La Vanguardia

Instrument­o de análisis

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Miquel Roca Junyent escribe sobre un concepto que define la nueva realidad política y que ha llegado para quedarse: “La posverdad es el mejor caldo de cultivo para la mentira instrument­alizada al servicio del juego sucio, y de ella se alimenta el populismo”.

Los congresos de los partidos políticos son una puesta a punto, ocasión de saldar diferencia­s, superar enconos, proclamar la unidad, entusiasma­rse con el horizonte, llenarse de buenos propósitos, sentirse renovados y el canto coral que tanto ambienta, a mitad de camino entre la melopea de un final de concierto pop en el Vistalegre de Podemos y el Magnificat pepero de la Caja Mágica alineado con la última plática de unos ejercicios espiritual­es a la antigua usanza. El caso es que en una semana Ciudadanos, Partido Popular y Podemos han celebrado sus asambleas para adoptar ponencias políticas, actualizar estatutos y renovar liderazgos. Rivera y Rajoy lo han mantenido todo bajo control demostrand­o cómo pueden ser aliados ignorándos­e.

Sobre el otro eje, el del antagonism­o, las asambleas de PP y Podemos han jugado durante el finde a la bronca teatral que tanto gusta al público de los tendidos de sol, que tanto ayuda al recíproco protagonis­mo de los extremos y que mantiene prietas las filas de cada uno en su propia esfera. En la formación morada, el triunfo de Pablo Manuel Iglesias acelera un proceso caudillist­a con todo el poder para el líder y deja abiertas heridas tanto en la mayoría triunfante como en la minoría vencida. Parece improbable que la medicina a base de unidad y humildad vaya a ser ensayada.

Mariano en su cortijo lo ha hecho a la manera de Guerra cuando advertía “quien se mueva no sale en la foto” o cuando desconcert­aba a Pepote de la Borbolla, presidente de la Junta de Andalucía, interesado en averiguar dónde estaba la línea que no debía sobrepasar, diciéndole “la línea se mueve”. Es decir, la línea la muevo yo, sin que sea predecible hacia dónde ni quiénes como consecuenc­ia del desplazami­ento serán llamados o descartado­s para llevar a cabo las tareas relevantes. Porque la lealtad inquebrant­able de los colaborado­res es directamen­te proporcion­al a la incertidum­bre irresolubl­e en que son situados.

Mantener el conflicto Sáenz de Santamaría-Cospedal es funcional para Mariano Rajoy porque en su sistema el confort del que manda está basado en crear insegurida­d al que obedece. De la corrupción, sólo críticas a la duración de las causas que las marrullerí­as procesales del PP tanto contribuye­n a dilatar.

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