HIJOS DEL MEDITERRÁNEO
“Queremos acoger”. Serrat, Fortuny, Rossell, Lucrecia y otros artistas en el Gran Concert per a les Persones Refugiades de anoche en el Sant Jordi, un clamor para que los gobiernos de España y Catalunya cumplan sus compromisos.
La noche fue larga pero no necesariamente clara y tranquila, como cantaba Jaume Sisa en las primeras líneas de Qualsevol nit pot sortir el sol, esa canción-himno que sirvió de colofón a la emotiva fiesta-concierto-bienvenida a los refugiados que se celebró anoche en el Palau Sant Jordi de Barcelona. De clara más bien poco porque la tarde/noche fue desapacible y a ratos lluviosa, y de tranquila nada, porque el recinto de Montjuïc vivió una celebración intensa, reivindicativa y lúdica.
Esa idea que emplea Sisa en su gloriosa tonada de “casa mía/casa vuestra” fue el gran leitmotiv no ya de la noche sino de toda la gran iniciativa que el colectivo Casa Nostra Casa Vostra puso en marcha hace unos meses ante la crisis de los refugiados y que en un tiempo récord ha movilizado voluntades, ideas y energías.
Anoche fue la primera prueba de este esfuerzo marcado por el aspiración y la ilusión. Un aforo repleto de 15.000 asistentes intergeneracionales (en esta ocasión en la pista solo había sillas), centenares de voluntarios encargados de la logística y de que todo llegase a buen puerto y, finalmente, los profesionales y artistas que hicieron posible una noche artística realmente para la historia. Y también numerosas caras políticas, Ada Colau y Carme Forcadell entre ellas, así como un puñado generoso de consellers de la Generalitat, lo que no deja de ser paradójico cuando en las notas informativas de la entidad organizadora se puede leer que “hay que romper la cadena de excusas que ha hecho que ni la Generalitat ni el Gobierno español hayan cumplido los compromisos de acogida que asumieron”.
La noche comenzó media hora antes de lo anunciado (con la gente aún entrando y la luz ambiente encendida) con los intensos ritmos étnicos de la Barcelona Gipsy Balkan Orchestra. La pieza Caos abrió el telón carnal de la noche con La Fura sobre el escenario acompañada de las voces de Roger Mas y Núria Graham (colgada de una grúa), formidablemente respaldados por la Orquestra del Esmuc, tocando a Haydn, y la Coral Càrmina. Un arranque épico, dramático y visualmente imaginativo.
Salió Gemma Nierga, saludó, hizo analogías históricas y dio paso a una joven siria afincada ya en Barcelona y caldeó el ambiente emocionalmente. Enseguida uno de los momentos más esperados de la noche, la interpretación a ritmo contundente de Venim del
nord venim del sud, inmortalizado por su autor, Lluís Llach, y Manolo García; ambos repetirían, éste último a continuación con el emocionante Pájaros de barro, y el primero, una hora y media más tarde, cantando Corrandes
d’exili con Elena Gadel (que sustituyó a última hora a Sílvia Pérez
Cruz, “con fiebre”) y Sílvia Bel.
Los acontecimientos de esta Nit de Benvinguda –como parece que la macrovelada llegó a denominarse en un primer momento– respondió a un guión que, a su vez, quería ilustrar el drama y la odisea del refugiado a través de tres ideas: el origen, habitualmente la guerra y /o la miseria, el trayecto (el mar, los ahogos) y finalmente la llegada a su casa, país o ciudad de acogida. Cada uno de los bloques tuvo su respectivo presentador/a, en las personas de Gemma Nierga, Jordi Évole y Carles Prats, mientras que la actriz Clara Segura se encargó de la locución en directo dentro del espacioso recinto. Entre las incursiones no musicales hubo de todo, desde encendidas arengas políticas por parte de representantes de diferentes colectivos involucrados en este proyecto prorrefugiados hasta una escena entre los actores Eduard Farelo y Jacob Torres, filmaciones de testimonios de refugiados o una pequeña
mise en escene de seis jóvenes actores de la serie Merlí leyendo testimonios escalofriantes de personas perseguidas en países de medio mundo por motivos sexuales, políticos o económicos.
Los momentos musicales quizás más emotivos fueron los puestos en solfa por los veteranos como Marina Rossell y Paco Ibáñez (que dijo “gracias a Catalunya, que ha demostrado una vez más que es un pueblo civilizado y solidario”) con el albertiano A galopar), o, por supuesto, las dos gloriosas intervenciones de Joan Manuel Serrat especialmente la que protagonizó dando vida a
Mediterráneo junto a un equipo que difícilmente se repetirá, entre ellos, Santi Balmes, Gossos, la Elèctrica Dharma, Manolo García, Ismael Serrano, Antonio Orozco, Sílvia Comes o Pablo López.
Pero hubo otras insospechadas combinaciones de especiado sabor como la de Sopa de Cabra con Amaral (Camins) o la de Txarango con Cheb Balowsky. Por no hablar de presencias ganadoras como las de Joan Dausá (Com
plora el mar) o la del siempre optimista y energético Macaco, que consiguió que todos se pusieran de pie a los acordes de un pegadizo pupurrí, (Con la mano levantá y demás). Por no olvidar las propuestas flamencas y rumberas, de Farruco y compañía o de Los Chichos.
La velada fue prolongada porque había muchas cosas que ver, decir, hacer y oír, pero como fue retransmitida en directo por televisión, finalmente las dos horas y media de duración se respetaron al máximo (aunque el público radiotelevisivo se perdió la media hora de música previa). Para los anales oficiales, el acto arrancó a las diez de la noche, y ya desde el primer momento se vio la mano de Carlus Padrissa y La Fura dels Baus, con una acelerada interacción de protagonistas artísticos muy diferentes en medio de un espacio y atmósfera escénicas espectaculares.
Por un lado, los músicos invitados con sus propios acompañamientos o con el respaldo de las bandas de Xavi Lloses y Manu Guix; por otro, las mencionadas Orquestra Simfònica del Esmuc y la Coral Càrmina en las evoluciones de La Fura, y por último, un nutrido plantel formado por agrupaciones tradicionales como la Colla Vella dels Xiquets de Valls, los Minyons de Terrassa, los Castellers de Vilafranca y la Colla Jove de Tarragona.