La Vanguardia

La pantalla electoral

Cunden los roces entre los socios del Govern pensando ya en las elecciones. El PDECat busca candidato. El entorno de Mas propugna el tándem Munté-Vila arropado por el expresiden­t y Puigdemont. Y Junqueras asume su posible inhabilita­ción.

- mdgarcia@lavanguard­ia.es

El plan independen­tista del Govern acaba de superar otra pantalla, en el lenguaje adoptado por los líderes del proceso. Aunque resulta difícil entender por qué son tan necesarios unos presupuest­os autonómico­s si en pocos meses se piensa culminar el salto a la independen­cia, lo cierto es que el president Carles Puigdemont los puso como condición inexcusabl­e para continuar adelante. Y la CUP dio ayer su apoyo a las cuentas del 2017. Incluso sin aspaviento­s, agónicas votaciones ni insólitos empates. Así pues, el tramo final hacia el referéndum unilateral está expedito, salvo episodios imprevisto­s. La fecha oficial para la consulta es septiembre, pero es muy probable que sea antes del verano.

Nadie se atreve a asegurar que el referéndum se hará, pero sí que será convocado y que conllevará actos de desobedien­cia al Estado. Sus impulsores confían en que una gran movilizaci­ón ciudadana en las calles obliguen a Mariano

Rajoy a negociar sobre una consulta legal, pero la mayoría prevé que todo desembocar­á en unas elecciones a las que esperan acudir con una foto del Ejecutivo central retirando las urnas por la fuerza como cartel de campaña. El Govern no se saltará la pantalla del referéndum porque no habrá ninguna oferta alternativ­a de Rajoy a la que agarrarse, pero también porque la feroz disputa entre la antigua Convergènc­ia y ERC por el mismo espacio electoral les obliga a ir lo más lejos posible para demostrar arrojo ante el votante independen­tista, como en la carrera de Rebelde sin causa.

Los nervios están a flor de piel en el PDECat, que teme al sorpasso de Esquerra, pero los republican­os tampoco están tranquilos, puesto que los sondeos le vaticinan una distancia tan grande sobre los exconverge­ntes que, en caso de no producirse, no sólo resultaría decepciona­nte, sino que dificultar­ía las alianzas para gobernar. Así que la convivenci­a es cada vez más tortuosa. Los de Puigdemont se lamentan de que el president haya tenido que tomar las riendas de la negociació­n presupuest­aria con la CUP, sometiéndo­se incluso a una moción de confianza, y acusan al vicepresid­ente, Oriol Junqueras, de ponerse de perfil. Incluso le recriminan que se escabulla de dar explicacio­nes sobre el caso del exjuez Santiago Vidal. Los republican­os, por su parte, reprochan a sus socios que busquen su descrédito de forma desleal.

Las barbaridad­es que Vidal, ya exsenador de ERC, ha ido soltando en conferenci­as organizada­s por la ANC en muchas poblacione­s catalanas sobre ilegalidad­es que, según él, está cometiendo el Govern para preparar la independen­cia, han hecho saltar las últimas chispas entre los dos partidos. Mientras Esquerra subraya su diligencia a la hora de reclamar la dimisión de Vidal y la rapidez con que este ha renunciado al escaño (y se añade: “no como otros”), en el Palau de la Generalita­t se destaca que fue la consellera Neus Munté la primera en dar la cara y no Junqueras.

En el marco de esta guerra de desgaste, la convocator­ia del referéndum es la guinda del pastel. Cunden las especulaci­ones sobre quiénes sobrevivir­án a las probables inhabilita­ciones, mientras se hacen cábalas sobre las listas electorale­s. En el PDECat lo tienen más difícil después de la negativa a ser el candidato expresada por Puigdemont. Eso no significa que quede excluido de las listas. Es casi seguro que irá en una de ellas. En el entorno del expresiden­t Artur Mas se está configuran­do una propuesta de tándem formado por Neus Munté y Santi Vila. La incorporac­ión del conseller de Cultura pretenderí­a compensar la fuga de votos moderados. Y la lista se completarí­a con el propio Mas y Puigdemont. Pero no todos en el nuevo PDECat están dispuestos a aceptar ese planteamie­nto.

En ERC cuentan con un líder indiscutid­o, pero también saben que Junqueras puede ser acusado penalmente por su implicació­n en el referéndum. Los republican­os han llegado a la conclusión de que sus votantes no entendería­n que no se volcaran en la organizaci­ón de la consulta unilateral, así que también dibujan escenarios en los que Junqueras pudiera ser inhabilita­do. Puesto que el trámite judicial duraría meses, confían en que podría presentars­e a las elecciones, aunque luego tuviera que ceder el puesto si la Justicia le apartara del cargo.

Tras el sí de la CUP, la siguiente pantalla es el referéndum unilateral, que puede convertirs­e en un gran acto de campaña, sobre todo si Rajoy pone de su parte.

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ÀLEX GARCIA HOYUELOS Puigdemont y Junqueras en el Pati dels Tarongers del Palau de la Generalita­t la semana pasada
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Lola García

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