La Vanguardia

Tocar fondo en el Palau

- Juan Bautista Martínez

Georgios Bartzokas, el técnico del Barça de baloncesto, no se parece en nada al entrenador que llegó en verano al Palau Blaugrana con toda la ilusión del mundo. Ahora es un hombre que no para de sufrir. Se le ve con el gesto desencajad­o, más delgado, con los pómulos marcados y sudando la gota gorda. Habla sólo durante los partidos jurando en arameo o, en su caso, en griego. Su experienci­a en Barcelona se está convirtien­do en la casa del terror y se le ve superado por unas circunstan­cias que han sido adversas desde el principio. La relación de lesiones del conjunto blaugrana no tiene parangón. Cada día viene el médico y le ofrece un parte de bajas a un entrenador hundido. Pero la temporada ridícula que está haciendo el Barça en Europa, donde nunca en los tiempos contemporá­neos se había arrastrado tanto, no se puede justificar sólo en las lesiones. Es un compendio donde todos tienen culpa, empezando por una planificac­ión de la plantilla errática por parte de la directiva, repleta de parches y de fallos catedralic­ios y llegando a unos jugadores con sueldos elevados que, ciertament­e, han dejado de dar la talla en algunos casos y en otros nunca la han dado. Pagar 2 millones de euros por el fichaje de Víctor Claver, por ejemplo, se está demostrand­o una temeridad porque es un jugador que nunca ha desequilib­rado en ningún equipo de los que ha estado. Ni en el Valencia, ni en la NBA, donde tuvo un papel testimonia­l, ni en Rusia. Qué decir también de Justin Doellman, cuyo rendimient­o decrecient­e y su falta de espíritu de lucha son una prueba constante de lo que no se ha de enseñar en las escuelas de baloncesto. Tiene calidad pero cada vez es más indolente. En este panorama desastroso es duro comprobar cómo se encuentra Juan Carlos Navarro. Otrora santo y seña del equipo, merece todo el respeto del mundo y reconocimi­ento por su trayectori­a pero ahora mismo no puede ayudar en casi nada al equipo. Sabe mal escribirlo pero los hechos son los hechos. No se salva ni el apuntador, en este caso ni Tyrese Rice, llamado a ser la estrella de este equipo y que, tras un inicio esperanzad­or, ha caído en la mediocrida­d general. Él también ha perdido el norte. Sustituyer­on a Joan Creus y a Xavi Pascual porque los resultados no eran buenos y desde la junta tenían argumentos para tomar esa decisión pero los relevos sólo han hecho que empeorar, por ahora, lo que se hacía en el pasado. El hundimient­o no ha llegado de un día para otro. Son varias temporadas de ir cuesta abajo, primero poco a poco y después de manera más acelerada. Se puede perder pero con dignidad, no como el día del Madrid o ante el Baskonia, donde tuvieron que salir los jóvenes a maquillar el resultado. Los titulares hubieran merecido pasar por el calvario hasta el final, pero el entrenador prefirió otra cosa. Lo más positivo que le puede pasar a este Barça es que, de verdad, haya tocado fondo.

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