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La clausura del 18.º congreso del Partido Popular, que consolida el liderazgo de Mariano Rajoy, y el notable incremento en la compraventa de viviendas en España durante el pasado año, potenciado por el mercado de segunda mano.
HOY se clausura en Madrid el 18.º congreso del Partido Popular, fuerza de gobierno en España entre 1996 y el 2004 y entre el 2011 y la actualidad. El primer periodo estuvo caracterizado por el ingreso en el euro, por un excitante crecimiento económico y una acertada línea centrista, que José María Aznar estropeó durante su segunda legislatura. El segundo periodo gubernamental ha entregado al PP la gestión de la peor crisis económica que ha sufrido España desde la posguerra, en parte alimentada por vicios estructurales potenciados durante el tiempo de la euforia. A Mariano Rajoy Brey le corresponde dirigir una muy difícil tarea, puesto que España no sólo se resiente de un fuerte shock económico. Hay algo más. La crisis ha deteriorado la confianza de muchos ciudadanos en las instituciones, ha acelerado la oxidación de los partidos que protagonizaron la transición y ha acentuado la gravedad de los casos de corrupción, que se han ido acumulando en forma de bola de nieve, afectando de manera muy particular al propio Partido Popular. A ese preocupante cuadro hay que añadir la crisis territorial, básicamente expresada por la eclosión de una fuerte corriente soberanista en Catalunya, alimentada por el empeoramiento de las expectativas sociales. Crisis económica, crisis política, crisis territorial. Las tres crisis de España. Con Rajoy al frente, el Partido Popular ha sorteado hasta la fecha esas tres grandes líneas de fractura que podían haberle tumbado. Rajoy, el resistente.
Hace ahora un año, Rajoy estaba contra las cuerdas. Si el PSOE hubiese ofrecido al Partido Popular la investidura de otro candidato de centroderecha que no fuese el entonces presidente en funciones, Rajoy habría vivido un momento de gran dificultad. El Partido Socialista, sin embargo, no tuvo ese “momento maquiavélico”. Cercado por sus adversarios internos, Pedro Sánchez entendió que su mejor estrategia de supervivencia era ganar tiempo y subir a la tribuna del Congreso como candidato a la presidencia del Gobierno. Los resultados de esos diez meses de interinidad son de sobra conocidos.
Resistir es vencer, se dice en España desde tiempos inmemoriales. Las elecciones de diciembre del 2015 podían haber enviado al PP a la oposición, pero las de junio del 2016 lo situaron de nuevo en las puertas de la Moncloa, ante la fuerte división interna en el PSOE. El Partido Popular ha salido vivo de la prueba y el liderazgo de Rajoy se ha visto reforzado. Son los partidos de izquierda los que ahora nadan en un mar de problemas: el PSOE se enfrenta a un congreso muy complicado en junio y Podemos ha asombrado a todos con una áspera pugna interna que pone en duda la capacidad de ese joven partido para convertirse en una organización política estable.
Pese al retroceso electoral, pese a gobernar en minoría, pese a los casos de corrupción acumulados, pese al envejecimiento de la base electoral de su partido, Rajoy se ha podido permitir un congreso tranquilo, sólo alterado por la discusión sobre la acumulación de cargos. Habrá continuidad. María Dolores de Cospedal seguirá al frente de la secretaría general, asistida por Fernando Martínez-Maillo. El congreso del PP ha sido un acto de fortificación del liderazgo de Mariano Rajoy, que a partir del próximo mes de mayo ya podrá amenazar a la oposición con el adelanto electoral. No hay que descartar que ello ocurra en el 2018.