Cuarenta militares turcos piden asilo en Alemania
Tensión diplomática a cuatro días del viaje de Merkel a Ankara
De nuevo Alemania tendrá que hacerse cargo del enorme coste humano que han supuesto las masivas purgas en Turquía a raíz del fallido golpe de Estado de julio. Ayer se dio a conocer que al menos 40 oficiales del ejército turco han pedido asilo político a Alemania por miedo a acabar en la cárcel.
Fuentes de Interior en Berlín confirmaron la noticia, adelantada por medios locales, sin precisar números, pero dejando claro que las solicitudes de asilo político serán estudiadas caso por caso.
Los militares –en su mayoría de alto rango– trabajaban en instalaciones de la OTAN en Alemania pero habían sido suspendidos, como otros cientos después de la fallida asonada, por su supuesta vinculación con los golpistas y se encontraban huidos desde entonces.
El contencioso se hace público justo antes de la visita de la canciller Angela Merkel a Ankara el próximo jueves. Y se transforma así en otro episodio más de unas relaciones bilaterales cada vez más tensas.
Las peticiones ya fueron solicitadas hace meses, aclaraba el diario Der Spiegel, pero hasta ahora las autoridades alemanas no se han pronunciado.
Este semanario y el programa político Report Mainz del canal ARD lograron hablar ayer con dos oficiales por vez primera y a cambio del anonimato. Ambos aseguraron que no tienen nada ver con la intentona. “Si vuelvo a Turquía, me arriesgo a que me encarcelen e incluso a que me torturen”, indicó un oficial de alto grado. “Estamos frente a la nada –aseveró el otro–. Créanme, no tenemos nada que ver con los golpistas”.
Son bien conocidas las fotos que muestran a miembros castrenses vinculados a la intentona con evidentes muestras de haber sido golpeados y haber sufrido otro tipo de torturas, también psicológicas.
En Ankara está levantando cada vez más ampollas diplomáticas que personas que considera terroristas se hayan refugiado en territorio de un socio de la OTAN: soldados presuntamente golpistas, periodistas buscados por la justicia, miembros de organizaciones prokurdas o de extrema izquierda.
Precisamente, el Tribunal Supremo griego ha impedido esta semana que ocho soldados turcos que huyeron a Grecia tras el golpe de julio fueran extraditados alegando el deterioro del Estado de derecho en Turquía que no garantizaría un juicio justo y subrayando que se pondría incluso en peligro sus vidas.
“Grecia protege y acoge a los golpistas”, respondió el ministro de Asuntos Exteriores turco, Mevlut Cavusoglu, que amenazó con tomar medidas.
A pesar del cada vez mayor recelo europeo hacia los estándares democráticos en Turquía, la visita de la primera ministra británica, Theresa May, ayer a Ankara –recién llegada de Washington– tuvo un carácter muy distinto.
May ha sido criticada en su país por priorizar el comercio frente a la preocupación por el obvio deterioro del Estado de derecho turco, pero ayer no lo dudó: se hizo con un acuerdo cifrado en 117 millones de euros para que el fabricante de armas británico BAE Systems ayude a diseñar cazas de guerra turcos del tipo TF-X.
La primera ministra británica firma con Erdogan una venta de armas de 117 millones