La pájara merengue
Ha llegado la ocasión. Y esta vez sin la participación de Kevin Roldán y sin los excesos de las fiestas de cumpleaños de Cristiano Ronaldo. El Real Madrid ha entrado en fase depresiva, de la mano de su eliminación en la Copa del Rey. Pero no sólo por eso. Ya la derrota en el Sánchez Pizjuán ante el Sevilla supuso un mazazo para el equipo merengue. Y desde entonces los blancos no han levantado cabeza. Incluso cuando han ganado, lo han hecho con gran sufrimiento. Ante el Málaga, por ejemplo, en el último partido de Liga en el Santiago Bernabeu. Los locales ganaron por 2-1, pero salieron exhaustos y cabizbajos de su estadio. La afición afilaba navajas en las gradas, mientras los madridistas enfocaban el túnel de vestuarios con el aspecto lúgubre de un ejército derrotado.
Todas las miradas se dirigen ahora hacia el banquillo, donde Zinédine Zidane trata de recomponer la figura, en busca de algún as que sacarse de la manga. Pobre Zizou. Le crecen los enanos, al tiempo que le llueven las críticas. El entrenador madridista casi tiene más jugadores en la enfermería que en el vestuario. Ése es un factor importante, sin duda. Pero no le va a funcionar como atenuante.
Es cierto que en Balaídos se echaron de menos miembros importantes de la plantilla blanca. A mi juicio, Modric y Marcelo, por ejemplo. Cuando está inspirado, el jugador croata facilita pases que cualquier delantero pagaría por recibir. Ese papel de tiralíneas es imprescindible para un equipo con pretensiones atacantes. Sin embargo, el Madrid no dio esa imagen en el estadio vigués. A los madridistas les irrita perder, pero también ver a sus chicos hundirse en el juego especulativo, que fue el que practicaron
Pobre Zizou; tiene casi más jugadores en la enfermería que en el vestuario, pero no le va a valer como atenuante
los blancos en buena parte del partido. El Madrid, en suma, fue a Vigo con presuntas ambiciones que nunca confirmó sobre el terreno.
Sin Marcelo, los blancos pierden también mucho fuelle atacante. El lateral brasileño es a veces demasiado osado y corre en exceso por la banda, y algún gol ha recibido el Madrid por su tendencia a irse de excursión por el césped. Pero cuando le sale bien el paseo, su descaro le resulta rentable al equipo. Nada eso pudo verse en Balaídos, donde los merengues confirmaron su estado psicológico de pájara.
Pero no hay que abusar del recién caído y sus debilidades. No hablaremos, por tanto, de la ocasión marrada por Sergio Ramos, cuando lanzó fuera el cabezazo más fácil de toda su carrera futbolística, y cuando su equipo más lo necesitaba. Ni le sacaremos punta a los postes de Ronaldo o al infortunio de Danilo, que le coloca a los pies de los caballos de la afición madridista. Lo importante es que ha llegado la ocasión. Los rivales han de saber aprovecharla.