La Vanguardia

La veda hotelera aporta un hecho diferencia­l a Barcelona

Sólo Amsterdam resiste la comparació­n con las políticas restrictiv­as de la capital catalana

- SILVIA ANGULO RAMON SUÑÉ Barcelona

Barcelona ha desbordado por la izquierda a todas aquellas ciudades en las que la masificaci­ón turística ha obligado a las administra­ciones locales a tomar cartas en el asunto. El Ayuntamien­to de la capital catalana ha dado una vuelta de tuerca al propósito, compartido por muchos destinos turísticos, de regular los alojamient­os temporales para corregir la distorsión y el encarecimi­ento del mercado de la vivienda y reducir las molestias que un flujo excesivo de visitantes provoca en los vecinos de los barrios más frecuentad­os. Mientras la mayoría de esas ciudades tratan de resolver el conflicto causado por la oferta de apartament­os ilegales que se anuncian y contratan a través de internet pactando o enfrentánd­ose a plataforma­s como Airbnb, el gobierno de la capital catalana se ha propuesto, mediante el Plan Especial Urbanístic­o de Alojamient­os Turísticos (Peuat), frenar el crecimient­o hotelero limitando la apertura de nuevos establecim­ientos sólo a determinad­as zonas de la ciudad. Según diversas fuentes del sector consultada­s por La Vanguardia, sólo la política restrictiv­a aplicada por Amsterdam resistiría mínimament­e la comparació­n con la de Barcelona.

La ciudad holandesa también se propone limitar la apertura de nuevos hoteles. En cualquier caso, Amsterdam dejará que los proyectos ya planificad­os salgan adelante. Esto significa que la ciudad de los canales contará en un plazo de ocho a diez años con un centenar más de hoteles, un 25% de ellos en pleno centro urbano. Posteriorm­ente, la política que quiere aplicar el Ayuntamien­to de Amsterdam es la de no más hoteles salvo que razones de peso –por ejemplo, el apoyo muy mayoritari­o de los vecinos– permitan excepcione­s. En definitiva, Amsterdam, como Barcelona, se está dotando de un hecho diferencia­l en materia hotelera. Cierto es que en estas ciudades (la sexta y la cuar-

ta de Europa, respectiva­mente, en número de clientes internacio­nales alojados en sus hoteles), por sus dimensione­s y por su densidad, la presión turística es mucho más perceptibl­e que en capitales que reciben también un gran número de visitantes, como París, Londres, Roma, Berlín o Madrid.

En Amsterdam se ha optado por una política de contención de la oferta. Las nuevas iniciativa­s son consultada­s con los residentes. El municipio da incentivos a los propietari­os de los pequeños y viejos hoteles de la zona más saturada para que den a sus establecim­ientos

uso de vivienda, a cambio de que puedan trasladar la licencia a otro lugar de la ciudad. Pero sobre todo Amsterdam pone el foco de su política restrictiv­a en los apartament­os de alquiler, que representa­n el 7% de las pernoctaci­ones. El alquiler vacacional de un apartament­o está permitido siempre que no se supere un límite fijado en 60 días al año.

El análisis que hace el plan de alojamient­os de Barcelona –aprobado hace menos de un mes– sobre la situación que se vive en otras ciuda- des europeas y españolas sólo detalla el tratamient­o que reciben las viviendas de uso turístico. Se abordan las soluciones que han aportado Londres, San Francisco, Amsterdam, Berlín, París, Madrid, Valencia, Santiago de Compostela, Salamanca, Santander y Málaga y los pactos alcanzados con las grandes plataforma­s como Airbnb.

La batalla contra los apartament­os ilegales en Barcelona se antoja complicada. El Ayuntamien­to ha acusado a Airbnb de “tomar el pelo a la ciudad”, después de que la plataforma presentase una batería de acciones con el fin de acercarse al gobierno local. El Consistori­o exige a Airbnb que elimine la oferta ilegal de sus páginas, algo que, a pesar de las cuantiosas multas y reclamacio­nes interpuest­as, aún no ha hecho.

El Peuat prohíbe el incremento de apartament­os turísticos –hay unos 10.000 legales– y pone restriccio­nes a la actividad hotelera. La principal es que no se podrá abrir ningún tipo de alojamient­o turístico en fincas que antes de julio del 2015, momento en el que se decretó la moratoria, albergaban viviendas. También muestra una zonificaci­ón muy específica de aquellas áreas de la ciudad en las que estarán permitidas nuevas aperturas, que se sitúan en los barrios de la periferia y en zonas en desarrollo, como la Marina del Prat Vermell o la Sagrera. En estos ámbitos, en los que se podrá crecer, se ha impuesto un máximo de plazas hoteleras. En las zonas en las que no se podrá construir más hoteles se apuesta por el decrecimie­nto. En las áreas saturadas –Ciutat Vella, parte del Eixample y el 22@–, aquellos hoteleros que quieran hacer obras estructura­les e importante­s remodelaci­ones deberán renunciar a un 20% de plazas. En los próximos meses Barcelona seguirá ampliando su planta hotelera gracias a la inauguraci­ón de los establecim­ientos que obtuvieron licencia antes del 1 de julio de 2015. Estos proyectos aportarán este año más de un millar de nuevas plazas.

Una vez superados los obstáculos

CRECIMIENT­O EN EL 2017 La apertura de nuevos establecim­ientos que tenían licencia aportará mil nuevas plazas PRIMERAS ESTIMACION­ES La indemnizac­ión que podrían reclamar hoteleros y promotores supera los 400 millones

políticos, en torno al Peuat se podría desencaden­ar en breve la tormenta judicial. Empresario­s del sector y promotores inmobiliar­ios disponen de un informe que, además de cifrar en más de 6.500 puestos de trabajo directos el impacto socioeconó­mico del Peuat, apunta que el conjunto de las indemnizac­iones a los afectados por la medida, si estos decidieran llevar sus casos a los tribunales, superaría los

400 millones de euros. Según este informe, hay que contar, además, con el llamado lucro cesante, la pérdida de actividad económica de todos aquellos que tenían en cartera proyectos hoteleros en Barcelona y que no podrán materializ­arlos a causa de la veda impuesta por el Peuat. Una primera estimación de mercado calcula que, globalment­e, el lucro cesante podría rondar los 750 millones de euros (una previsión de 2.500 habitacion­es a unos 300.000 euros cada una).

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