Trump no consigue imponer su criterio excluyente a la justicia Un tribunal rechaza la apelación del Gobierno para reactivar con urgencia el decreto antimusulmán
Rechazada la apelación del Gobierno, el decreto antimusulmán no se aplica
Donald Trump está tropezando con dificultades cuando intenta aplicar desde la Casa Blanca el estilo ejecutivo que prodigó en sus años de magnate inmobiliario. Por ahora, la justicia entorpece su deseo de cerrar las fronteras de EE.UU. a refugiados y a súbditos de siete países de mayoría musulmana.
LA BATALLA POLÍTICA Los demócratas acusan al presidente de “precipitar una crisis constitucional” LA BATALLA JURÍDICA El tribunal de apelación niega la urgencia para restaurar el decreto y no entra en el fondo
En cuanto tomó posesión el pasado 20 de enero, el nuevo presidente de Estados Unidos, Donald Trump, lanzó una ofensiva política en todos los frentes y daba la sensación de que se iba a comer el mundo. Sin embargo, transcurridos los primeros quince días, se está demostrando que el 45.º presidente no lo va a tener tan fácil para imponer su voluntad cuándo y como quiera.
La mayor parte de los decretos firmados hasta ahora requieren un desarrollo normativo y/o una dotación presupuestaria que está por ver y no se podrán concretar hasta dentro de varios meses. La única iniciativa que tenía efectos inmediatos era el decreto que prohibía la entrada a Estados Unidos de refugiados y viajeros nacionales de siete países de mayoría musulmana. Además de provocar un escándalo mundial y protestas contra la Casa Blanca en todo el mundo, los tribunales –en plural– de Estados Unidos han frenado en seco los ímpetus del presidente, lo que demuestra que Trump no se va a salir con la suya así como así.
En la madrugada del domingo, un tribunal de apelaciones rechazó el recurso presentado por el Departamento de Justicia contra la orden del juez que veinticuatro horas antes había bloqueado temporalmente la aplicación del controvertido decreto en todo el país.
La denegación del recurso gubernamental significa que los viajeros procedentes de los siete países de mayoría musulmana afectados –Irán, Irak, Libia, Somalia, Sudán, Siria y Yemen–, así como los refugiados con antecedentes verificados podrán, de momento, entrar en Estados Unidos.
Donald Trump se ha tenido que tragar sus palabras después de haberse burlado del juez de Seattle que suspendió su decreto. Le llamó “presunto juez”, calificó de “ridículo” el auto que dictaba la suspensión de su decreto y prometió “anularla”. El presidente ha pasado el fin de semana en su finca de Mar-a-Lago, en Florida, donde participó en una gala de la Cruz Roja. Ahí se mostró de nuevo eufórico, convencido de que a las pocas horas el controvertido decreto recuperaría su vigencia: “Vamos a ganar –aseguró a los periodistas– por la seguridad del país, vamos a ganar”. Se equivocó de nuevo. Los demócratas acusan al presidente de estar precipitando una “crisis constitucional”, en palabras del senador Patrick J. Leahy, miembro del comité de Justicia.
Con todo, la batalla jurídica continúa y dará que hablar en los próximos días. El tribunal de apelaciones no ha entrado a dirimir el fondo de la cuestión, sino que se ha limitado a rechazar el carácter de urgencia que reclamaba el recurso del Departamento de Justicia. El comunicado de la Casa Blanca señalaba que la apelación gubernamental pretendía una suspensión cautelar de emergencia porque, en su opinión, debía restablecerse por motivos de seguridad nacional el principio según el cual “siempre que el presidente estime que la entrada de extranjeros en Estados Unidos sería perjudicial para los intereses nacionales, procede la proclamación, y durante el tiempo que lo considere necesario, suspender la incorporación de extranjeros o imponer las restricciones que considere más apropiadas”.
El tribunal de apelaciones rechaza la medida cautelar para dar tiempo a las partes en litigio a presentar alegaciones. Los abogados que piden la nulidad del decreto de Donald Trump tienen de plazo hasta las 3 de la madrugada de hoy lunes para presentar sus argumentos, y el Departamento de Justicia, hasta las 6 de la mañana para presentar su réplica.
La intervención de los jueces se debe a la presentación de demandas por parte de abogados en representación de estados como el de Washington, que se han opuesto políticamente al decreto, y de grupos de defensa de los derechos civiles. La Unión Americana por las Libertades Civiles lidera la contraofensiva en los tribunales y está batiendo récords en la recaudación
de fondos para sufragar los pleitos.
Nadie pone en duda que el procedimiento acabará en el Tribunal Supremo, pero la estrategia de la Administración Trump es agotar todas las vías posibles en la justicia ordinaria para restablecer el decreto cuanto antes, según informó Peter Carr, portavoz del Departamento de Justicia.
Un motivo es que mientras no se cubra la plaza que quedó vacante por la muerte de Antonin Scalia –la confirmación del recién designado Neil Gorsuch todavía tardará varias semanas–, la correlación en el Alto Tribunal es de empate a cuatro entre magistrados progresistas y conservadores y el decreto de Trump ha sido criticado también por juristas de trayectoria republicana. De hecho, el juez de Seattle James Robart, que suspendió la aplicación de la orden para todo el territorio nacional, está considerado un conservador y fue designado a propuesta del presidente George W. Bush.
De momento, los departamentos de Estado y de Seguridad Nacional no han tenido más remedio que acatar la suspensión del decreto, y los promotores de la suspensión están apresurando a los viajeros perjudicados a aprovechar la circunstancia antes de que sea demasiado tarde. Estudiantes y académicos universitarios que regresaban a Estados Unidos tras las vacaciones de invierno están copando las reservas de vuelo desde países del golfo Pérsico, Turquía y Alemania.
Leonard Doyle, un portavoz de las Naciones Unidas, dijo que alrededor de 2.000 refugiados estaban listos para viajar a EE.UU. El Departamento de Seguridad Nacional admitió la entrada de 872 refugiados que “ya estaban en tránsito”, y en los aeropuertos se viven historias personales tan conmovedoras como la de Akram Jajehali, una abuela iraní que logró reunirse con su nieta en Boston después de intentar el viaje tres veces.
LOS AFECTADOS Estudiantes árabes y persas se apresuran a copar las reservas para regresar a EE.UU. LOS PERSEGUIDOS Las Naciones Unidas afirman que 2.000 refugiados están listos para pedir asilo