Doble alma
Se precisa un supervisor financiero que proteja inversores y consumidores
Ala vista de los hechos, la supervisión bancaria ha hecho lo que ha podido, pero no lo suficiente. Convendría pues pensar en una institución nueva, independiente del supervisor de solvencia, que pueda velar por los intereses de los clientes bancarios, usuarios del sistema financiero y ciudadanos en general. Demasiados bancos han hecho las cosas muy mal en los últimos años sin que ninguna autoridad velara claramente por las buenas prácticas. Hemos visto preferentes, subordinadas y acciones vendidas en la red de oficinas; cláusulas suelo ocultas o mal explicadas; swaps vendidos a las personas inadecuadas; productos estructurados incomprensibles; bonos de alto riesgo colocados a quien no tocaba; participaciones a fondos no bien estudiadas como para ser ofrecidos a la clientela (fondo Madoff, por ejemplo); gastos notariales y costas siempre a cargo del consumidor; comisiones por descubierto abusivas; cargos por administración de depósitos poco claras; comisiones excesivas para fondos de inversión sencillos; tarjetas de crédito emitidas sin que nadie las pidiera; hipotecas con préstamos sobre valores de garantía (loan to value) superiores al 80% y al 100% sin explicar que no hay dación en pago y sin referir el riesgo de bajada de precios de los inmuebles; hipotecas multidivisa sin explicar los riesgos; obligación de contratar seguros de vida con la aseguradora del banco al contratar una hipoteca; cuentas vinculadas a cambios anuales...
¿A quién corresponde vigilar todo eso? ¿Quién y qué se ha hecho en los últimos años sobre estos temas? Se está viendo, por las sentencias de los jueces, que si ningún organismo experto distingue buenas prácticas de malas, todo acaba en los tribunales bajo una presión popular y mediática brutal que lleva a “ganancia de pescadores”. Tribunales, además, que por falta de conocimientos técnicos, y dada la presión mencionada, no distinguen quién lo ha hecho bien y quién no. Quién es un aprovechado de la situación y quién ha sido engañado. Cuando se llega a este punto, hay que reconocer que previamente han fallado las instituciones. Sin policía ganan el caos y los aprovechados.
Falta autocrítica de las instituciones responsables sobre lo que ha fallado, porque en el Banco de España no hemos sido más proactivos, y la Comisión Nacional del Mercado de Valores ha hecho poco para explicar qué está bien hecho y qué no (señalando si hace falta a los que lo hacen mal). Creo sinceramente que hace falta una nueva institución encargada, en exclusiva, de vigilar las conductas de los bancos y de los intermediarios financieros y proteger los inversores y consumidores de cualquier producto o servicio financiero, capacitada para poner penas reales, rápidas y significativas. La doble alma del supervisor, que preocupado por la estabilidad financiera puede acabar actuando como protector del statu quo, y a la vez con la responsabilidad de proteger a los ciudadanos, ya no da más de sí, como los hechos están mostrando.