La Vanguardia

El crimen no se acaba

BCNegra reflexiona con humor sobre Barcelona como capital literaria del crimen, la globalizac­ión del delito y el futuro de la seguridad

- JUSTO BARRANCO Barcelona

El crimen volvió a campar ayer por sus anchas en Barcelona. Por suerte, literariam­ente hablando. Tomó por la mañana el Ateneu Barcelonès y provocó, sorprenden­temente, no pocas risas. Primero, con las anécdotas de Carles Quílez en la mesa redonda Barcelona, capital europea del crimen literario. Quílez explicó historias tan bizarras como la fuga hace años de un estafador de la Modelo... por la mismísima puerta. El hombre, que se hacía llamar Monsieur Duval, ejercía de camarero en el bar de los funcionari­os y atravesó puerta a puerta de seguridad diciendo que llevaba un café para un tal Antonio. Siempre hay un Antonio por ahí y, dicho con convicción –“¡venga, hombre que ya voy tarde!”– y con el platillo y la taza en la mano, consiguió abrir puerta tras puerta. La última ya la atravesó confundido entre familiares.

Y, tras la mesa redonda, llegaba una “conversaci­ón” que resultó todo un espectácul­o: la de la comisaria de los Mossos Cristina Manresa con el escritor argentino Ernesto Mallo, que quizá debería dejar momentánea­mente la literatura por el teatro. O por El club de la comedia, porque diga lo que diga el público se monda. Manresa, la primera mujer que llegó a comisaria de los Mossos y responsabl­e de la seguridad del World Mobile Congress, y Mallo, autor de obras como La conspiraci­ón de los mediocres, que son pareja escénica y en la vida real, repasaron la relación entre el mundo del crimen de ficción y el real: Mallo aseguró que a partir del éxito de Los soprano los mafiosos empezaron a pedir a sus sastres trajes así. Aunque eso sí, los tiempos literarios poco tienen que ver, dijo Manresa, con los reales de la policía, a la que además le quedan crímenes sin probar aunque estén seguros de quién ha sido, como, recordó, una guapa rusa que envenenó a su marido rico con amanita phalloides cuando se iba a divorciar de ella. Hoy es una rica empresaria.Las mujeres son mucho más duras al declarar y mantienen mejor sus versiones, apuntó.

Por el escenario apareció incluso la corrupción argentina –Mallo dijo que Menem era más listo que los generales de la dictadura, porque si matas para robar sólo puedes robar una vez y en cambio Menem dejó a los argentinos vivos–, pero sobre todo hablaron de crimen y, claro, de castigo. El crimen no se va a acabar nunca, es una cuestión de control, dijo Manresa, y el futuro de la seguridad es invertir en prevención y la implicació­n con la ciudadanía, “porque el ciudadano sabe lo que quiere y prácticame­nte te trae la solución”. La mejor intervenci­ón policial es aquella que no se produce: “Hay que apostar por el diálogo y la mediación”, concluyó. Volviendo a la ficción, Mallo añadió que la novela negra sólo lo es cuando incluye tramas sociales y políticas, cuando cuenta cosas que nadie más puede contar, lo otro son ejercicios de estilo. A él le pasó, claro, con una novela sobre Menem. Para evitar juicios, en la primera página puso: “Esta novela está basada en hechos reales pero los nombres fueron cambiados para proteger a los culpables”.

Justamente antes de Mallo se debatió de hechos reales y, sobre todo, de ambientes reales: Barcelona como capital literaria del crimen. Francesc Xavier Álvarez Llaberia, Josep Camps, Empar Fernández, Albert Figueras y Anna Maria Vilallonga, que han ambientado sus novelas negras en la capital catalana, reflexiona­ron sobre la importanci­a de la personalid­ad de la ciudad en un género urbano por excelencia. Por supuesto, salieron Vázquez Montalbán, Carvalho y La soledad del mánager, que a unos les cambió la vida y que para otros hoy aburre por estar muy pegada a su época. Y se habló de que no es una Barcelona sino muchas. Pero sobre todo, se recordó una y otra vez, es una Barcelona que se ha globalizad­o muy rápidament­e, y aún lo está digiriendo.

En esa línea, Vilallonga, autora de El somriure de Darwin, se preguntó hasta qué punto el espacio es decisivo en estas ficciones. “En algunas marca y es un personaje más, pero muchas hablan de cuestiones universale­s que pasan en toda gran ciudad. La globalizac­ión se extiende al escenario del crimen”. Un crimen hoy también globalizad­o, explicó el mosso escritor Álvarez Llaberia, que recordó que hay “malos de barrio” pero también otros, de los que muchas veces dependen, mucho más arriba, que no tienen espacio físico, no se les puede ir a buscar, muchas veces están en otro país. Y no sólo ellos están desapareci­dos, dijo. Ya no dan el mismo resultado los registros: no hay agendas, la informació­n de los criminales, como todo, está en la nube.

 ?? INMA SAINZ DE BARANDA ?? De izquierda a derecha, Quílez, Villalonga, Álvarez Llaberia, Camps, Fernàndez y Figueras
INMA SAINZ DE BARANDA De izquierda a derecha, Quílez, Villalonga, Álvarez Llaberia, Camps, Fernàndez y Figueras

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain