La Vanguardia

Arquitectu­ra sanitaria

- C. SÁNCHEZ MIRET, socióloga Cristina Sánchez Miret

Las declaracio­nes del conseller de Salut sobre los motivos por los que ciertos pacientes acaban en los pasillos de urgencias de los hospitales han incitado la respuesta de Cristina Sánchez Miret: “Estoy segura –y si no es el caso que me disculpe– que nunca ha estado él o algún familiar suyo enfermo en un pasillo, porque no hubiera hablado del tema con tanta ligereza. Los pasillos son para transitar, no tendrían ni que ser para hacer cola, pero seguro que no son, ni mucho menos en ningún caso, un buen lugar para pasar una enfermedad”.

Cuando oí lo que decían que había dicho el conseller de Salut pensé que estaba fuera de contexto, pero al leer la entrevista mi estupefacc­ión fue en aumento. No entiendo cómo alguien puede decir que las enfermeras prefieren tener a los enfermos en los pasillos para poder atenderlos mejor. No entiendo cómo ninguna enfermera puede haberlo dicho, a no ser que esté provocado por una casuística muy concreta y unas circunstan­cias extraordin­arias que justifique­n un escenario no deseable como la mejor de las elecciones. No entiendo, en todo caso, que nadie pueda pensar que esta es una opción o explicació­n válida, porque significa que el sistema está mucho peor de lo que sus peores críticos pontifican.

Ni siquiera es necesario nada de todo eso. Sólo hay que detenerse a pensar por qué las enfermeras no dejan siempre a los pacientes en los pasillos y los espacios de asistencia sólo se llenan cuando el sistema se colapsa y caer en la cuenta que, sencillame­nte, algo no cuadra. Un mínimo de reflexión y veremos que la idea no es acertada.

Lo más grave de todo, a mi entender, es que en la entrevista el tema lo trae a colación el conseller, le pregunta al periodista si puede añadir algo; por lo tanto lo que dijo le parecía importante remarcarlo. Y, para rematar, el hecho de que su informació­n salga de lo que le han comentado –sin otra referencia sólida– hace mayor el despropósi­to. Más todavía cuando es el conseller y tiene a su alcance todos los datos necesarios para, más allá de opiniones particular­es, saber qué pasa en el sistema, cuáles son sus puntos fuertes y sus puntos débiles y las razones que hay detrás de cada situación. Y no hablo sólo de dinero o de falta del mismo, porque no pienso que todo –a pesar de la importanci­a que tiene– se pueda atribuir a los recortes.

Querría decir muchas más cosas, pero acabaré con una que me ronda la cabeza desde que saltó la polémica a los medios. Estoy segura –y si no es el caso que me disculpe– que nunca ha estado él o algún familiar suyo enfermo en un pasillo, porque no hubiera hablado del tema con tanta ligereza. Los pasillos son para transitar, no tendrían ni que ser para hacer cola, pero seguro que no son, ni mucho menos en ningún caso, un buen lugar para pasar una enfermedad. Es más, no lo es ninguna habitación compartida y son las habituales en nuestros hospitales públicos.

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