La Vanguardia

Cuarenta militares turcos piden asilo en Alemania

Tensión diplomátic­a a cuatro días del viaje de Merkel a Ankara

- RICARDO GINÉS Estambul. Correspons­al

De nuevo Alemania tendrá que hacerse cargo del enorme coste humano que han supuesto las masivas purgas en Turquía a raíz del fallido golpe de Estado de julio. Ayer se dio a conocer que al menos 40 oficiales del ejército turco han pedido asilo político a Alemania por miedo a acabar en la cárcel.

Fuentes de Interior en Berlín confirmaro­n la noticia, adelantada por medios locales, sin precisar números, pero dejando claro que las solicitude­s de asilo político serán estudiadas caso por caso.

Los militares –en su mayoría de alto rango– trabajaban en instalacio­nes de la OTAN en Alemania pero habían sido suspendido­s, como otros cientos después de la fallida asonada, por su supuesta vinculació­n con los golpistas y se encontraba­n huidos desde entonces.

El contencios­o se hace público justo antes de la visita de la canciller Angela Merkel a Ankara el próximo jueves. Y se transforma así en otro episodio más de unas relaciones bilaterale­s cada vez más tensas.

Las peticiones ya fueron solicitada­s hace meses, aclaraba el diario Der Spiegel, pero hasta ahora las autoridade­s alemanas no se han pronunciad­o.

Este semanario y el programa político Report Mainz del canal ARD lograron hablar ayer con dos oficiales por vez primera y a cambio del anonimato. Ambos aseguraron que no tienen nada ver con la intentona. “Si vuelvo a Turquía, me arriesgo a que me encarcelen e incluso a que me torturen”, indicó un oficial de alto grado. “Estamos frente a la nada –aseveró el otro–. Créanme, no tenemos nada que ver con los golpistas”.

Son bien conocidas las fotos que muestran a miembros castrenses vinculados a la intentona con evidentes muestras de haber sido golpeados y haber sufrido otro tipo de torturas, también psicológic­as.

En Ankara está levantando cada vez más ampollas diplomátic­as que personas que considera terrorista­s se hayan refugiado en territorio de un socio de la OTAN: soldados presuntame­nte golpistas, periodista­s buscados por la justicia, miembros de organizaci­ones prokurdas o de extrema izquierda.

Precisamen­te, el Tribunal Supremo griego ha impedido esta semana que ocho soldados turcos que huyeron a Grecia tras el golpe de julio fueran extraditad­os alegando el deterioro del Estado de derecho en Turquía que no garantizar­ía un juicio justo y subrayando que se pondría incluso en peligro sus vidas.

“Grecia protege y acoge a los golpistas”, respondió el ministro de Asuntos Exteriores turco, Mevlut Cavusoglu, que amenazó con tomar medidas.

A pesar del cada vez mayor recelo europeo hacia los estándares democrátic­os en Turquía, la visita de la primera ministra británica, Theresa May, ayer a Ankara –recién llegada de Washington– tuvo un carácter muy distinto.

May ha sido criticada en su país por priorizar el comercio frente a la preocupaci­ón por el obvio deterioro del Estado de derecho turco, pero ayer no lo dudó: se hizo con un acuerdo cifrado en 117 millones de euros para que el fabricante de armas británico BAE Systems ayude a diseñar cazas de guerra turcos del tipo TF-X.

La primera ministra británica firma con Erdogan una venta de armas de 117 millones

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POOL / GETTY Theresa May y Erdogan, ayer durante su reunión en Ankara

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