La Vanguardia

La inocencia interrumpi­da

- Mariángel Alcázar

Los que creen que la infanta Cristina ha sido tratada con benevolenc­ia por su apellido Borbón olvidan que los primeros en cuestionar que las actividade­s de su marido, Iñaki Urdangarin, entraban en contradicc­ión con la pertenenci­a de ambos a la familia real fueron precisamen­te los Borbón. Desde la declaració­n de comportami­ento “poco ejemplar”, calificati­vo con el que el mes de diciembre del 2011 se justificó la salida de Urdangarin y con él, de la infanta Cristina, de la agenda real, a la de “respeto absoluto a la independen­cia de poder judicial”, con la que ayer se recibió la sentencia del caso Nóos, la posición de la Zarzuela ha sido inequívoca.

Ayer, la Audiencia de Palma absolvió a la hermana del Rey de los delitos que se le imputaron, aunque le adjudicó la responsabi­lidad civil, a título lucrativo, por haberse beneficiad­o del dinero que su marido obtuvo de forma ilícita, pero la sentencia familiar ha sido mucho más dura. A las primeras medidas de alejamient­o y recriminac­ión, ejercidas por el rey Juan Carlos, le siguió la decisión del rey Felipe de despojar a su hermana del título de duquesa de Palma, un golpe que la infanta quiso paliar con la difusión de una misiva, dirigida a su hermano, en la que renunciaba a esos honores. Si con su padre en el trono la infanta se negó en repetidas ocasiones a aceptar la disyuntiva de desligarse de su marido o renunciar a su posición institucio­nal, tras la proclamaci­ón de su hermano no le quedó otra que sufrir el deshonor de la pérdida del ducado. Todo eso sin contar que, en el camino hasta lograr la absolución, la infanta Cristina ha tenido que cambiar de ciudad de residencia en tres ocasiones, se ha quedado sin casa y difícilmen­te podrá residir de nuevo en España. De todo lo antedicho no podría deducirse que la infanta ha sido tratada con privilegio­s por ser quien es, sino más bien parece que su absolución ha llegado precedida de la pena de ostracismo y exilio.

Cristina de Borbón se queda, pues, con la satisfacci­ón de haber sido absuelta, pero con el pesar de sentirse abandonada, al menos públicamen­te, por su propia familia. Durante meses, la infanta Cristina ha considerad­o que esa toma de postura, primero de su padre y luego de su hermano, ambos en su condición de Rey y de jefe de la Casa Real, le había sentenciad­o de antemano. Ni tan siquiera ha vivido con alivio el hecho de que su madre, la reina Sofía, y también su hermana, la infanta Elena, le mostraran con su cercanía un apoyo que ella siempre sintió más emocional que práctico. Si la única verdad es la que se deriva de la decisión judicial, durante todos estos años la infanta Cristina tenía razón al proclamar su inocencia en todas las conversaci­ones, no siempre plácidas, que tuvo con su padre. El problema es que, siguiendo el mismo razonamien­to, la justicia ha dictado que su marido es culpable, una posibilida­d que ella negó sistemátic­amente y sigue negando. La infanta siempre fue impermeabl­e a los ruegos que se le hacían para que aceptara que debía ser ella quien desligara a la familia real (a la que pertenecía de pleno derecho en el tiempo en el que se produjeron los hechos juzgados) de las decisiones que habían llevado a su marido a los tribunales.

Ayer nadie vio a la infanta Cristina en Ginebra, sólo su abogado Miquel Roca dio noticias de ella, al referirse a la reacción de la hermana del Rey ante la sentencia: “Está satisfecha por el reconocimi­ento de su inocencia”, pero “sigue convencida de la inocencia de su esposo”. A la misma hora en la que se hizo pública la sentencia del caso Nóos, el Rey, junto a la reina Letizia, inauguraba una exposición en el Museo Thyssen. La Corona seguía su propio camino.

La infanta Cristina está satisfecha por su absolución, pero sigue convencida de la inocencia de Iñaki Tras conocer el fallo, la Casa Real reitera su respeto a la independen­cia del poder judicial

 ?? ÀLEX GARCIA ?? Miquel Roca y Pau Molins, en primer plano, ayer tras conocer la sentencia del caso Nóos
ÀLEX GARCIA Miquel Roca y Pau Molins, en primer plano, ayer tras conocer la sentencia del caso Nóos
 ?? SALVATORE DI NOLFI / EFE ?? Expectació­n ante el domicilio de la infanta y Urdangarin en Ginebra
SALVATORE DI NOLFI / EFE Expectació­n ante el domicilio de la infanta y Urdangarin en Ginebra
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