Alemania presiona al BCE ante el alza de los precios
La inflación sube un 1,9%, el nivel más alto desde el 2013
Los precios se calientan en Alemania, la primera economía de la zona euro. La tasa de inflación en enero ha alcanzado el 1,9%, su nivel más alto desde el 2013. En algunos länder se llegó incluso al 2,4%. Una noticia que debe dar más de un quebradero de cabeza al Banco Central Europeo (BCE), que lleva a cabo desde marzo del 2015 un programa masivo de compra de bonos para reactivar la economía.
En efecto, el mandato del BCE es procurar que la subida de los precios se mantenga en un 2%, pero en el conjunto de la zona euro. En el área económica de la moneda única (19 países) dicho dato alcanza el 1,1% (diciembre), con países como Italia en los que la inflación es especialmente reducida (0,5%). No obstante el ciclo económico en Alemania es diferente, y en los ambientes germanos hay preocupación de que la política “no convencional” de la institución que preside Mario Draghi, que además defiende unos tipos de interés muy bajos (de hecho, negativos), le acabe perjudicando.
“Es difícil justificar ahora la compra de bonos adicional que el BCE decidió en diciembre”, indicó ayer el asesor del Gobierno alemán Volker Wieland. “Hay la necesidad urgente de que Frankfurt cambie de rumbo y prepare una salida a su política de expansión monetaria”, añadió.
En anteriores ocasiones el ministro de Finanzas de ese país, Wolfgang Schäuble, había manifestado su malestar con la orientación acomodaticia seguida por Draghi. En su momento, advirtió de que una inflación más alta en Alemania podría provocar “problemas políticos”, aludiendo a que el malcontento en el país podría dar alas a los partidos populistas.
No hay que olvidar de que existe una histórica aversión alemana a la inflación que se remonta a los años veinte (con el triste antecedente
Berlín se enfrenta a un año electoral y quiere tipos más altos para que los ahorradores eleven su rentabilidad
de la república de Weimar).
Es un año electoral en Alemania y muchos ahorradores (que son también electores) en estas condiciones tienen su dinero en depósitos que ofrecen rentabilidades muy escasas. Además, Alemania, partidaria de las medidas de austeridad presupuestarias, teme que si el BCE sigue manteniendo los tipos tan bajos los estados miembros de la UE acaben cayendo en la tentación de endeudarse todavía más, con el riesgo de poner en peligro la estabilidad de las finanzas públicas del bloque comunitario.
“La política monetaria no puede atender solamente a un país sino a toda la economía de la eurozona”, replicó ayer en Viena Ewald Nowotny, gobernador del Banco Central de Austria, antes de que se dieran a conocer los datos. El presidente del BCE, Mario Draghi, dijo este mes que no hay “ningún signo convincente” de que la inflación subyacente (es decir, sin contar el efecto del precio del petróleo) esté subiendo, con lo que tiene la intención de seguir en su programa. “Después del dato de hoy las trifulcas y los ataques entre Alemania y el BCE irán aumentando”, pronosticó a Bloomberg el economista jefe de ING, Carsten Brzeski.
En cambio, quien tiene interés en que la política monetaria mantenga el statu quo es el presidente de España, Mariano Rajoy, que recientemente volvió a subrayar la importancia de tener “vientos de cola favorables” para poder consolidar la recuperación.