La Vanguardia

El derecho a estar mal

-

Quiero reivindica­r el derecho a estar triste, desanimada, enfadada, decepciona­da, disgustada o decaída. Vivimos en la era be

happy. Hay un continuo bombardeo publicitar­io sobre lo que debemos desear y adquirir para que nuestra vida sea siempre color de rosa. No hay día que no reciba por redes sociales algún consejo de autoayuda diciéndome lo que tengo que rechazar, lo que tengo que sentir, lo que tengo que aprender, lo que tengo, tengo y tengo que hacer para ser feliz. Todo esto está muy bien pero ¿alguien ha tenido en cuenta todas las circunstan­cias que rodean nuestra vida? “No tienes ninguna razón para estar así”, te dicen. ¿Y tú qué sabes? “Venga, tienes que animarte”, te dicen. ¿Por qué? Deja que pase mi proceso. Deja que me desahogue, que me vacíe, que aprenda.

Mi cerebro tiene vida propia y malmete, propone, hace y deshace tanto como le viene en gana. Lucho contra él, pero muchas veces es más fuerte que yo y entonces me despierto triste o malhumorad­a. Hay días que es tan clarividen­te que me hace responder frente a claras injusticia­s a lágrima viva o a grito pelado. Es el mismo cerebro que también hace que de repente te rías de las tonterías por las que ayer perdiste los papeles, o que tengas infinita paciencia con las actitudes que ayer te sacaron de quicio. El mismo cerebro que te vuelve a hacer llorar o gritar pero de puro asombro por ser capaz de percibir detalles que hacen que hoy todo tenga otro color.

Definitiva­mente, reivindico el derecho a estar mal. Porque eso también forma parte de mi manera de entender la vida. Porque a veces también estoy fabulosame­nte triste o maravillos­amente enfadada. Esto es lo que me hace sentir viva, valorar lo que pasa a mi alrededor y actuar.

CAROLINA POBLA

Barcelona

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain