Trump y May, por un nuevo orden
EL presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y la primera ministra del Reino Unido, Theresa May, acordaron ayer poner en marcha un acuerdo comercial especial entre ambos países después de que se haya materializado la marcha del Reino Unido de la UE y, según la líder británica, reforzar el papel de la OTAN. La reunión fue un balón de oxígeno para ambos líderes, el primero cuestionado por su populismo exacerbado y sus primeras medidas –reforma del Obamacare, decreto para acabar el muro con México y anuncio de la reinstauración de la tortura, entre otras–, y la segunda, en una situación compleja, en tanto que conversa al Brexit, y tras la sentencia del Supremo que otorga al Parlamento la decisión última para la salida de la Unión Europea.
Aunque es tradicional que el presidente de Estados Unidos celebre su primera reunión con el primer ministro británico, lo cierto es que la reunión de ayer en la Casa Blanca trasciende esa costumbre. En las actuales circunstancias, reforzar la especial relación entre ambos estados adquiere una importancia más que notable. Para Trump representa que no sólo es capaz de ser amigo de sus amigos, sino que su victoria electoral es –como dijo– parangonable al Brexit y que su visión de un reacomodo de la política mundial pasa por marginar a la UE. Para May, es una primera garantía de futuro en el post-Brexit, porque el acuerdo comercial hará de esta etapa un trance menos doloroso (casi el 50% de las exportaciones británicas van a la UE). Mientras en su país una parte importante de la opinión pública la acusa de caddie de Trump, al tiempo que le exige que le censure por la tortura, su machismo, sus políticas antiinmigratorias y su negacionismo medioambiental, la primera ministra se limitó a pedirle, en una conferencia en Filadelfia, que no se aislara del mundo y que “tuviera cuidado” con Putin. Nada más, aunque respecto de la reinstauración de inhumanas prácticas contra detenidos, ya lo había dejado claro con anterioridad: “Nosotros no autorizamos la tortura y esta continuará siendo nuestra posición”.
Lo más trascendente de la reunión de ayer en el despacho oval es la voluntad de ambos líderes de iniciar una nueva era en la política global. No les va a resultar fácil, por cuanto las resistencias a uno y otro lado del Atlántico son también muy poderosas. Hoy mismo, el presidente estadounidense conversará telefónicamente con Angela Merkel, François Hollande y Vladímir Putin. Estas entrevistas pueden arrojar algunas claves de futuro, una vez que parecen haberse disipado las dudas de Trump con respecto de la OTAN.