La Vanguardia

“Los hombres están más motivados para ascender”

Rosa Ferrer, economista de la Universita­t Pompeu Fabra y de la Barcelona GSE

- JOSEP CORBELLA Barcelona

Pese a los avances logrados hacia la igualdad, sigue habiendo una brecha salarial significat­iva entre hombres y mujeres, incluso en niveles altamente cualificad­os. Además, persiste una abrumadora mayoría de hombres en altos cargos. Esto llevó a las economista­s Rosa Ferrer, de la Universita­t Pompeu Fabra y la Barcelona Graduate School of Economics, y Ghazala Azmat, actualment­e en el instituto Sciences Po de París, a investigar por qué persisten estas diferencia­s entre hombres y mujeres.

¿Hay discrimina­ción inconscien­te? La hipótesis clásica atribuye las diferencia­s de retribució­n y de promoción profesiona­l a la discrimina­ción. Pero nos preguntamo­s si intervenía­n otras razones. Para entender el problema de fondo, pensamos que había que analizar si existen diferencia­s de rendimient­o entre hombres y mujeres.

¿Cómo se puede saber si hay diferencia­s de rendimient­o? No hay indicadore­s de rendimient­o perfectos en ninguna profesión. Son datos difíciles de conseguir tanto para los economista­s como para las propias empresas. Decidimos basarnos en la carrera de abogacía de EE.UU. porque hay datos disponible­s con indicadore­s de rendimient­o que están generaliza­dos entre bufetes y que permiten analizar múltiples hipótesis. No hay datos mejores para abordar el problema que queríamos investigar.

¿Qué han descubiert­o? Que hay diferencia­s en el rendimient­o anual entre hombres y mujeres. Si nos fijamos en las horas facturadas en un año, que repercuten en la retribució­n a corto plazo, hay una brecha del 10% entre hombres y mujeres. Si nos fijamos en los ingresos por nuevos clientes, que refleja la capacidad de atraer clientes a la empresa y repercute en la posibilida­d de ascender y en la retribució­n a más largo plazo, la brecha se acerca al 50%. Lo que más llama la atención es que esto ocurre en un contexto en que no hay evidencias de discrimina­ción.

¿A qué lo atribuyen? Analizando los datos en detalle, vemos que la diferencia en horas facturadas, por lo tanto en ingresos inmediatos, está estrechame­nte relacionad­a con el hecho de tener hijos en edad preescolar. No sólo recién nacidos, sino menores de cuatro años. Es algo que no afecta al rendimient­o de los hombres y sí al de las mujeres. Pero también vemos que la maternidad no lo explica todo.

¿Qué más hay? Si miramos la diferencia en ingresos por nuevos clientes, por lo tanto las perspectiv­as de promoción dentro de la empresa, el hecho de tener hijos apenas tiene ninguna influencia.Lo que influye en este caso es una gran diferencia de aspiracion­es entre hombres y mujeres.

¿Tienen más aspiracion­es los hombres? Cuando se pregunta “en una escala del 1 al 10, ¿qué nivel de aspiración tiene usted a ascender a socio de la empresa?”, el 60% de los hombres lo sitúan entre 8 y 10. Entre las mujeres, el porcentaje sólo es del 32%. En conjunto, por lo tanto, los homde bres están más motivados para ascender que las mujeres.

¿Esperaba estos resultados? Sí y no. Esperaba que hubiera diferencia­s cuantifica­bles en el rendimient­o porque los hombres están sometidos a una presión social más alta para tener éxito profesiona­l. Pero no esperaba encontrar una brecha tan grande entre las aspiracion­es de hombres y mujeres.

¿Estos resultados se pueden extrapolar a otras profesione­s? Vemos las mismas dinámicas en otras profesione­s de alta cualificac­ión, con brechas persistent­es en los ingresos y en la presencia en puestos directivos. Incluso en medicina, que atrae mayoritari­amente a mujeres, hay una infrarrepr­esentación femenina en altos cargos. Aunque no hemos analizado datos otras profesione­s, creemos que los resultados son extrapolab­les.

¿Y son extrapolab­les a otros países? Esta brecha persistent­e entre hombres y mujeres, incluso en entornos sin discrimina­ción sistemátic­a, se produce también en Europa. Esto nos hace pensar que también aquí hay diferencia­s de aspiracion­es relacionad­as con la persistenc­ia de roles tradiciona­les, incluso entre personas con niveles altos de cualificac­ión.

Si una persona renuncia a su proyección profesiona­l porque decide que tiene otras prioridade­s, ¿lo ve como algo negativo que conviene corregir? Este es un debate interesant­e. Habría que estudiar hasta qué punto las diferencia­s de aspiracion­es vienen dadas por causas intrínseca­s de la persona y hasta qué punto vienen dadas por la presión social. Si es por una motivación intrínseca, habría que respetarlo. Pero si es por presión social, convendría corregirlo.

¿Cómo se podría corregir? Por ejemplo, poniendo en valor que los diez primeros años de la carrera profesiona­l, que a menudo coinciden con la etapa en que las parejas tienen hijos, tienen un impacto muy elevado en la trayectori­a posterior. Exponer esta idea a los jóvenes puede reducir la brecha en aspiracion­es.

¿Hasta qué punto ayudaría el hecho de equiparar el permiso de maternidad y el de paternidad? No es lo más determinan­te, porque vemos que influyen los primeros cuatro años de la vida de los hijos, no sólo los primeros cuatro meses. Lo que hace falta es un mejor reparto de tareas en el hogar entre hombres y mujeres.

Incluso cuando no hay discrimina­ción, persiste la brecha salarial entre sexos Tener hijos pequeños afecta más a los ingresos de las mujeres que a los de los hombres

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XAVIER GÓMEZ Rosa Ferrer, en el campus de la Ciutadella de la UPF
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