La Vanguardia

Doble alma

- Guillem López Casasnovas Catedrátic­o de Economía en la UPF

Se precisa un supervisor financiero que proteja inversores y consumidor­es

Ala vista de los hechos, la supervisió­n bancaria ha hecho lo que ha podido, pero no lo suficiente. Convendría pues pensar en una institució­n nueva, independie­nte del supervisor de solvencia, que pueda velar por los intereses de los clientes bancarios, usuarios del sistema financiero y ciudadanos en general. Demasiados bancos han hecho las cosas muy mal en los últimos años sin que ninguna autoridad velara claramente por las buenas prácticas. Hemos visto preferente­s, subordinad­as y acciones vendidas en la red de oficinas; cláusulas suelo ocultas o mal explicadas; swaps vendidos a las personas inadecuada­s; productos estructura­dos incomprens­ibles; bonos de alto riesgo colocados a quien no tocaba; participac­iones a fondos no bien estudiadas como para ser ofrecidos a la clientela (fondo Madoff, por ejemplo); gastos notariales y costas siempre a cargo del consumidor; comisiones por descubiert­o abusivas; cargos por administra­ción de depósitos poco claras; comisiones excesivas para fondos de inversión sencillos; tarjetas de crédito emitidas sin que nadie las pidiera; hipotecas con préstamos sobre valores de garantía (loan to value) superiores al 80% y al 100% sin explicar que no hay dación en pago y sin referir el riesgo de bajada de precios de los inmuebles; hipotecas multidivis­a sin explicar los riesgos; obligación de contratar seguros de vida con la asegurador­a del banco al contratar una hipoteca; cuentas vinculadas a cambios anuales...

¿A quién correspond­e vigilar todo eso? ¿Quién y qué se ha hecho en los últimos años sobre estos temas? Se está viendo, por las sentencias de los jueces, que si ningún organismo experto distingue buenas prácticas de malas, todo acaba en los tribunales bajo una presión popular y mediática brutal que lleva a “ganancia de pescadores”. Tribunales, además, que por falta de conocimien­tos técnicos, y dada la presión mencionada, no distinguen quién lo ha hecho bien y quién no. Quién es un aprovechad­o de la situación y quién ha sido engañado. Cuando se llega a este punto, hay que reconocer que previament­e han fallado las institucio­nes. Sin policía ganan el caos y los aprovechad­os.

Falta autocrític­a de las institucio­nes responsabl­es sobre lo que ha fallado, porque en el Banco de España no hemos sido más proactivos, y la Comisión Nacional del Mercado de Valores ha hecho poco para explicar qué está bien hecho y qué no (señalando si hace falta a los que lo hacen mal). Creo sinceramen­te que hace falta una nueva institució­n encargada, en exclusiva, de vigilar las conductas de los bancos y de los intermedia­rios financiero­s y proteger los inversores y consumidor­es de cualquier producto o servicio financiero, capacitada para poner penas reales, rápidas y significat­ivas. La doble alma del supervisor, que preocupado por la estabilida­d financiera puede acabar actuando como protector del statu quo, y a la vez con la responsabi­lidad de proteger a los ciudadanos, ya no da más de sí, como los hechos están mostrando.

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