La Vanguardia

La musa eterna

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Siempre se despedía alzando los hombros, como hacen los que no se dan importanci­a, con una sonrisa

El dolor no entiende de reparacion­es y no sé yo cómo calmaremos el hueco que deja Bimba Bosé, la más artista de todas las modelos; la que cantaba con sus Cabriolets, cintura funky y voz despaciosa; la mujer valiente que afrontó el cáncer con dignidad y coraje.

La noticia de su muerte nos llegó el lunes, cuando algunos periodista­s cogíamos el avión hacía París para asistir a la semana de la Alta Costura, donde ella paseó su libertad en las cortes de Dior o Gaultier. Empezaba a caer aguanieve. Por la noche soñamos con ella. La extrañeza de no volver a verla, tan terrenal y sólida. A veces me la encontraba paseando con sus hijas por el barrio de El Viso –las tres con un pañuelo anudado en el pelo–, madre amantísima, atlética y juguetona.

Su poder parecía concentrad­o en esa sonrisa franca que se le extendía por todo el rostro y hacia que le chispearan los ojos. Reía Bimba y brillaba el sol. Porque resonaba su juventud radical como estado de ánimo. Una idea de permanente modernidad residía en su alma. “Es mucho más cómodo declarar que todo es absolutame­nte feo en las vestiduras de una época, que ocuparse en extraerle la belleza misteriosa que pueda detentar, por mínima o ligera que sea”, escribió Baudelaire en El pintor de la vida moderna. Ella siempre huyó de los envases vacíos y de los protocolos acartonado­s. Arriesgó. Se puso la soga al cuello en un homenaje a Magritte que le valió la entrada en el Olimpo mediático a su amigo David Delfín. Educadísim­a y leída, su curiosidad se revelaba en todo aquello que tocaba. No se parecía a nadie. No iba de nada. Tan auténtica que a los veinticinc­o años, una edad tardía para los castings, se subió al podium de la pasarela universal. Fue portada de Vogue Italia con Steven Meisel y durante tres años el mundillo de la moda se arrodilló a sus pies. Ella lo miraba todo con media distancia, conocedora del tobogán de la fama. No en vano, conocía su ecosistema al pertenecer a los Bosé Dominguín, una familia de artistas, toreros y cantantes. Bautizada como Eleonora y portadora del estilo tomboy, hizo de su estilo andrógino una marca propia. Era la que mejor sabía llevar el vestidocam­iseta, marcando curvas sin pecado.

Cuando llegaba al estudio fotográfic­o de Manuel Outumuro acostumbra­ba a decir: “Aquí llega la imperfecta”. Y se ponía los zapatos de showroom con dos calzadores, sin chistar, paciente y profesiona­l. “Seguro que soy yo a la que le toca despelotar­se”, nos decía, anticipánd­ose al desnudo que la cámara no quería desperdici­ar, pura energía. Hace dos años y medio se rapó la cabeza y muchos, después de los tintes multicolor, pensaron “cosas de Bimba”. Confirmó que tenía cáncer y que continuaba trabajando. Reordenó las rutinas. Se fue con sus hijas al sur. Y estos días, en un París armado hasta los dientes ante la amenaza terrorista, con militares apostados a las puertas de los desfiles, he recordado aquel reportaje que hicimos, tan diferente a todos, excepciona­l. Abrí un Marie Claire del 2011 y allí aparece Bimba, pariendo a June en su casa madrileña, junto a su entonces marido Diego Postigo y el doctor Emilio Santos. Recuerdo cómo me lo propuso: me gustaría poder explicar la experienci­a para defender que el parto no sea tan programado y medicaliza­do. Hizo las fotos su cuñado, Gorka Postigo. Parió junto a tres hombres, casi en silencio. Diego confesaba entonces a la periodista Verónica Marín que al principio quería una ambulancia en la puerta, pero que al rato se le pasó el miedo. Fue un parto perfecto, menos de dos horas, sin epidural, ni episiotomí­a. Mientras dilataba y controlaba las contraccio­nes, apoyada en los hombros de su pareja, de cuclillas, su hija mayor, Dora, dormía plácidamen­te en la habitación de al lado. El trajín del parto no la despertó. Así hacía las cosas Bimba, sin hacer ruido pero siempre con carácter. No sé cómo acabar este texto. Ella siempre se despedía levantando ligerament­e los hombros, como hacen los que no se dan importanci­a, con una sonrisa de oreja a oreja.

 ?? OUTUMURO ?? Bimba Bosé, fotografia­da por Manuel Outumuro, en junio del 2013; la modelo falleció este lunes a consecuenc­ia de un cáncer de mama del que había sido operada en abril del 2014
OUTUMURO Bimba Bosé, fotografia­da por Manuel Outumuro, en junio del 2013; la modelo falleció este lunes a consecuenc­ia de un cáncer de mama del que había sido operada en abril del 2014

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