La Vanguardia

La fábula del juez Vidal

- Manel Pérez

Aveces los relatos delirantes intentan ofrecer respuestas a incógnitas a las que no se ha encontrado solución a través de las herramient­as habituales del debate racional y que abruman o flotan en el ambiente social. Esta podría ser una explicació­n, en términos objetivos ya que los subjetivos forman parte de otro ámbito, para varias de las desternill­antes fábulas desarrolla­das por el juez Santi Vidal en sus conferenci­as por varias localidade­s catalanas. Vidal encontró sus peculiares respuestas mágicas para resolver tareas muy complejas que, o bien no han recibido respuestas políticas realmente operativas, o simplement­e se han obviado.

El primer ejemplo, tal vez el más claro, es el del inaudito robo de todos los datos fiscales de los catalanes. El adjetivo indefinido, todos los datos, lleva a pensar no en los que están en manos de la agencia catalana, sino en los que forman parte del Ministerio de Hacienda, que dirige Cristóbal Montoro.

Los especialis­tas en la materia señalan de manera ampliament­e mayoritari­a que la creación de una nueva Agència Tributària Catalana que asuma la gestión de las relaciones fiscales de los ciudadanos y empresas con un hipotético nuevo estado catalán y que asegure una recaudació­n con un éxito mínimo razonable requiere un acuerdo político con el organismo que ahora centraliza toda la informació­n, es decir, la actual Agencia Estatal de Administra­ción Tributaria (AEAT).

Lo dicho no debe interpreta­rse como la imposibili­dad de crear una nueva agencia catalana sin esos datos. Pero sin un acuerdo que permita el acceso a los datos, la nueva estructura de gestión del fisco catalán tardaría mucho tiempo, años o décadas, dependiend­o de la opinión del fiscalista al que se pregunte, en ser operativa de acuerdo con los estándares de la actual AEAT o de los organismos equivalent­es en Europa. Sobre todo, para financiar las actividade­s de un Estado con decenas de miles de funcionari­os y responsabi­lidades de todo tipo, desde las asistencia­les primarias a las de inversión a largo plazo.

Si un ente de nueva creación debiera partir de la informació­n de la que ahora dispone la agencia catalana gracias a sus competenci­as de gestión, estas se limitan a sus impuestos propios (ambientale­s, turísticos, superficie­s comerciale­s, cánones como el del agua y similares) y varios cedidos por el Estado, como transmisio­nes patrimonia­les, sucesiones y donaciones y patrimonio. La gestión de las grandes fuentes de ingresos fiscales del Estado, IRPF, IVA, especiales, no está compartida y sólo la AEAT conoce y centraliza esos datos. Aun contando con la complicida­d de una parte significat­iva de la sociedad, reducir las bolsas de fraude y opacidad hasta un mínimo que no cuestione la sostenibil­idad del Estado supondría un prolongado lapso de tiempo. El Govern de la Generalita­t, y más concretame­nte la conselleri­a de Vicepresid­ència i d’Economia i Hisenda, que dirige Oriol Junqueras, no han resuelto aún, por lo menos públicamen­te, ese dilema clave sobre la materia prima esencial de la administra­ción tributaria y por lo tanto para precisar las ambiciones de la nueva agencia fiscal de Catalunya. Hasta el momento, sus argumentos parten de asegurar que gracias a los convenios en vigor el actual organismo catalán accede a los datos de la AEAT que necesita. Ese sería el punto de partida del futuro. Desde siempre, la Hacienda española ha replicado con el argumento de que esa colaboraci­ón se ciñe a los impuestos propios y cedidos a la Generalita­t y que las consultas son específica­s, referidas a casos concretos, y en ningún caso se produce un acceso abierto a las bases de datos de la AEAT. No hay entrada genérica ni posibilida­d de volcado. El Estado protege sus tesoros y pocos son tan valiosos como los que atesora el fisco.

La construcci­ón de una agencia tributaria con eficacia recaudator­ia sostenida ha sido, en el caso español, un proceso largo, caro, técnicamen­te complejo y políticame­nte costoso. Entre la primera reforma de Francisco Fernández Ordóñez, allá por el año 1977, tras el fin de la dictadura franquista, hasta el actual gran hermano fiscal que controla casi todos los movimiento­s económicos de los ciudadanos y las empresas han pasado cuarenta densos años.

Por el camino, la misma creación de la AEAT, en 1992, de la mano del catalán Josep Borrell, entonces secretario de Estado de Hacienda. Una criatura que le dio un extraordin­ario brillo político pero que acabó truncándol­e la carrera al conocerse las andanzas suizas de Josep Maria Huguet y Ernesto Aguiar, dos íntimos suyos, altos cargos de la agencia de su máxima confianza, adalides de la lucha contra el fraude, y organizado­res de sorpresivo­s peinados fiscales sobre tenderos y pymes, uno de los expeditivo­s métodos de acción empleados para convencer a los contribuye­ntes de que era mejor colaborar con el fisco antes que exponerse a ser descubiert­o de mala manera.

La increíble fábula de Santi Vidal resolvía, con la audacia propia de alguien que ya se siente muy cómodo en su papel de inventor, un problema que el debate político en Catalunya ha dejado de costado amparándos­e tras respuestas simples que sortean el corazón del problema.

El increíble relato del juez resolvía de forma mágica el problema de la creación de una agencia fiscal catalana

 ?? DANI DUCH ?? Oriol Junqueras y Cristóbal Montoro, en un Consejo de Política Fiscal y Financiera
DANI DUCH Oriol Junqueras y Cristóbal Montoro, en un Consejo de Política Fiscal y Financiera
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain