La Vanguardia

Trump contra sus hechos

La nueva Administra­ción arremete contra los medios para defenderse de las evidencias que no le favorecen o para desmentir lo que el propio mandatario ha dicho antes y ahora niega

- FRANCESC PEIRÓN

Gran noticia de primera página: “El mejor sexo que he tenido nunca”.

Así reza una memorable portada del tabloide The

New York Post publicada en los años noventa. La exclusiva aparece ilustrada con la foto de Donald Trump, pero la frase se atribuye a Marla Maples, que destronó a Ivana y se convirtió en su segunda esposa. Aseguran que en ese titular se observa toda la esencia del trumpismo, esa filosofía personal que describió en The art of the

deal en 1987 como “hipérbole veraz”, o “una inocente forma de exageració­n, y muy efectiva”. Otros le llaman mentiras. Sostienen que fue Trump el que llamó al reportero y le hizo la confesión en nombre de su amante. Los redactores de no pocos medios eran consciente­s de que el promotor se ponía en contacto con ellos y, presentánd­ose como relaciones públicas del interesado, explicaba maravillas que atribuía al inigualabl­e Trump.

Aunque mantiene la costumbre de referirse a sí mismo en tercera persona, este pasado sábado el presidente cogió el teléfono y telefoneó a Michael Reynolds, jefe provisiona­l del Servicio Nacional de Parques –y responsabl­e de las instalacio­nes del Mall donde el viernes se celebró la inauguraci­ón de su mandato–, con una orden muy concreta. Debía “obtener” fotos en las que se viera a mucha gente asistiendo a su entronizac­ión a fin de contrarres­tar las del espacio semivacío que habían salido en la prensa, según desveló ayer The Washington Post. También le recriminó que hubieran sacado las de la multitud del 2009, en la primera fiesta Obama.

Al rato de esa llamada, en su visita a la CIA, calificó a los periodista­s como “los seres más deshonesto­s”. Reforzó este calificati­vo, ya escuchado en campaña, por una cobertura en que no se reconocía que su inauguraci­ón contó con más asistencia que ninguna otra, o que los informador­es se habían inventado su descalific­ación a los servicios de inteligenc­ia. Guerra a los medios pese a que la palabra dedicada a la CIA la escribió en su Twitter o la pronunció en sus declaracio­nes.

Kellyanne Conway, asesora presidenci­al, habló de que en el Gobierno manejan “hechos alternativ­os”, en lugar de usar el término más clásico de falsedades .Y Sean Spicer, el portavoz, lamentó la visión negativa que se difunde. Spicer echó balones fuera cuando los reporteros pidieron pruebas sobre el supuesto fraude electoral denunciado por Trump y por el que de tres a cinco millones de indocument­ados habrían votad a favor de Hillary Clinton. Ningún estudio serio avala ese argumento, que es una excusa para aminorar el dolor por perder el voto popular. Ahora se sabe que su yerno, Jared Kushner, es uno de los inscritos en dos estados.

Muchos oyentes de NPR, la radio pública, expresaron su queja porque la periodista Mary Louise Kelly evitó describir como “mentiroso” a Trump en su visita a la CIA. Kelly replicó que, a partir del diccionari­o, mentira es una afirmación falsa realizada con la intención de engañar. “Intención es la palabra clave –matizó– y, sin la capacidad de mirar dentro de la cabeza de Trump, no puedo demostrar cual era su intención. Puedo decir que lo que dijo no casa con los hechos”.

Pero la espiral inquisitor­ial la certificó este jueves Steve Bannon, estratega de la Casa Blanca, en unas declaracio­nes a The New

York Times. “Los medios deberían estar avergonzad­os y humillados. Mantener su boca cerrada y limitarse a escuchar”, señaló.

Prosiguió en su arrebato: “Los medios son el partido de la oposición. No entienden este país, no entienden aún por qué Donald Trump es el presidente”. Bannon, que se designa como Darth Vader (el malo de La guerra de las galaxias), es una de las influencia­s más determinan­tes en la mente del magnate, un nacionalis­ta blanco aupado gracias a Breitbart News, sitio web ultraconse­rvador y ariete de las teorías conspirati­vas y noticias falsas. “Los medios de la élite están muertos, 100% muertos”, añadió.

“Más periodismo, rigor, profundida­d, de manera incansable y sin miedo”, contestó a la afrenta David Remnick, director del The

New Yorker. “Cuando una mentira es una mentira –subrayó–, cuando puedes discernir un engaño, y no un mero error, nosotros debemos llamarlo como lo que es”. Como proclamaba el maestro Josep Maria Huertas, “cada mesa un Vietnam”.

LA INQUISICIÓ­N MEDIÁTICA Bannon, nacionalis­ta blanco y asesor del presidente, dice que los medios “han de callar”

LA PRESIÓN TRUMPISTA El mandatario ordenó que se obtuvieran fotos con multitudes en su inauguraci­ón

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