Marginación del corredor mediterráneo
MIENTRAS crece la movilización política y empresarial por el corredor ferroviario mediterráneo en Catalunya y Valencia, en defensa de una infraestructura fundamental para el desarrollo económico del país, el Gobierno vuelve a demostrar una y otra vez que no está por la labor. El ministro de Justicia, Rafael Catalá, lo ha puesto de manifiesto con unas declaraciones en las que afirma que se exagera la importancia de dicho corredor. Este pensamiento político de la Administración central no sólo se traduce en la lentitud de las inversiones necesarias para el proyecto, que acumula largos años de retraso, sino también en el desvío de fondos públicos hacia otras obras menos estratégicas, como algunas líneas de AVE de escasa rentabilidad económico-social o, como se ha sabido ahora, en la red ferroviaria de la capital de España.
En este estado de cosas, es relevante la denuncia que hace el secretario de Habitatge, Obres Públiques i Vertebració del Territori de la Generalitat Valenciana, Josep Vicent Boira, de que para el Gobierno español, según comunicó en su día a la Unión Europea, el corredor mediterráneo también es la conexión Algeciras-Madrid-Zaragoza, y que por esta razón está legitimado para desviar fondos del Estado y de Bruselas para ejecutar obras como el túnel Atocha-Chamartín –el tercer túnel ferroviario que cruza la capital española– hasta Torrejón de Velasco, las conexiones a Coslada y al aeropuerto de Barajas, o bien la conexión Vicálvaro-San Fernando, con un presupuesto global de unos mil millones de euros.
No apostar a fondo por el corredor mediterráneo a lo largo de toda la costa, una de las zonas con mayor potencial de desarrollo económico de la Unión Europea, constituye un error estratégico de enorme magnitud en el que reiteradamente inciden los sucesivos gobiernos. Pero el colmo de los contrasentidos es que fondos europeos destinados al corredor mediterráneo vayan a parar a Madrid.
No sólo se ha marginado a Valencia y Barcelona de la conexión por AVE, cuando son dos ciudades con una enorme necesidad de buenas comunicaciones, a diferencia de otros trayectos ya aprobados, sino que las actuales líneas ferroviarias que las unen resultan obsoletas, son insuficientes y precisan de inversiones urgentes para su mejora. De ello dependen importantes proyectos empresariales y la creación de numerosos puestos de trabajo.
Las inversiones ahora programadas en Madrid cargan de razón los argumentos de Catalunya y de Valencia de que el retraso de las inversiones en el corredor mediterráneo no obedece a la insuficiencia de dinero público, sino a la ausencia de una verdadera voluntad política para fortalecer y potenciar ese eje de progreso económico y social.