Redención por la música
Jóvenes desfavorecidos y sin estudios debutan con la Orquesta Filarmónica de Marruecos
Abdesamad tiene 14 años y toca el violoncello. Debutó el pasado día 8 con la Orquesta Filarmónica de Marruecos, interpretando obras de Mozart, Bach y Beethoven. El escenario, la catedral de Casablanca. El motivo, celebrar el final de sus cinco años de estudio de música clásica. También tocaron Ualid, 17 años, un virtuoso del contrabajo, y Hamza, de 20, ya un experto del violín.
Los tres jóvenes marroquíes fueron escogidos entre 28 alumnos de la primera promoción del programa social Mazaya, cuyo primer doble objetivo es facilitar una oportunidad a jóvenes que han dejado la escuela o están en riesgo de exclusión y a promover la interpretación de la música clásica entre chicos pobres con talento. El segundo es enriquecer la escena musical del país, creando un vivero de músicos profesionales. El programa es una iniciativa de la Fundación Tenor para la Cultura, una organización sin ánimo de lucro que preside Farid Bensaid, gran personalidad de la cultura, creador de la Filarmónica nacional.
El abandono escolar va corroyendo la sociedad marroquí. Según el último informe de Unicef, cuatro de cada diez jóvenes dejan los estudios primarios sin haberlos acabado. Cientos de miles de jóvenes están hoy al margen de las escuelas, con una probabilidad casi segura de terminar siendo analfabetos y con muy débiles posibilidades de inserción socio-profesional.
Abdesamad abandonó la escuela en quinto de primaria por enfermedad. Es originario de Salé. Apasionado del fútbol, intentó entrar en un club deportivo, pero no lo consiguió. Seis meses después de dejar los estudios, un amigo de su padre, que es profesor, les habló del programa Mazaya. “En ese momento lo desconocía todo acerca de la música. Yo lo que quería era jugar al fútbol”, cuenta el joven. Pero se presentó y pasó las pruebas de canto, de ritmo, de destreza... Los profesores escogieron el instrumento más adecuado para él, el violoncello.
Hoy reconoce: “Mis padres están orgullosos de mí”. Los inicios fueron duros: “Me costó aprender la posición del arco, poner correctamente los dedos, pero ahora adoro este instrumento”, señala Abdesamad, al que no se le ha borrado su pasión por el fútbol, que sitúa al mismo nivel que la música de Bach.
La Fundación Tenor para la Cultura se creó en el 2007 en Rabat para animar, organizar y promover celebraciones y actividades que contribuyeran al desarrollo cultural del país. Su promotor, Farid Bensaid, se inspiró en el éxito del programa Mazaya puesto en marcha en Venezuela para sacar de las calles a los jóvenes desfavorecidos con talento que pudieran aspirar a dedicarse profesionalmente a la música. El programa, que dura un mínimo de cinco años, está destinado a niños entre los 8 y los 14 años y comenzó en enero del 2012 con muchachos de la región de Rabat-Salé.
Tras el concierto de Casablanca, Bensaid dijo: “Cuando pienso en los beneficios que la música clásica proporciona a los jóvenes que están inscritos en el programa Mazaya, que vienen de ambientes muy desfavorecidos, estoy seguro de que conseguirán hacer de la música su profesión en el futuro”.
Así lo cree Hamza, que a los 14 años dejó su escuela por un accidente de su madre. “Como ya no podía llevarme hasta la escuela, me beneficié de las circunstancias y dejé de asistir al colegio”, cuenta. Probó diversos oficios para subsistir y ayudar en casa y mientras trabajaba como ayudante en una panadería oyó que una asociación estaba buscando jóvenes para participar en una formación musical.
Demasiado mayor para entrar en el programa, Hamza hizo todo lo posible para que lo admitieran. “Quería retomar mis estudios y salir de la calle, aunque reconozco que no sabía absolutamente nada de música clásica”, dice. Hoy es un apasionado que adora especialmente al compositor Oskar Rieding. Pero además de las clases, aprovecha el tiempo para unirse con otros jóvenes e interpretar jazz o músicas árabes tradicionales. Hamza agradece que la música clásica le haya permitido encontrar a personas muy interesantes: “Extranjeros que hablan otras lenguas o grandes artistas como la diva marroquí Latifa Raafat o el compositor Noumane Lahlou”.
El tenor Farid Bensaid se inspiró en el éxito del programa Mazaya de Venezuela