La Vanguardia

LaMari, con respeto y descaro

Tras su exitoso paso por el Cruïlla, Chambao vuelve al Palau de la Música dentro del Festival del Mil·lenni

- E. LINÉS Barcelona

El seguidor de LaMari puede estar de enhorabuen­a ya que unos pocos meses después del paso de Chambao por el Festival Cruïlla ahora es el del Mil·lenni el que vuelve a traer a Barcelona (el 3 de febrero, en el Palau de la Música) a la formación liderada por la carismátic­a María del Mar Rodríguez, es decir, LaMari de toda la vida.

La presencia de la carismátic­a vocalista en la capital catalana y, en concreto, en el Palau de la Música se está convirtien­do en una costumbre, como la propia artista malagueña reconoce. “Es un marco fantástico y aunque te imponga respeto para mí no es para nada un sitio frío donde tocar, y ahora mismo es incluso un sitio entrañable y acogedor... es como si estuvieras en tu casa”.

El concierto que ofrecerá en el templo modernista será diferente en algunas cosas al que dispensó en el Fòrum al aire libre en pleno verano. Al igual que entonces, la carismátic­a vocalista desbrozará parte del contenido de su último disco, un Nuevo ciclo en donde se presentaba un grupo musicalmen­te más poliestilí­stico, con vientos, percusione­s y guitarras varias con sonoridade­s de otras latitudes geográfica­s y una carga en general más poética. “Lo que sí variará en referencia a aquel concierto es que los músicos de la banda han cambiando sustancial­mente, y además, en el concierto del Palau habrá las colaboraci­ones especiales de Carles Benavent en la canción ‘Los sueños’ y de Dani Macaco y Amparo Sánchez juntos en otro”, explica LaMari.

Lo que no ha cambiado es el sonido que convierte a Chambao prácticame­nte en un género sonoro en sí mismo. “Con la música que hacemos en Chambao las etiquetas se quedan cortas. A veces lees cosas con las que flipas, la verdad, como que sonamos mucho a flamenco-jazz. ¡Pero qué cosas se escriben! Si tuviera que definirnos, te diría que Chambao suena a música. Una sensación parecida a la que yo tuve cuando escuché por primera vez a Radio Tarifa, Los Activos o incluso a Toumnai Diabaté. Y luego está nuestro directo, en donde hay más cosas, hay programaci­ones, hay chill out, canciones a pelo, vamos, que somos más callejeros”. LaMari confiesa que es una persona afortunada precisamen­te cuando sube al escenario, entre otras cosas, porque “nunca me he encontrado con un público que no conectara con nosotros. No exagero. En mis conciertos veo al público disfrutar, suelto, con la camisa hacia fuera y y no metida en el pantalón. Y creo que la gente se lo pasa de esa manera porque siempre he tratado ser honesta, yo y también la banda. Sé lo que hago bien y también lo que hago mal. Y es entonces cuando tengo confianza, cuando puedo ser descarada”, explica íntimament­e satisfecha.

Eso no quita, sin embargo, que sea fiel a unas prioridade­s cuando se encara a su público. “Lo tengo muy claro cuando hago un concierto: lo más importante es que yo me encuentre a gusto con lo que estoy haciendo, luego notar que estoy a gusto con los míos, y solo finalmente, darme cuenta de que el público se lo está pasando bien”.

Y un elemento fundamenta­l en este ADN musical es el flamenco. “Por supuesto, pero ¡ojo! yo vivo el flamenco desde la admiración, pero es una música a la que te has dedicar, hay que estudiarlo. Porque digan lo que digan algunos, con el flamenco no es suficiente sentirlo, es un arte que a mí me impone una respeto enorme, que me tira patrás”.

La voz de LaMari es, posiblemen­te, una de las más solicitada­s del espectro musical español, y se la puede oír en un número muy diferente de colaboraci­ones de la más variada estilístic­a. Ayer mismo, se la pudo oír por primera vez cantando en catalán el tema Tan lluny de tu, junto al grupo Gertrudis. Y antes, con Enrique Morente, Peret, Serrat, Cesaria Évora o Miguel Campello, por citar solo unos cuantos, “aunque a veces digo que no, no te creas”. “Mi voz es inconfundi­ble y cuando me llaman ya saben lo que van a encontrar; lo bueno de eso es que el que la oye sabe sin margen de error que esa soy yo”. Ese yo tiene una imagen también difícil de olvidar, tanto por su carácter sanguíneo, por su entrega escénica como también por sus innumerabl­es tatuajes, que no duda en mostrar satisfecha. “Tengo un par de nuevas incorporac­iones –bromea–, me he hecho una flor de la en el pecho y un flamenco en el brazo derecho. Todos mis tatuajes están bien vivos, comenzando por el que tengo en la espalda, un árbol con sus raíces que es como mi particular genealogía familiar”

Luchadora y tenaz –superó un cáncer de pecho que la sorprendió en 2005 y al que combatió hasta vencerlo de momento–, LaMari confiesa que “en este país todavía queda pendiente el cambio gordo; para mí, todos los partidos políticos que hay en España me dan miedo porque no tienen humanidad y se mueven como lo hace el dinero. Es que el dinero es la gran baza de este tinglado. Pero yo no vivo en el miedo; he intentado vivir siempre a mi manera, y aquí estoy”.

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CONCERT STUDIO La artista, en una reciente imagen promociona­l

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