El bulo sobre Llach
Desde que hay internet, la frontera entre la verdad y el bulo se ha difuminado tanto que casi ha desaparecido. Por supuesto, la información falaz existe desde que existe el periodismo e incluso los ha habido que han usado sus medios de comunicación para alentar golpes de Estado o hacer caer gobiernos, de manera que todas las formas de manipulación estaban inventadas antes de internet. Pero es cierto también que internet abunda en la distorsión y en la mentira, tanto como goza de un éxito desmesurado en su afán de parecer auténtico. Es tal el fenómeno, que hay gentes que consideran más fiable una noticia en redes que otra que la desmienta desde un periódico. Es decir, cualquiera con pasamontañas cuelga una información falsa y resulta una voz autorizada en estos tiempos en los que “la voz del pueblo” (sin saber muy bien quién es el “pueblo”) está sobrevalorada.
La cosa se agrava cuando esta tendencia a la impunidad de la mentira traspasa las redes y aterriza en la prensa escrita, allí donde se supone que los límites son más rígidos. Es cierto que cuando ello ocurre en la sección de Opinión, es responsabilidad del opinador y no del periódico, pero también es un hecho que antes de denigrar a alguien en la prensa escrita, basándose en mentiras, lo normal es pensarlo dos veces. Lo escrito queda, retorna siempre… Sin embargo, el tuiterismo ha rebajado la necesaria precaución, tanto como ha animado la osadía, y aquello que antes habría sido más inusual empieza a ser normal.
El ejemplo de hoy es de manual. El próximo 11 de febrero un nutrido grupo de cantantes se reunirán en un concierto en el Sant Jordi a favor de las personas refugiadas. Gemma Recorder coordinó un vídeo con la canción Mediterráneo para promover el concierto, y el único que no pudo cantar, porque estaba en Senegal, fue Lluís Llach, que sí participará en el concierto. De golpe alguien dice que Llach no cantó porque debía hacerlo en castellano y se niega, el amigo Oller publica el bulo en El Periódico, Llach decide no responder (porque estaría siempre desmintiendo tonterías), y un columnista del Diari de
Girona, de los obsesionados con la maldad intrínseca de los amigos del procés, le hace un furibundo artículo dando por bueno el chisme, despreciando su figura y considerando que es un insolidario que sólo se preocupa por el catalán. Llega al punto de denigrarlo con frases de este estilo: “Soy Llach, una estrella, y no hago de palmero de un charnego del Poble Sec. Si quieren gozar de mi presencia, cantemos todos La gallineta y que Serrat me acompañe”. Y luego que nunca fue solidario, que está jubilado, que ya no lo conoce ni el apuntador, bla, bla, toda la miseria que el tipo debía guardar contra él para escupírselo a la primera ocasión. El problema es que basa toda su perorata denigradora en una simple, rotunda y fácilmente contrastable mentira. Acusador retratado.
El bulo contra Llach: “Soy Llach, una estrella, y no hago de palmero de un charnego del Poble Sec”