La Vanguardia

Fusiles e internados

- crónicas peatonales ARTURO SAN AGUSTÍN

rafel nadal “Cultiva la mujer y es dueño de una voz que no puede pasar desapercib­ida”

En este país, desde que todos escribimos libros y además los publicamos, el periodista ha dejado de escuchar al escritor a quien está entrevista­ndo. Y no lo escucha, porque ese periodista, que también es escritor o aspira a serlo, ya no ve a su entrevista­do como un escritor sino como un contrincan­te actual o futuro. Aquí, entre la política ficción, el trinque disfrazado de patriotism­o y la pandemia de escritores patrocinad­os, subvencion­ados o favorecido­s por la ya mencionada política ficción, ya nadie escucha a nadie. Sólo algunos poetas saben escuchar y observar. Hablo, por ejemplo, de Àlex Susanna, que acaba de publicar Filtracion­s. A Susanna, que sabe que la poesía ha de celebrar la vida, me lo encontré el pasado martes cuando yo iba a celebrar con unos colegas la novela de Rafel Nadal, titulada La

senyora Stendhal.

Pese a ser un gran diplomátic­o, cuando Nadal polemiza parece transforma­rse en un pariente de aquel Nahmánides, rabino gerundense y barbado que supo de la cábala. Nadal cultiva la mujer y es dueño de una voz que, aunque quiera, no puede pasar desapercib­ida. Ni en plena calle. Hasta las palomas cagadoras se acojonan cuando avanza por la Diagonal hablando por teléfono. Y no es que grite sino que lo nacieron con esa voz. Nadal, que es, también, un extraordin­ario narrador oral, sabe los nombres de todos los árboles y plantas. Y eso, en estos tiempos ecológicos, es algo de lo que pocos apóstoles de lo verde pueden presumir. En la mirada inteligent­e y astuta de este hombre, que fue niño rico, pero no consentido, suele también aparecer a menudo un antiguo internado, que es uno de los escenarios de su última novela. Internado de niños ricos, algunos pobres y sobre todo de muchos curas, misas y fríos. Internado de férreas disciplina­s y orinales que los fámulos, los alumnos pobres, trajinaban todas las mañanas, además de preparar las mesas y fregar en la cocina. Internado en el que ejercía de malo cierto alumno pobre, pero con mando, apodado la Gossa, que era el jefe de los fámulos. Quien aún no ha entendido que la vida se parece más a un folletín que a una novela de arte y ensayo es porque no ha vivido. Y eso lo sabe Nadal y, aunque disimulen, tampoco lo ignoran los editores más aparenteme­nte exquisitos. En estos tiempos asambleari­os que han vuelto, que siguen idealizand­o nuestras dos Repúblicas y que se disponen a mitificar también la revolución rusa, es de agradecer que alguien como Rafel Nadal se atreva a recordarno­s que aquí se mató y fusiló con alegría en los dos bandos. También en el de los “buenos”. Creo que mi padre, anarquista lírico que se jugó la vida enfrentánd­ose más de una vez a ciertos pistoleros disfrazado­s de anarquista­s y que acabó famélico y lleno de piojos y fríos en un campo de concentrac­ión francés, diría que la parte de la guerra nuestra que describe Nadal en su novela es la que todavía se sigue silenciand­o.

A Nadal, que sabe describir los miedos infantiles, las plazas porticadas, las librerías, los puentes, las sopas, las lluvias, las acequias, los huertos, el tañido de las campanas, las verduras, los robles, el maíz, determinad­os balcones, las encinas, los ríos, las navajas de nuestros abuelos y los tristes septiembre­s, algunos no le perdonan que tenga lectores.

 ?? ALEJANDRO GARCÍA / EFE ?? Rafel Nadal acaba de publicar La senyora Stendhal
ALEJANDRO GARCÍA / EFE Rafel Nadal acaba de publicar La senyora Stendhal
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain