Melania Trump, portada del ‘Vanity Fair’ de México
La elección coincide con la crisis diplomática desatada por su esposo
El don de la oportunidad, una paradoja, un sarcasmo...: justo coincidiendo con la peor crisis diplomática en décadas entre Estados Unidos y México, desatada por su marido al empeñarse en construir un muro entre las dos naciones y que además lo pague el país azteca, la edición mexicana de la revista
Vanity Fair dedica su portada a Melania Trump, la esposa del nuevo presidente estadounidense.
Cuando aún resuenan los insultos de Trump a los inmigrantes mexicanos (“violadores”, “asesinos”...), cuando el presidente Peña Nieto se ha visto obligado a anular su encuentro con el millonario mandatario porque este tuiteó que si no pensaba costear el muro que no hacía falta que se reunieran, cuando el portavoz de la Casa Blanca ha anunciado posibles tasas del 20% para las importaciones de México (la imaginativa fórmula alternativa de Trump para que paguen el muro sea como sea), Melania, con un rostro sospechosamente impoluto, sonríe en la portada mientras se come un peculiar plato de espaguetis, en realidad un montón de caras joyas en perfecta combinación con las que luce en sus dedos y en su muñeca derecha.
El reportaje, publicado inicialmente hace diez meses en la edición británica de GQ, otra revista del grupo Condé Nast, es una entrevista en la que la exmodelo de origen esloveno, que se nacionalizó estadounidense en el 2006, habla de su relación con Donald Trump, su familia o su oposición a las operaciones estéticas. Por supuesto dice que ella no piensa “entrar en política ni en temas legislativos”, porque su marido es “quien se ocupa de esas cosas”. Y de los consejos que le da a Trump afirma: “Nadie se entera y nadie se enterará jamás, todo eso queda entre mi marido y yo”. Habla de cómo se conocieron durante una semana de la moda en Nueva York y que enseguida “hubo mucha química entre nosotros, pero su fama no me impresionó. Es posible que él lo notara”. Sobre la relación de ambos, añade: “Donald me apoya mucho... Si le digo ‘me voy a dar un baño’ o ‘me van a dar un masaje’, él no se opone”. Contraria al “bótox y las inyecciones”, porque las considera perjudiciales “para la cara y para los nervios”, recalca que ella nunca ha empleado esos métodos: “Todo es mío. Envejeceré con dignidad, como le pasa a mi madre”.
“Donald me apoya mucho... Si le digo ‘me voy a dar un baño’ o ‘me van a dar un masaje’, él no se opone”, afirma