El año de los enredos
El último partido eleva el suflé en un Barça inmerso en constantes polémicas
Tres expulsiones, un penalti riguroso, un gol incorrectamente anulado al Atlético, las pulsaciones disparadas... Después del partido, críticas agudas y generalizadas al árbitro, un acta vengativa y, con toda seguridad, consecuencias disciplinarias. Suerte que la Copa es un torneo menor. El frenético y accidentado duelo del martes entre Barça y Atlético mantiene al club blaugrana en la espiral de tensión paralela a la competición que comenzó hace varios meses y que condiciona los partidos. En buena lógica la clasificación para una final debió haber rebajado el suflé, pero en este caso el efecto ha sido el inverso.
Cuando los múltiples frentes judiciales del club y de los jugadores están menguando surgen líos artificiales asociados a la competición. El origen está en Valencia, en la novena jornada de la Liga. La victoria 2-3 del Barça con un gol de penalti de Messi en los últimos instantes encoleriza a la hostil afición de Mestalla. Una botella de agua y otros proyectiles lanzados desde las gradas impactan en jugadores del Barcelona durante la celebración del gol del triunfo. El Comité de Competición impone una multa de 1.500 euros al Valencia por los incidentes y se excede al equipararlos literariamente con el “reprochable comportamiento que muestran algunos jugadores del Barcelona al dirigirse con ciertos gestos y expresiones hacia el público”. “El referido comportamiento poco ejemplar de algunos jugadores del FC Barcelona les descalifica y ridiculiza por sí solos”.
Ofendido, el club blaugrana no se presentó en la gala de la Liga, cuyo presidente, Javier Tebas, replicó acusando a los jugadores de hacer la comedia: “Parecía un juego de bolos. Igual sintieron el agua... Todos hemos visto esas imágenes. Hay millones de niños que nos están viendo. Mis hijos, si me ven haciendo alguna cosa de fingir o algo, a mí me daría vergüenza luego cuando los fuera a ver”. La directiva del Barcelona rompió oficialmente sus relaciones con Tebas y pidió la intervención del Tribunal Administrativo del Deporte por sus “valoraciones inadmisibles sobre el comportamiento de los jugadores del Barça cuando fueron agredidos”.
El partido de Mestalla que originó el enfrentamiento de la entidad catalana con organismos federativos y patronales fue el 22 de octubre. Desde entonces no ha habido paz en torno a un partido. Se articuló una campaña mediática tendente a presentar a Neymar, el jugador que ha recibido más faltas en la Liga (73), como un provocador. Paradójicamente, por el hecho de tratarse de un elemento ofensivo y especialmente castigado por las defensas, el brasileño ha purgado esta temporada tantos partidos de suspensión (3) como toda la plantilla del Real Madrid.
En este escenario, el Barcelona encontró motivos para sospechar de los arbitrajes. “Ya sabemos cómo funciona esto”, reprochó Piqué tras una actuación perniciosa de Fernández Borbalán en San Mamés que contrastó con un favorable arbitraje para el Madrid ante el Sevilla. “Queremos jugar a fútbol y no a la ruleta”, dijo el central. Tres días después Piqué volvía a estallar por una función arbitral en Vila-real. “Si quieres les damos los tres puntos y no hace falta jugar más”, le dijo al colegiado Iglesias Villanueva.
El suflé se ha mantenido durante meses, pero alcanzó un punto de cocción con el gol fantasma del campo del Betis que desencadenó el debate sobre el ojo de halcón. Parece imposible, con todas las circunstancias
LA REACCIÓN El club recurrirá la segunda tarjeta a Luis Suárez, muy crítico, y la amonestación de Busquets
ACTA CONTROVERTIDA El árbitro se ensaña con Suárez y expresa un criterio subjetivo para justificar su expulsión
colaterales, que el Barcelona pueda centrarse en el juego y menos ahora, cuando la polémica está en un punto álgido.
El club presentará alegaciones al acta de Gil Manzano por la segunda tarjeta amarilla que mostró el martes a Luis Suárez en el tiempo añadido, tres minutos después de haberle enseñado la primera amonestación. Según el redactado arbitral el motivo de la tarjeta es “impactar con el brazo contra un jugador adversario de manera temeraria en la disputa de un balón”. Se trata de un texto controvertido, por cuanto no se limita a describir la acción sino que ofrece un criterio subjetivo (“de manera temeraria”) impropio de un acta arbitral. Por otra parte, Gil Manzano vuelve a ensañarse con Suárez en el apartado de Otras Incidencias: “Una vez expulsado, retrasó su salida del terreno de juego de manera considerable”. También subrayó que el jugador no se fue a los vestuarios tras ver la roja. Se trata de una infracción tipificada en el artículo 113 del Código Disciplinario y sancionada con una suspensión de uno a tres partidos. Puesto que Suárez acusó al colegiado extremeño de perseguirle deliberadamente –“ni siquiera ha sido falta”, acusó–, el Comité de Árbitros denunciará al jugador ante el juez único de la Copa, que tratará estos expedientes mañana viernes. El Barcelona también recurrirá una amonestación a Busquets por desplazar una pelota, alegando que se trató de un segundo balón que entró en el campo, no el que se disputaba el partido. Desde que rompió con Tebas no hay paz para el Barça.