“Triunfa el cantante que halla su propia verdad”
Juan Diego Flórez, tenor, canta y da una ‘master class’ en el Palau
Hoy regresa por segundo año consecutivo al Palau de la Música, dentro de ese proyecto bautizado como Universo Flórez. El año pasado triunfó con un recital de napolitanas y la próxima temporada concluirá probablemente con Mozart, pues tiene previsto publicar un disco de airas suyas. Pero en el ecuador de esta aventura, Juan Diego Flórez no sólo combinará hoy en recital su repertorio ligero rossiniano con otros más líricos y verdianos, sino que aprovechará para dar mañana una master
class en el Petit Palau, retransmitida en streaming en diversas plataformas. Distendido y elegante –aun con tejanos– el divo peruano aborda la cuestión de la técnica vocal. “No hay una sola, cada cual necesita la suya”, dice.
Veo que incorpora una novedad a su repertorio: aparte de canciones de Rossini, de arias de Mozart y Verdi –la de Alfredo en La traviata–, y de su aplaudido “Pourqoui me réveiller” de Werther, ¡hoy cantará “Che gelida manina” de La bohème! ¿Se está preparando para ser Rodolfo en algún teatro o la canta por el placer de cantarla?
No tengo previsto hacer La bohème en ninguna ópera, pero es el aria que más está gustando en todos los conciertos. La canté en Moscú este enero, y luego en Múnich y Valencia. Al final no está tan lejos de los werthers o romeos, es el mismo tipo de tenor. Lo que sí cantaré es
La traviata en el Met, a finales del 2018.
¿Cómo lleva combinar el belcanto ligero de Rossini con papeles más líricos?
He llegado a ese punto soñado en que puedo cantar bien un Werther de Massenet y una
Donna del lago de Rossini... una tras otra. He cantado Werther y el próximo año vuelvo a Rossini, con Ricciardo e Zoraide. Es un sueño raro, no creo que haya muchos tenores que lo hayan hecho a la vez. Ha sido fruto de un estudio personal para poder llegar a ambos repertorios. Me gusta tanto el belcanto que no quiero perderlo por hacer cosas más pesadas.
¿Logra no perder agilidad ni agudos?
De hecho, la agilidad un poco la he perdido, pero eso es normal. La coloratura rapidísima ya no es tan rápida, aunque últimamente lo ha sido... Se basa en cantar sin forzar, en hacer un canto antes que nada relajado, un poco en el centro y sin constreñir. Yen dejarlo ir sin pesarlo. Son varias cosas. Y cada vez se aprende más. Se hace y se aprende en los conciertos y en óperas más que en tu casa, en esos momentos en que regresas al camerino, has descubierto algo y lo vuelves a probar.
El secreto es entonces la naturalidad...
Sí, es como hacer wingsuit: ¿cómo practicas eso si no es tirándote? Pues es lo mismo con el escenario, ahí en la boca del lobo es donde realmente aprendes a cantar.
El Palau le brinda 3 años consecutivos. ¿Se ha tomado el proyecto como un todo?
Bueno, de ahí que quiera hacer la master class, cosa que hago todos los años en Pésaro (Italia). Pienso que puedo ayudar, pues no creo que todo el mundo tenga que cantar igual. Muchos profesores dirán que no sé nada, porque enseñan lo mismo a todos sus alumnos: todos tienen que respirar igual, apoyar la voz igual... No es verdad. Esa es la maravilla del canto, porque en el canto somos nosotros que tocamos. Y si el violín tiene siempre las mismas medidas, nosotros tenemos medidas diferentes, cuellos diferentes, narices y pómulos diferentes, lenguas grandes y lenguas pequeñas. Somos violines diferentes cada uno, y se tocan de forma diferente. Y me gusta darme cuenta de qué necesita ese cantante. Normalmente las cosas que le digo no son las cosas que hago yo, son cosas que pienso que le van a ayudar y que sé que otros cantantes también hacen. Al final el cantante que triunfa es el que encuentra esa propia verdad.
En esta clase como embajador de Telefónica va a mostrar vídeos de otorrino que analizan las cuerdas de los alumnos. Sí, quería mostrar lo que nadie ve: cómo se mueven las cuerdas; algunas mediciones, por ejemplo, de potencia... Y veremos si hay alguna relación entre lo físico y el canto mismo.
¿Usted se las mira a menudo las cuerdas? Mucho, cuando uno está enfermo va al otorrino y se ven en la pantalla. Todas son diferentes, las hay cortas, largas, anchas...
¿Las suyas? Son cortas porque la voces agudas tienen las cuerdas más cortas. Y las sopranos las tienen largas, y no sé por qué, porque deberían ser más cortas... En realidad nunca le vi tanta relación a eso. Pero sí podremos ver en la clase cómo se mueven, si son elásticas...
Kraus, que tanto le ha inspirado, ¿pensaba como usted en cuanto a la técnica? No, Kraus pensaba que había una técnica... la que él tenía: la ‘i’ como vocal principal; un único modo de respirar, que era el suyo... Pero al canto hay que ir con fe, no puedes tocar nada, no sabes. A mí me gusta de Kraus que cantara siempre pensando en la máscara. Admiré el canto claro y adelante, brillante.
¿Qué error comete hoy la juventud? Un error es tratar de imitar a otros, sobre todo al mejor de turno, al más famoso, porque hoy en día se trata de ir rápido. Y bueno, son muy comodones, quieren que se les dé todo hecho.
¿Les da palos? Muchos. Les canto las verdades. Pero no les hiero y les digo que se dediquen a otra cosa.
Una pregunta hipotética. Imagínese que al acabar un recital, llaman a la puerta del camerino y asoma Donald Trump. Ja ja. siempre soy amable con todo el mundo. Me daría un poco de risa verlo. Le saludé hace años en su restaurante de Columbus Circle y es de esos personajes graciosos. Ojalá muchas de las cosas que dice las diga por decir.