La Vanguardia

El cáncer, por su nombre

- Susana Quadrado

De niña lo primero que hacía cuando veía a un ciego con el que nos cruzábamos casi a diario cerca del colegio era cerrar los ojos. Cerraba los párpados y caminaba a oscuras unos pasos con la idea de que podría sentir lo mismo que él. Luego, a lo largo del día, si me acordaba del ciego, volvía a cerrarlos y permanecía quieta hasta que alguien me llamaba la atención.

Recordé eso al recibir el martes la alerta en mi móvil de que Bimba Bosé había muerto con 41 años. Cuarenta y uno. Metástasis. Sabíamos de su enfermedad por ella. No sólo no la había escondido, sino que daba pormenoriz­ada cuenta pública de cada nuevo diagnóstic­o. “Para romper el estigma”. En ese momento volví a cerrar los ojos como cuando me cruzaba con el ciego... Sentí una fuerte punzada que me paralizó unos segundos. Maldito cáncer, qué mierda. Bimba se había ido como tantas otras, como tantos otros que hemos conocido bien, de los que hemos estado cerca. Lo mejor que he leído estos días sobre la muerte de esta modelo tan poco convencion­al lo firmaba Luz Sánchez-Mellado en El País: “Su fin nos pone a todos en nuestro sitio”. Dicho de otra manera, nos hace consciente­s de nuestra propia fragilidad.

No llego a esta columna para hablar de la Bimba modelo, de la Bimba cantante, de la Bimba hija de padre y madre de apellido famoso. Sino de la Bimba enferma, una más entre los mortales. Si se distinguió por algo fue porque decía las cosas por su nombre. El cáncer es cáncer, y la metástasis, metástasis. Me pregunto por qué hay quien sigue utilizando el eufemismo de “la larga enfermedad” para evitar la palabra cáncer. Se habla de cáncer para referirse a los supervivie­ntes y se borra cuando se ha cobrado una vida, perpetuand­o de este modo el tabú que todavía pesa en torno al nombre que la define y, por tanto, a la propia dolencia.

Quizá es porque carecemos de recursos expresivos, pero al hablar del cáncer deberíamos dejar de asociar conceptos como los de valentía con superación de la enfermedad; o cobardía, con derrota. El cáncer da derecho a llorar, a cabrearse, a tener días malos porque es una montaña rusa de sentimient­os y nadie puede obligarte a reír. La alegría no es lo mismo que el optimismo, como la compasión no es lo mismo que la lástima.

Los enfermos de cáncer lucharán hasta el último segundo porque la vida es algo que vale la pena. Ellos lo saben: ser feliz tiene que ver con un puñado de certezas a corto plazo. Esos hijos que te ponen las pilas, tu pareja, tus apoyos, tus amigos. La odiosa visita al médico programada para el martes. El miedo. Tu café con leche. Ese vestido que tan bien te sienta. El libro que tienes a medias. Mañana es domingo. Estás viva.

 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain