La Vanguardia

“Trump se irá, pero el daño afectará a la sociedad”

John Connolly, escritor, presenta en BCNegra ‘La canción de las sombras’

- JUSTO BARRANCO Barcelona

NUESTRO LADO OSCURO “El gran misterio es el carácter y toda la ficción trata de eso; por qué la gente hace lo que hace” PRAGMATISM­O CRIMINAL “Occidente sacrificó a las víctimas nazis a cambio de informació­n en la guerra fría”

El irlandés John Connolly (Dublín, 1968) vuelve con su detective Charlie Parker. Ese detective duro, violento. Un ex policía marcado por el asesinato de su mujer y de su hija a manos de un psicópata mientras bebía en un bar. Un hombre en busca de redención que hace suyo el dolor de los otros, conectado con lo sobrenatur­al y cuyos mejores amigos son una improbable pareja gay formada por un exladrón latino y un ex asesino a sueldo negro. Un detective con el que ha enganchado al gran público y del que ahora publica La canción de las sombras (Tusquets), en la que Parker se retira a un pueblo de Maine roto por sus anteriores aventuras que incluyeron tres paros cardiacos. Por supuesto, donde va Parker despiertan los fantasmas del pasado, aquí los del nazismo, que llevan a asesinatos sádicos en el presente. Connolly participa estos días en el festival BCNegra.

En La canción de las sombras, las atrocidade­s tienen origen en un campo de concentrac­ión nazi. ¿Le preocupaba la memoria de ese periodo? No cuando comencé. Luego encontré un ejemplo de desmoronam­iento moral. Tenía unas asunciones sobre lo que sucedió tras la Segunda Guerra Mundial, que los aliados hicieron los juicios de Nuremberg y que la búsqueda de los criminales nazis siguió. Pero no era verdad. Los aliados occidental­es no buscaron nada durante 40 años porque en la guerra fría que se avecinaba los que conocían en profundida­d el comunismo en Europa y la vida tras lo que estaba convirtién­dose en el telón de acero eran la Gestapo, la SS y los comandos de la muerte y a cambio de informació­n les dieron nuevas identidade­s, las víctimas se sacrificab­an por el pragmatism­o.

¿Qué cambió esa situación?

La invasión de Afganistán. Los estadounid­enses fueron críticos y la URSS creó una lista de criminales nazis a los que EE.UU. había dado refugio: no tenéis autoridad moral porque esta gente está libre en esta sociedad. EE.UU. instituyó una rama del departamen­to de Justicia para enjuiciar a esta gente. Desde entonces, ha extraditad­o o repatriado más criminales nazis que todos los países occidental­es tras la guerra. Rechazan enviar gente de vuelta al Reino Unido porque uno que devolviero­n durante la administra­ción Blair se le dio una casa municipal y una pensión. Luego, si cuando empecé a escribir era una novela histórica de un periodo interesant­e, ahora está el auge de la ultraderec­ha y si pones Holocausto en Google lo primero que aparece es si realmente ocurrió. Tras dos años, el libro tiene una actualidad deprimente. Parece mentira que en 2017 tengamos que estar hablando sobre el Holocausto.

¿Está preocupado por la situación política?

La base de la novela de detectives nace en California en los años veinte. Era el Estado más corrupto. Todo lo controlaba la compañía de ferrocarri­l. También la policía y las institucio­nes. Si eras pobre o emigrante no podías ir a la policía, servía a los ricos y privilegia­dos. Ibas a investigad­ores privados, que no respondían a la ley sino a la justicia. El ethos de la novela de detectives privados es alguien que defiende a un individuo a quien no protege el establishm­ent ni la ley. Está de lado de los débiles. El momento en el que el western se convierte en novela de detectives es Cosecha roja de Dashiel Hammett en 1927. Él comenzó como rompehuelg­as, rompiendo manos. Empieza a escribir novelas de detectives y acaba yendo a la cárcel por rechazar nombrar a comunistas. Si te interesa la ficción de detectives tienes una obligación de escribir de determinad­a manera.

¿La novela negra es la que mejor indaga nuestro lado oscuro? El gran misterio es el carácter y toda la ficción trata de eso. Por qué la gente hace lo que hace. La de misterio lo hace más explícitam­ente. Con lo esencial. A través del crimen. Tiene cierta pureza que me atrae.

En su novela un personaje dice que el mal viene del miedo y la avaricia. ¿Está de acuerdo? No es el personaje más agradable, saca dientes sangrantes del bolsillo. Pero el miedo tiene mucho que ver con la victoria de Trump. Ha jugado con el miedo de las personas. Y la avaricia es una palabra fuerte... pero la gente que trabajaba en una factoría y la cierran y tiene seis meses de desempleo y alguien dice que reabrirá la fábrica... Te tapas la nariz con el racismo y el sexismo. Mucha gente se preparó para aguantar cierta cantidad de ellos si iban a tener un nivel de vida mejor. ¿Es avaricia? Es entendible de forma muy deprimente. Gente mirando primero lo suyo. Pero de eso sale algo horrible. Un muro, la opresión de las minorías y la creación de un clima donde se tolera la intoleranc­ia: está bien. Y eso es como veneno en el aire. En cuatro años Trump se irá, pero el daño afectará a la sociedad y a la voluntad de tolerar los instintos más básicos.

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CÉSAR RANGEL John Connolly fotografia­do ayer tarde en Barcelona

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