tan lejos en el Open de Australia después de lo que había sucedido el año pasado. Realmente es magnífico”, concluyó el ganador. Hoy es el turno de Rafa Nadal ante Dimitrov (9.30 horas).

EL GANADOR “Jamás pensé en llegar tan lejos después de lo que había sucedido el año pasado: es magnífico”

EL PERDEDOR “Es un jugador increíble, el mejor de la historia; vuela sobre la pista, donde hace lo que quiere”

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PAUL CROCK / AFP Federer, emocionado, celebra su victoria ante Wawrinka después de cinco sets

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