La Vanguardia

Los aspirantes a evitar la debacle del socialismo francés

UN EX MINISTRO CRÍTICO DE HOLLANDE CONTRA UN EX PRIMER MINISTRO NACIDO EN BARCELONA SE DISPUTAN MAÑANA LA ELIMINATOR­IA SOCIALISTA PARA ELEGIR CANDIDATO A LA PRESIDENCI­A. DE MOMENTO, CANDIDATOS AL QUINTO PUESTO

- RAFAEL POCH París. Correspons­al

Mañana se disputa en Francia la “final” de la primaria del Partido Socialista para designar candidato a la presidenci­a en las elecciones de abril-mayo. El pulso ha sido aburrido, casi anodino, sobretodo porque los sondeos dejan claro que el candidato del Partido Socialista, sea cual sea, solo aspira al quinto puesto de una liga que no admite más que dos finalistas que probableme­nte serán la ultraderec­hista Marine Le Pen y el conservado­r François Fillon. Es decir, que lo más probable es que ninguno de los dos aspirantes socialista­s en liza logre clasificar­se por delante de otras ofertas que también se presentan como “de izquierda”.

La llamada “izquierda” lo tiene mal tras los cinco años de Hollande que han rematado más de tres décadas en la que la socialdemo­cracia europea asumió lo esencial del programa de la derecha: el europeísmo neoliberal y sus correspond­ientes opciones en política exterior. Eso explica que la mayoría de los aspirantes socialista­s se inscriban más en una “izquierda de la derecha” que en opciones verdaderam­ente sociales.

Los contendien­tes son Manuel Valls, ex primer ministro de Hollande, 54 años, y Benoît Hamon, 49, ex ministro de educación de Hollande. Se los presenta como representa­ntes de “dos izquierdas muy diferentes”, pero no hay para tanto.

Valls nació en el barrio de Horta de Barcelona, hijo de un pintor catalán que se afincó en París. Es un hombre de carácter autoritari­o que sonríe poco. Su madre, la italiana Luisa Galfetti, es una mujer encantador­a de una gran vitalidad. La fuerza de carácter de Valls le viene de ella. Luisa habla perfectame­nte catalán. Es una ferviente admiradora de su hijo y transmite su convicción en la capacidad de Manuel de salirse de las dificultad­es que tiene por delante.

En el 2011 Arnaud Montebourg, otro exministro socialista que ha quedado descabalga­do de la primaria, ya dijo de Valls que “no tiene más que dar un paso para ser de la UMP”, el partido de la derecha, hoy los Republican­os. Como primer ministro, Valls ha confirmado ese diagnóstic­o. Dice que el socialismo está “superado” porque está vinculado a “concepcion­es del siglo XIX”, que los gitanos son incapaces de integrarse y que la compatibil­idad del islam con la República es algo a demostrar. Ha rebajado las cotizacion­es empresaria­les a la seguridad social, ha impuesto por decreto una reforma laboral involutiva, no ha tocado la fiscalidad de los más favorecido­s ni la evasión fiscal, pero ha arremetido contra lo poco que queda de la semana de 35 horas y ha apoyado la idea del Frente Nacional de desposeer de la nacionalid­ad francesa a los binacional­es acusados de terrorismo, una medida completame­nte inutil pero que vino bien para dar imagen en una época con demanda social de “mano dura” ante los atentados. Como la mayoría de su generación, Valls es un político de imagen

y sondeos, un gestor que se orienta con la corriente.

Luisa, su madre, dice que de niño era meticuloso y ordenado hasta la obsesión, que colocaba cada noche su ropita en perfecto orden junto a la cama.

A su rival Benoît Hamon también le han encontrado relaciones catalanas. De su compañera y madre de sus dos hijos, Gabrielle Guallar, se dice que tiene raíces “catalanas y danesas”, quizá descendien­te de los vikingos que asolaron Empúries en el siglo IX.

Nacido en Bretaña, Hamon es como Valls un político profesiona­l-funcionari­al que llegó a ministro de Educación de Hollande. Allí asistió durante dos años a todo el rosario de medidas y omisiones que han convertido el quinquenio en un desastre para la izquierda. Sólo muy tarde, en el 2014, se fue del gobierno en desacuerdo con su línea. Pero en la Asamblea Nacional su oposición al hollandism­o fue mansa y no pasó de la abstención. Hoy su programa propone cosas como la renta básica universal (comenzando con 500 euros, hasta 750 euros en una fase final) o la legalizaci­ón del cannabis, pero no hay una oferta muy diferente a la de Valls. Tanto Hamon como el ex primer ministro están de acuerdo con la política francesa en Siria, que ha sido un completo desastre. Ambos justifican también los asesinatos extrajudic­iales de (presuntos) terrorista­s, a la americana, y no tienen respuesta a la crisis de la Unión Europea, tema central en el que apenas entran.

Valls nació en Barcelona y la esposa de Hamon tiene raíces catalanas y danesas Imagen de la campaña de Manuel Valls, de 54 años, en las primarias del PS francés Hamon tiene en común con Valls su apoyo a los asesinatos extrajudic­iales Benoît Hamon tiene 49 años y fue ministro de Educación del presidente Hollande

 ??  ?? manuel valls
manuel valls
 ??  ?? benoît hamon
benoît hamon

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain