El juez que guiará a EE.UU. por la derecha
DESIGNADO POR TRUMP PARA EL TRIBUNAL SUPREMO, YA HA CRITICADO AL PRESIDENTE POR SUS ATAQUES A LOS JUECES
Neil Gorsuch era un adolescente de quince años cuando el 9 de marzo de 1983 su madre, Anne Gorsuch Burford, que había desarrollado una brillante carrera política, tuvo que dimitir como directora de la Agencia de Protección del Medio Ambiente (EPA) tras un enfrentamiento con los demócratas del Congreso. Neil se indignó por lo que consideraba una enorme injusticia, pero también le reprochó a su madre que se diera por vencida: “Tu me enseñaste a no ser un desertor”, le dijo, según ha trascendido ahora. Aquel suceso marcó la vida de Neil Gorsuch, que, como sus padres, estudió Derecho. Han pasado treinta años y ahora es el candidato elegido por Donald Trump para cubrir la plaza del Tribunal Supremo que quedó vacante tras la muerte de Antonin Scalia. No cabe duda de que superará la confirmación del Senado y su nombramiento restituirá la mayoría conservadora en la institución que marca el rumbo político y moral de Estados Unidos.
Neil Gorsuch nació en Denver, Colorado, donde vivió su infancia hasta que la carrera política de su madre le obligó a vivir la adolescencia en Washington. En la escuela secundaria ya demostró dotes de liderazgo, fue elegido presidente de los estudiantes y compitió en debates a nivel nacional, pero ya se le debía notar el ardor político conservador cuando en un anuario satírico de la escuela le delataron –en broma, se asegura– como fundador del Fascism Forever Club (Fascismo por Siempre). Se preparó en Georgetown para ingresar en la Universidad y empezó en la Columbia (Nueva York), donde fundó el periódico El
Federalista, que todavía existe, y que nació como respuesta al predominio izquierdista en los años 80. En aquella época adoptó posiciones políticas significativas. Se rebeló contra la prohibición del reclutamiento militar en el Campus, se opuso a las protestas contra el apartheid surafricano y el escándalo Irán-Contra, y firmó un artículo favorable a los clubes universitarios exclusivamente masculinos. Aunque le encantaba llevar la contraria y enfrentarse a la mayoría progre, no tenía inconveniente en compartir con los compañeros liberales las movidísimas fiestas universitarias, sin dejar por ello de asistir puntualmente a los servicios religiosos de la Iglesia Episcopaliana.
De Columbia a Harvard, en la escuela de Derecho coincidió con un tipo de Chicago, muy popular, algo mayor que él, de nombre Barack Obama, con el que mantuvo varios piques dialécticos pero respetándose mutuamente. Estudiante brillante, obtuvo la Beca Marshall, reservada para la élite académica, que le permitió cursar el doctorado en Filosofía del Derecho en Oxford con una tesis sobre el suicidio asistido y la eutanasia.
Terminados los estudios, Gorsuch ha alternado el servicio público y el ejercicio privado de la abogacía. Asistente de jueces federales, ya trabajó en el Tribunal Supremo a las órdenes de los magistrados Byron White y Anthony Kennedy. A mediados de los 90, se incorporó a un influente despacho de abogados de Washington DC, hasta incorporarse al Departamento de Justicia, bajo la presi- dencia de George W. Bush, como director adjunto asociado al fiscal general, Robert McCallum, cargo que sólo desempeño durante un año, porque el presidente Bush decidió promocionarlo a juez federal de un tribunal de apelaciones, un nombramiento que no obtuvo una sola objeción por parte de los demócratas del Senado.
De su trayectoria como jurista y de las opiniones que ha expresado en diversos debates suscitados, no cabe duda de que la designación de Gorsuch va a decantar las resoluciones del Tribunal Supremo a favor de las posiciones de los grupos religiosos que se oponen al derecho al aborto, al matrimonio entre personas del mismo sexo y a la eutanasia. Entiende que la libertad religiosa incluye el derecho de las personas a actuar según sus creencias y a alegar objeción de conciencia cuando, por ejemplo, una empresa propiedad de una institución religiosa debía facilitar anticonceptivos a sus empleados, tal como prescribía la reforma sanitaria conocida como Obamacare.
En otros asuntos políticos es difícil encontrar una posición de Gosuch que no coincida con la agenda política de los republicanos. Aunque esta misma semana trascendió que está decepcionado por los comentarios “desmoralizantes y aborrecibles” que el presidente Trump ha hecho sobre el sistema judicial y algunos jueces en particular.
Neil Gorsuch vive con su esposa Louise y sus dos hijas, Emma y Belinda, en una pintoresca ciudad de Colorado, Boulder. La región se ha ganado merecida fama mundial por el festival de música de las Montañas Rocosas, que todavía continúa la tradición hippie, y las pistas de esquí de Aspen. Gorsuch es más habitual en lo segundo.