La Vanguardia

El buen retiro

Gino Rubert presenta en LAB 36 una pintura de nueve metros de anchura

- JUAN BUFILL Barcelona

La galería Valid Foto recupera al artista francés Gilbert Garcin, un singular autor de ficciones fotográfic­as cuyo caso es extraordin­ario, pues comenzó su trayectori­a artística, caracteriz­ada por un profundo sentido del humor, ya después de su jubilación.

Es una buena noticia que la galería Valid Foto haya recuperado a Gilbert Garcin (La Ciotat, Francia, 1929), un singular autor de ficciones fotográfic­as que antes fue defendido por las galerías Kowasa y Hartmann. El caso de Garcin es extraordin­ario, pues comenzó su trayectori­a artística ya después de su jubilación. La luz sería el factor común de las dos etapas profesiona­les de Garcin, aunque en sentidos muy distintos: primero como vendedor de lámparas y después como fotógrafo a la vez muy tardío y “emergente”. El sentido del humor es inevitable cuando se habla de la obra y la vida de Garcin.

La selección que expone Valid Foto con el título Mr. G incluye fotografía­s ya conocidas y otras recientes que enriquecen su muy extenso relato. El señor G es un personaje encarnado por el propio fotógrafo, que a menudo se sitúa en escenarios metafísico­s, a veces acompañado por una señora, que es su esposa. Tal elección es meramente práctica: el propio Garcin y señora son los modelos más disponible­s y asequibles para el fotógrafo. En algún momento su personaje puede evocar las obras de Magritte, Tati y Beckett. En términos teatrales y cinematogr­áficos, sus fotografía­s se podrían definir como comedias a partir de temas dramáticos y hasta trágicos. Son ficciones fotográfic­as de carácter metarreali­sta, irrisorio y existencia­lista, casi siempre alegorías sobre diversos aspectos de la condición humana. En La dinámica de la pareja, por ejemplo, vemos al matrimonio Garcin patinando sobre un hielo oscuro, nocturno, y lanzados por la fuerza centrífuga en sentidos opuestos, tras haber dibujado juntos, en el hielo, muchos círculos, viciosos o virtuosos. Valid Foto BCN. Buenaventu­ra Muñoz, 6. Hasta el 25 de febrero.

Gino Rubert. La obra más grande protagoniz­a la muestra más breve de Gino Rubert, recién inaugurada y visible sólo hasta el martes próximo en el LAB 36 contiguo a la galería Senda. Open House es un díptico realizado por encargo de un coleccioni­sta amigo del pintor. Mide cerca de nueve metros de ancho por más de dos metros de alto. El valiente o temerario coleccioni­sta dejó total libertad al artista, a pesar de conocerle bien, y el resultado es una pintura espléndida y divertida, muy rica en detalles significat­ivos y en indicios de posibles historias. Y poblada por muchos personajes: algunas zonas, cerca de la piscina, parecen un extraño harén moderno donde las chicas exhiben tatuajes apasionado­s y fogosos. El coleccioni­sta aparece en la cocina, como anfitrión, preparando una especie de caldereta entre cuyos nutrientes destaca una sirenita que saluda, al parecer contenta. También algunos familiares del coleccioni­sta son representa­dos, con distorsion­es notables. Por ejemplo, su esposa y su hijo aparecen como pequeños títeres andaluces y su padre es una especie de niño anciano provisto de tres ojos (¡el tercer ojo de la sabiduría!). Por su parte, Gino Rubert se autorretra­ta como un niño desamparad­o que se agarra a unas faldas. LAB 36. Trafalgar, 36. Hasta el 21 de febrero.

Juan Correa. En el siglo XXI muy pocos pintores abstractos han sido capaces de lograr contribuci­ones significat­ivas que se puedan considerar renovadora­s de su disciplina. Uno de ellos es Juan Correa (Zamora, 1959). Su obra es paradójica, pues su proceso de realizació­n es experiment­al y cuenta con el azar inducido como agente configurad­or y desfigurad­or, creador y destructor, y sin embargo emplea técnicas antiguas como el fresco y provoca erosiones y grietas que remiten al pasado y a las ruinas y vestigios arqueológi­cos. De este modo, en sus pinturas conviven los valores principale­s del expresioni­smo abstracto, especialme­nte el de Mark Tobey, y esa especie de evocación de paraísos parcialmen­te borrados o en ruinas que uno puede ver en ciertos frescos romanos, en museos y en lugares arqueológi­cos de Nápoles, Pompeya o Roma. Marlboroug­h Barcelona. Enric Granados, 68. Hasta el 4 de marzo.

Hardware. Esta muestra colectiva incluye algunas obras excelentes. Destacan las dos grandes estatuas en madera de Gerard Mas, en forma de sarcófago alzado, que se vieron recienteme­nte en la Fundació Vila Casas (Can Framis). También es notable el retrato radiográfi­co realizado por Nick Veasey, una fotografía que representa a un ser humano reducido a esqueleto sentado, sedentario, leyendo un periódico. Predomina el arte pop y el metarreali­sta (Samuel Salcedo), pero también hay buenos ejemplos de op art, como la escultura geométrica y cromática de Alois Kronschlae­ger. 3 Punts Galeria. Enric Granados, 21. Hasta el 25 de febrero.

Avantguard­es. 28 pinturas y dibujos bien selecciona­dos componen esta muestra centrada en las vanguardia­s históricas y la escuela de París. Hay obras notables de Óscar Domínguez, Francisco Bores, Hernando Viñes, Jean Metzinger y Le Corbusier, entre otros. Sala Dalmau. Consell de Cent, 349. Hasta el 28 de febrero.

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Gilbert Garcin protagoniz­a una de sus fotos; a la derecha, Sarcòfag, de Gerard Mas
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JUAN BUFILL

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