La Vanguardia

Pañolada en el Palau

El Barça Lassa se hunde más con una derrota lamentable ante el Baskonia

- ALFRED BELLOSTAS Barcelona

Numerosas manos en las caras, gestos de preocupaci­ón, pañuelos hacia el palco, silbidos generaliza­dos... El Palau Blaugrana no pudo ocultar ayer su enfado por la situación del equipo de baloncesto, que sufrió una derrota mucho más humillante en la pista que lo que refleja el marcador final del partido ante el Baskonia (79-93). Las dos últimas bajas (Oleson y Renfroe) han roto por la mitad el primer proyecto de Bartzokas, que se tambalea incapaz de soportar las numerosas lesiones que ha sufrido (once) desde que comenzó la temporada. Los blaugrana, además, bajaron ayer los brazos durante unos minutos ante un rival que acudía a la pista catalana después de tres derrotas consecutiv­as, dos de ellas muy contundent­es, y habiendo encajado una media de 92 puntos. Pero ayer fue el Barça el que no se pareció, en defensa, en nada al de otras jornadas. Después del empate a 40 (17m10s), los barcelonis­tas encajaron un parcial de 3-20 que les dejó fuera de combate. Entre el segundo y el tercer cuartos, los azulgrana recibieron nada menos que 62 puntos de un adversario que, en la primera vuelta, sólo había alcanzado los 65 en el Buesa Arena. Pese a ello había ganado (65-62). Algunos de esos puntos llegaron con los triples de Larkin y Hanga, pero también con varios mates que provocaron el lógico enojo de la afición catalana, que veía cómo el equipo de Vitoria anotaba con pasmosa facilidad en cada ataque. No hubo entonces ni una pizca de defensa, de carácter, de orgullo por parte del Barça.

En el banquillo, Rice observaba el desaguisad­o cubierto con una toalla y con la cinta blanca en la cabeza. Sólo se le veían los ojos. Navarro, que no anotó, sostenía su barbilla con la mano y Doellman masticaba chicle con la mirada perdida. Durante muchos minutos, el banquillo local fue un poema. Incluso Bartzokas, a menudo muy activo dando instruccio­nes, se había sentado y se limitaba a observar el partido como si fuera un espectador más. Sus mejores jugadores se sentaban junto a él y en la pista estaban los menos habituales: Peno, Eriksson e incluso Diagné, recuperado ahora tras la cesión al Montakit Fuenlabrad­a.

Eso fue normal porque después de 17 minutos en los que, pese a los nervios, se mantenía la igualdad con el mencionado 40-40, todo se vino abajo de repente, algo que ha sucedido muy a menudo a este conjunto tan frágil de moral como es el Barça Lassa. A la primera adversidad, siguiendo la tónica de los siete desplazami­entos perdidos de forma consecutiv­a, el bloque de Bartzokas desapareci­ó de la pista, se olvidó incluso de competir. Y cuando se dio cuenta, ya perdía por 25 (55-80) cerca del minuto 30. Ya no había nada que hacer.

Aunque todavía faltan diez jornadas para el final de la primera fase de la Euroliga, las opciones de disputar el playoff en una buena posición son prácticame­nte nulas. Tal vez el Barça consiga situarse entre los ocho primeros, pero es evidente que lo hará en un mal puesto, lo que representa un cruce muy complicado ante uno de los favoritos. La principal misión parece ahora recuperar la confianza del grupo para afrontar en la mejor disposició­n la Copa del Rey el próximo mes.

PÉSIMA DEFENSA El equipo de Bartzokas encajó 62 puntos en un segundo y tercer cuartos para el olvido

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CÉSAR RANGEL Muchos aficionado­s mostraron su enfado por el juego barcelonis­ta

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