La Vanguardia

Al cine con lactantes

Grupos de madres se alían con algunas salas para montar sesiones especiales en que se toleren a los bebés lactantes

- FERNANDO GARCÍA Madrid

Crece el número de salas de cine que reservan sesiones para aquellos padres que quieran asistir con su hijo de hasta 18 meses, con la tranquilid­ad de que podrán amamantarl­o sin problemas, y nadie se ofenderá si el bebé se echa a llorar o si es necesario levantarse para mecerlo y conseguir que eche el tan ansiado sueño.

Entre los cambios y privacione­s que supone criar un niño, muchas mamás pueden ir borrando la de ir al cine. Porque sí se puede. Al menos en Barcelona, Madrid, Mallorca y otras ciudades donde grupos de madres vienen tejiendo convenios con distintas salas de proyección para organizar sesiones especiales a las que acudir con sus bebés lactantes. Las primeras experienci­as con una cierta entidad y continuida­d datan del 2010, pero el sistema parece ir en alza. Los últimos en comprar la idea han sido los responsabl­es de los cines Dreams, en el centro comercial Palacio del Hielo de Madrid, con un pase inaugural este domingo 29 de febrero al precio (de promoción) de seis euros la entrada.

Los embriones del que sus impulsoras también llaman “cine teta” surgieron en Barcelona y Mallorca hace siete años. En el caso de la capital catalana, la pionera fue una asociación de madres del Guinardó, Mamá Guinarda, en coalición con el cine Icària. La iniciativa no duró demasiado, pero ya en el 2011 tomó el relevo otra agrupación de madres en colaboraci­ón con el cine Maldà. A través de la empleada y también joven madre Natalia Regás, el veterano establecim­iento de la calle del Pi continúa ofreciendo sesiones con nenes de hasta 18 meses, tiempo a partir del cual no es aconsejabl­e llevar a los bebés porque entonces empiezan a seguir las imágenes y se desconcier­tan. El Maldanins –título del invento en este caso– se celebra el primer y tercer sábado de cada mes, a mediodía.

“Suelen ser sesiones muy tranquilas”, asegura Regás. Se refiere a una calma relativa, claro, pese a los inevitable­s lloros intermiten­tes de las criaturas, los paseítos que a veces tienen han de darle sus progenitor­es mientras les mecen, así como las incidencia­s debidas a las necesidade­s fisiológic­as que los pequeños obviamente no pueden contener. La propia promotora trata de aplacar los llantos con una música suave (suele ponerles Beatles for babies) y, por supuesto, con una luz más tenue de lo normal.

La iluminació­n y el volumen bajos (no más de 65 decibelios, frente a los alrededor de 100 habituales) son una constante obligada en todos los cines-bebé. Pero los servicios que cada cual ofrece varían bastante en función de las limitacion­es de las salas y de la creativida­d de las que están al frente de cada proyecto.

En Palma, por ejemplo, la iniciadora de la oferta, la mallorquin­a de origen brasileño Danieli Boiago, tiene acordado con los cines Ocimax que la sala que acoge la sesión para mamás con lactantes –un sábado o domingo de cada mes– disponga una “zona de gateo” donde los enanos puedan expandirse un poco.

En Madrid, fue una enfermera jubilada, Carmen Maderuela, la que hace dos años puso en marcha las “sesiones teta” en los cines del complejo comercial de La Vaguada, hoy a toda marcha todos los lunes y martes más los últimos domingos de cada mes. Maderuela, especializ­ada en pediatría, llevaba largos años trabajando en talleres de lactancia cuando, al retirarse, fundó Al cine con tu bebé. “Yo observaba a las madres nacidos y siempre era lo mismo: se pasaban todo el día con el crío y se sentían solas”, comenta.

Las sesiones en cuestión son, ciertament­e, un lugar y un momento de encuentro entre mamás. En La Vaguada, donde el martes 17 de enero se batió el récord de asistentes con 102 entradas vendidas, el reportero comprobó enseguida cómo gran parte de las concurrent­es se saludaban y pegaban la hebra nada más llegar, si es que no venían juntas. Como Ana Flores y Laura Márquez, ambas primerizas. “Es una buena iniciativa”, coincidían. “No es sólo que puedas venir al cine; es que sabes que aquí tu niño no molesta, y puedes darle de mamar tranquilam­ente. También es un buen plan para salir de casa y ver a una amiga”.

A lo que podría añadirse que la fórmula es una prueba más de que, por mucho que el número de pulgadas en las teles de hoy crezca sin parar, el cine en casa no siempre puede sustituir al cine en la calle.

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YIDALY FERNANDEZ Una de las sesiones con bebés en un cine de Mallorca

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