Locura ‘Dirty dancing’
El musical basado en la icónica película de Patrick Swayze llega al Tívoli con la friolera de 52.000 entradas vendidas; vuelve en diciembre
Es año de musicales. Si en los cines triunfa el
fenómeno La La Land y ya hay una avalancha de títulos en producción en Hollywood, en el teatro, por lo menos en la cartelera barcelonesa, hace tiempo que no se vivía una temporada igual de
musical. Priscilla, reina del desierto, Scaramouche, Gente bien y Molt soroll per no res han triunfado en los grandes teatros de la capital catalana, mientras que El despertar
de la primavera o Sugar lo hacían en los de tamaño medio.
Y ahora llega un bombazo sorpresa, inesperado a principio de temporada: Dirty dancing, el musical basado en la famosa película protagonizada por Patrick Swayze y Jennifer Grey, todo un símbolo de los años ochenta que en su momento formó largas colas con su música y su baile. Un símbolo con un mensaje muy reivindicado por progresistas y feministas sobre las clases sociales, el sexo, el aborto y la fuerza de la mujer. Pues el musical de Dirty dancing, con temas míticos como (I’ve had) Time of my life o Hungry eyes, acaba de aterrizar en Barcelona, en el enorme Teatro Tívoli, con la alucinante cifra de 52.000 entradas vendidas antes de comenzar. El fenómeno es tal que el musical, que llega de Madrid aunque sus dos protagonistas –Christian Sánchez y Amanda Digón– son catalanes,venía sólo por cinco semanas, a hacer una breve temporada, y ha tenido que ir abriendo cada vez más funciones, hasta el punto de que ahora hay... nueve funciones semanales. Pero ni así ha servido, porque la mayoría de los días están al 98% o 99% de entradas vendidas, y ya han comenzado a vender funciones para el regreso del musical al Tívoli el 6 de diciembre.
Iñaki Fernández, de la productora Let’s go, responsable de éxitos como The hole, explica que esperaban tener éxito, como ya ha sucedido en otros países, con esta nueva versión del musical mucho más fiel a la película, a diferencia de la anterior, con pantallas de led. En la versión que llega al Tívoli, que comenzó, dice el productor, hace año y medio en Italia, se reproduce el resort vacacional donde transcurre la historia de amor y maduración de Baby y Johnny. Y los diálogos también son los mismos, incluso hay alguno más del guion original que quedó cortado en el filme. Una copia exacta que ha arrasado en Madrid, donde nada más aparecer Christian Sánchez/ Johnny –popular por la serie Yo
quisiera– en escena había gritos. El público, dice, es muy variopinto, pero predominan las parejas de 30 a 60 años, que vivieron el impacto o el eco de la película con más fuerza, aunque los más jóvenes también van en masa pese a que la película tiene ya tres décadas.
Son 25 actores, cuatro músicos y 20 técnicos en esta producción que, obviamente, está controlada siempre hasta el último detalle por la casa madre que posee la franquicia. En este caso en la producción están Lionsgate (Orange is the new
black) y la propia Eleanor Bergstein, guionista de la película y el musical, a través de Magic Hours.
La jovencísima Amanda Digón, que encarna a Baby, dice que cada noche hay un público entregadísimo, “vienen con tal predisposición, han visto la película, se saben las canciones, que nos llega muchísimo, hay emoción en cada momento”. Para Christian Sánchez, el montaje está lleno de sensualidad, de liberación, y Digón añade que también es importante la ruptura de tabúes, con Penny y su aborto, con la mujer mayor y su acompañante joven, con la diferencia de clases entre Baby y Johnny. Ambos actores aseguran que no han visto la película de nuevo para no caer en la imitación, “porque es muy difícil de copiar y te puedes quedar en la forma; es mejor llegar al personaje desde lo que nosotros podemos aportar. Y luego, aunque no tengo ningún rasgo como los suyos, me dicen que me parezco a Patrick Swayze”, sonríe Sánchez.