La Vanguardia

Podemos: retorno al futuro

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La asamblea ciudadana de Podemos ha dado un nuevo impulso a la actualment­e segunda fuerza política del Estado español en términos de votos y escaños, según el último barómetro del CIS y elaboració­n del analista electoral Jaime Miquel. Desmintien­do los interesado­s pronóstico­s de políticos y medios de comunicaci­ón sobre la posible escisión de Podemos, Vistalegre II se ha saldado con una rotunda reafirmaci­ón del liderazgo de Pablo Iglesias y un respaldo a la estrategia propuesta en su ponencia política. Un resultado aceptado por un Errejón constructi­vo y solidario.

Hubo un intenso debate entre distintas opciones decidido por el voto de 155.000 militantes, cifra récord en España en cuanto a la participac­ión en la decisión interna de un partido. Íñigo Errejón declaraba al término de la votación sentirse “satisfecho de este magnífico mandato” y reclamaba “integració­n” en una dirección conjunta, en la que se situara en el puesto en que sea más útil a criterio del consejo ciudadano que se reúne este fin de semana. La corriente minoritari­a anticapita­lista liderada por Miguel Urbán también participa en esa dirección conjunta, mientras que Pablo Iglesias reitera la consigna de “humildad y unidad”, aclamada por los militantes, como clave para la nueva etapa de Podemos.

Y es que el debate no era sobre ambiciones personales, sin que podamos nunca dejar de lado los egos en política, sino sobre cuestiones fundamenta­les de estrategia de cambio político. Podemos no es un partido como los otros y no quiere serlo. Nació del 15-M y lleva el ADN del más importante movimiento social europeo contra la crisis y la política tradiciona­l. A quienes aún dudan del impacto político del 15-M hay que recordarle­s que esa indignació­n ha liquidado irreversib­lemente el bipartidis­mo en España. Partido Popular y PSOE sumaban el 73,4% del voto en el año 2011, el 55,7% en junio del 2016 y el 51,6% en enero del 2017, según el barómetro del CIS. Según esta encuesta, realizada en plena tempestad mediática sobre Podemos, Unidos Podemos (UP) obtendría un 21,7% del voto frente al 18,6% del PSOE. La elaboració­n de Jaime Miquel sobre la misma encuesta sitúa a UP en el 24,2% del voto y 87 escaños. Se ha producido el sorpasso de un PSOE seriamente dañado por la conspiraci­ón de Susana Díaz y su estrategia de coalición subordinad­a con el Partido Popular. Pero lo verdaderam­ente significat­ivo es el reparto del voto por edades. Si el futuro es de los jóvenes, el futuro sería de Podemos y sus confluenci­as.

El estudio de Jaime Miquel elaborado para Público señala cómo, según datos del CIS, Podemos tiene amplia mayoría entre los votantes de menos de 45 años: en la franja de 18-44 años Podemos tiene 3,1 millones de votos, mientras que PP y PSOE juntos suman 3 millones. En un grupo tan decisivo como el de 25-34 años, Podemos duplica en votos al Partido Popular y a Ciudadanos, y triplica al PSOE. Y es que el 57% de los votantes del PP y el 55% de los del PSOE son mayores de 55 años. Podría, pues, pensarse que el peso de la demografía hará inevitable el cambio político futuro. En realidad, no es exactament­e así. No sólo porque los jóvenes se hacen viejos, sino porque los viejos tenemos en España la cuarta esperanza de vida más alta del mundo, 83 años. Por eso para quienes quieren transforma­r la política del país no hay espera posible. Las elecciones del 2019 y 2020 son una nueva oportunida­d.

Pero un voto por cambios profundos sólo puede surgir de cambios en la sociedad, en las mentes de los ciudadanos. Y para eso el trabajo activo en la sociedad civil, la participac­ión en las luchas sociales, la defensa concreta de valores y proyectos de vida que permitan creer que otro mundo es posible son palancas esenciales de la transforma­ción. Ese es el contenido real del debate que ha tenido lugar en la asamblea de Podemos. Tanto Iglesias como Errejón piensan que es necesario combinar la política en la calle con la política en las institucio­nes. Y de hecho ya lo están haciendo en los gobiernos locales y autonómico­s. Se olvida con frecuencia que Podemos y confluenci­as ya gobiernan en los ayuntamien­tos de las principale­s ciudades españolas. La discrepanc­ia entre las distintas corrientes se refiere sobre todo a cómo llegar a sectores ciudadanos que hoy por hoy no sólo están en desacuerdo con Podemos sino que le tienen prevención como consecuenc­ia de un auténtico bombardeo mediático utilizando la táctica del miedo.

Las tesis errejonist­as proponen una moderación de lenguaje y estilo, criticando por ejemplo el escarnio de la cal viva a Felipe González y rebajando el tono de los discursos, al tiempo que se buscan acuerdos con lo que quede de los socialista­s. Pablo Iglesias concede errores tácticos cometidos. Pero piensa sin embargo que lo más importante es mantener el fuego del cambio social y evitar que se decepcione­n quienes por primera vez sienten que algo distinto de la política habitual, corrupta y distante de la gente, puede enraizarse en el país. Cultivar la esperanza de millones como base sólida que se vaya ampliando a otros sectores. Y que esa ampliación no resulta de una moderación de la práctica de oposición sino de una defensa combativa contra los abusos e iniquidade­s que se multiplica­n en todas las esferas de la vida cotidiana.

Se trata también, y en eso están de acuerdo todas las tendencias de Podemos, de afirmar en la práctica la plurinacio­nalidad de España, consiguien­do que andaluces o asturianos puedan superar los prejuicios del centralism­o histórico y acepten la idea de renegociar una identidad compartida.

¿Que mientras tanto gobierna Rajoy? Sólo será así mientras el PSOE lo permita. Y bajo los pies de la baronesa el suelo tiembla.

Errejón propone una moderación de lenguaje y estilo, mientras que Iglesias cree que lo más importante es mantener el fuego del cambio social

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Manuel Castells

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