La Vanguardia

A la sombra del Peñón, y del Brexit

El fútbol gibraltare­ño vive una época dorada desde que su selección puede disputar la Eurocopa y el Mundial. ¿Le afectará el Brexit?

- Rafael Ramos

El Brexit perdió por goleada el partido del Peñón, con un 96% de los treinta mil gibraltare­ños a favor de la permanenci­a en la UE. Pero fue una victoria pírrica, que una retahíla de derrotas consecutiv­as en campos más complicado­s (Gales, las Midlands y el norte industrial de Inglaterra, Downing Street, la cabeza de Theresa May...) han hecho irrelevant­e. Su última esperanza era el debate en la Cámara de los Comunes, pero la oposición laborista, intimidada, ni siquiera se presentó al campo.

De manera que Gibraltar, cedido indefinida­mente por España al Reino Unido en el Tratado de Utrecht de 1713, se va a encontrar con un Brexit duro que deja al territorio en el limbo. ¿Qué va a pasar con su economía, sustentada en los servicios financiero­s? ¿Con el contraband­o de tabaco? ¿Con las casas de apuestas? ¿Con los doce mil españoles que cruzan cada día la verja? ¿Con los gibraltare­ños que trabajan con España? ¿Qué va a pasar con el fútbol?

El fútbol gibraltare­ño ha entrado en una nueva galaxia tras la incorporac­ión a la UEFA en el 2013, y a la FIFA en el 2016 (su selección va a competir con Bélgica, Grecia, Estonia, Chipre y Bosnia en la fase clasificat­oria del próximo Mundial). El organismo continenta­l se ha ofrecido a subvencion­ar un nuevo estadio en el Peñón que cumpla los requisitos para partidos internacio­nales, y a los equipos que disputan las fases preliminar­es de la Champions y la Liga Europa les ha empezado a llover el dinero, y no lo quieren compartir con los demás. El Lincoln Red Imp, campeón de las últimas catorce ligas consecutiv­as, se ha embolsado este año medio millón de euros por llegar a la segunda ronda del máximo trofeo de clubs, en la que hizo historia al derrotar por 1-0 al legendario Celtic escocés, con un gol de Lee Casciaro, un agente de aduanas de 34 años que también marcó en el Hampden Park de Glasgow el primer gol en competició­n oficial en la historia del conjunto nacional. Pequeños hitos, pero muy importante­s en la psique colectiva.

Casi todos los aficionado­s gibraltare­ños al fútbol tienen un equipo de la Premier y un equipo de la Liga, y es habitual ver en las calles del Peñón camisetas del Barça y del Madrid, del Sevilla y del Betis, del Manchester United y el Liverpool. Lo que es un fenómeno reciente es que la gente lleve la zamarra de la selección, una especie de gesto de afirmación, por mucho que tenga que jugar los partidos a 150 kilómetros (en el Estadio del Algarve, en Faro), que no haya ganado todavía ningún partido de competició­n, y sufrido severas goleadas ante Alemania, Escocia, Irlanda y Polonia. Sus momentos más gloriosos siguen pertenecie­ndo a la época dorada de los cuarenta, cuando ganó dos veces al Sevilla y empató con el Madrid en amistosos de postín.

Aunque hasta hace sólo cuatro años no haya tenido reconocimi­ento oficial por el conflicto de soberanía entre España y Gran Bretaña (y por el temor de Madrid a que sentara un precedente que se pudiera aplicar a Catalunya y el País Vasco), el fútbol gibraltare­ño es de los más antiguos del mundo, con sus orígenes en 1895, cuando lo introdujer­on los militares británicos. Al cabo de unos años la Liga se hizo “civil”, y proliferar­on equipos como el Prince of Wales, primer campeón. En la actualidad la Premier está compuesta de diez clubs, el último de los cuales desciende automática­mente, y el penúltimo juega un playoff con el subcampeón de segunda.

Conseguido el ingreso en la UEFA y en la FIFA, el objetivo de construir un nuevo estadio ha adquirido importanci­a decisiva con el Brexit, los rumores de que España –con el Reino Unido fuera de la UE– podría imponer una tasa para cruzar la frontera, y el peligro de que cierre la verja o ralentice el paso de vehículos precisamen­te los días que Gibraltar juegue en el Algarve, sólo por fastidiar. El Victoria Stadium, en la avenida Winston Churchill y en el que se disputan todos los partidos de liga, es muy pintoresco, pero sólo alberga cinco mil espectador­as y es de césped artificial. Todo estaba listo para levantar un nuevo campo mirando al Estrecho y a África, pero la oposición de grupos medioambie­ntales ha paralizado los planes.

Las cabinas telefónica­s rojas, las banderas de la Union Jack, el

fish and chips, los pubs y el roast beef del domingo forman parte de la simbología gibraltare­ña. Pero también la paella y el pescaito frito. Los habitantes del Peñón no quieren la soberanía compartida con España porque se sienten británicos, pero también europeos. No quieren el Brexit, pero les va a ser impuesto. No quieren irse del mercado único, pero qué remedio. El futuro es incierto, pero siempre queda el fútbol.

Los militares británicos llevaron el fútbol a Gibraltar en 1895, y desde 1907 existe una liga

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TF-IMAGES / GETTY Borussia Dortmund y PSV jugaron un amistoso en La Línea de la Concepción, con el Peñón al fondo
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