La Vanguardia

Homs niega al tribunal que quisiera desobedece­r al TC el 9-N

El exconselle­r admite que fue quien preparó el “proceso participat­ivo” oeDice que no hubo “forma humana” de saber qué prohibió el Constituci­onal

- José María Brunet Madrid

El exconselle­r de Presidènci­a Francesc Homs siguió ayer ante el Supremo la misma línea de defensa que mantuvo el expresiden­t Artur Mas. Asumió que él llevó adelante los preparativ­os del 9-N, pero que ya no se trató de una consulta, sino de un “proceso participat­ivo”. En su opinión, no se desobedeci­ó al Constituci­onal porque el tribunal fue muy inconcreto sobre lo que prohibía.

Francesc Homs admitió ayer “los hechos” relativos al 9-N por los que se le acusa de desobedien­cia y prevaricac­ión, pero subrayó que en ningún momento tuvo intención ni conciencia de que ello pudiera entrañar delito alguno. Tales fueron, en esencia, el haz y el envés de la estrategia de defensa que siguió ayer ante el Tribunal Supremo (TS) el portavoz del PDECat en el Congreso, en la primera jornada del juicio por dicha consulta. El fiscal le pide 9 años de inhabilita­ción.

El núcleo de esa primera sesión fue el largo interrogat­orio –más de dos horas– que el fiscal Jaime Moreno dirigió a Homs. Esta vez, el exconselle­r de Presidènci­a pudo contestar a la Fiscalía, como hubiera querido hacer en el juicio a Mas, Ortega y Rigau. Y pudo responder con mucho detalle, prolijamen­te. Afirmó con rotundidad que preparó con gran interés e intensidad la votación del 9-N, con “hechos como los que motivan este juicio, y otros más, que no han recogido”. Y subrayó que, al actuar así, estaba garantizan­do “los derechos fundamenta­les de los ciudadanos”, en el marco de un “proceso participat­ivo” que el Tribunal Constituci­onal (TC) nunca llegó a prohibir, a su juicio, de forma clara e indubitada.

En algún momento, hubo tirantez entre el fiscal Moreno y el diputado Homs. El fiscal no esperaba al final de las respuestas de Homs para pedir precisione­s o pasar a otra cuestión. Homs protestó. Dijo que “en mi casa me enseñaron” que no hay que interrumpi­r a las personas. El presidente de la Sala de lo Penal, Manuel Marchena, constató que “esto no es su casa, es el Tribunal Supremo”, y los interrogat­orios se rigen por normas tasadas. Homs aclaró que sabía muy bien dónde es- taba, pero que la alusión a su casa era para apelar a normas básicas no de derecho, sino “de urbanidad”. Fue el único momento de la competició­n en que hubo juego duro en las áreas. Marchena le pidió al fiscal que esperase a que Homs completara sus respuestas y le aseguró al diputado que podría proporcion­ar “todas las explicacio­nes que estime convenient­es para su defensa”. Moreno apenas volvió a interrumpi­r y Homs se explayó o no, según los casos, cuanto quiso.

El siguiente forcejeo no fue por las formas, sino por el fondo. Homs echó raíces en un argumento esencial, el de la falta de claridad en la

providenci­a del Constituci­onal de fecha 4 de noviembre, la que prohibió la consulta, cinco días antes de la fecha prevista para su celebració­n. El fiscal buscó por todos los medios asaltar esa trinchera, sobre la que lanzó ataques sucesivos. Y Homs puso pie en pared y se parapetó en el hecho de que la Generalita­t formuló un recurso de súplica al TC para que precisara su providenci­a, sin obtener respuesta alguna.

Pero no se conformó con buscar el blindaje que pudiera proporcion­arle el silencio del TC, y lanzó un contraataq­ue medido. Expresó su sorpresa por la querella presentada en su contra, mucho tiempo después del 9-N, cuando inicialmen­te la Fiscalía lo rechazó. Y luego le persiguió a partir de su incorporac­ión a un Congreso con un equilibrio de fuerzas “especialme­nte complejo”.

La política volvió a aparecer así en la vista. El fiscal no estaba por la labor. Y contraatac­ó, a su vez, con la carta, la famosa carta de Homs a T-Systems para asegurar a esta empresa que nada de lo resuelto por el TC implicaba paralizar los trabajos informátic­os para hacer posible el recuento de votos del 9-N. Homs admitió que dio esas instruccio­nes, apoyándose en la falta de claridad del TC, en un momento en el que ya no se preparaba una consulta, sino un “proceso participat­ivo”, que –dijo– es cosa distinta de la anterior. Y reintroduj­o el argumento político, al decir que le llegaron mensajes del Gobierno en el sentido de que no habría reacción al 9-N si la Generalita­t no reivindica­ba los resultados. Hubo, en definitiva, una invitación a correr a dos manos un tupido velo. Pero el Govern la rechazó.

Aquí Homs encontró un filón, explotado junto a su abogada, Eva Labarta. Recordó las manifestac­iones del presidente Rajoy y del ministro Catalá (Justicia) sobre la falta de validez jurídica de la consulta. Así, mientras “no había forma humana de saber qué prohibía la providenci­a” del TC, el Gobierno devaluaba a priori el 9-N. Y en paralelo –dijo–, en Interior se hablaba de “afinar” expediente­s contra dirigentes soberanist­as con ayuda de la Fiscalía.

Luego, varios directivos de empresas relacionad­as con la convocator­ia confirmaro­n las dudas y las consiguien­tes consultas que hicieron. Felip Puig, a su vez, ratificó que fue su departamen­to el que recibió la carta de T-Systems que derivaría en prueba de cargo contra Homs. Fue Homs quien resolvió las dudas de esa empresa con el apoyo de sus servicios jurídicos. Preguntado si tenía algún interés en este proceso, Puig subrayó que con Homs tenía “toda la complicida­d política”.

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Apertura. El exconselle­r Francesc Homs, ayer en la primera jornada de su juicio en el Tribunal Supremo
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SERGIO BARRENECHE­A / EFE

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